EN LA INDIA

Nueva Delhi: todo lo que cabe en una ciudad...

Nueva Delhi: todo lo  que cabe en una ciudad...

Cuando me preguntan por mi impresión de la India, declino decir “lindo” o “feo”: no son calificativos aplicables a una cultura y un mundo “otro”, diferente, distinto, inefable, apenas descriptible desde nuestras cabezas occidentales. Nueva Delhi, la populosa capital, es un buen mirador para comenzar a espiar (ya que no aún entender) parte de India.

TEXTO y fotos. NÉSTOR FENOGLIO, ENVIADO ESPECIAL ([email protected]).

 

Nueva Delhi, capital de la India, es o la primera o la segunda ciudad más grande del planeta. Circunscripta sólo a su ejido, cuenta con “apenas” unos 17 millones de habitantes. Pero sumada a Vieja Delhi y a las decenas (o vaya a saber qué número: acá todo es XXL...) de barrios y ciudades satélites, se arma un conglomerado que pasa los 35 millones de habitantes. Quiero dar un ejemplo: cuando uno viaja de Delhi hacia Agra, por una autopista flamante de varios carriles, no sólo no está más en la capital a poco de cruzar el Yamuna, sino que está en otra provincia. Pero hay barrios enteros, torres nuevas, a medio construir y por construirse que están allí por su cercanía a Delhi. Y entonces no son Delhi pero arriman miles más a los miles y miles que ya son.

Por las dudas, quiero detenerme un segundo en la cifra. En un par de años, más o menos, Delhi solita tendrá más habitantes que todo nuestro país junto. Y ahora, así como está, tiene diez veces más población que toda nuestra provincia.

MUSULMANES, MOGOLES, INGLESES...

Delhi es una ciudad fascinante y, como toda India, llena de contrastes: hay varias ciudades aquí al mismo tiempo. Y no me refiero solamente a la multiplicidad de etnias, culturas, idiomas, religiones. Por empezar, hay ocho Delhi “para abajo”. Nueva Delhi es la octava ciudad de Delhi. Vieja Delhi es la séptima y ambas son contemporáneas y están “en superficie”. Pero quedan otras seis ciudades arrasadas y erigidas una arriba de la otra, desde su fundación en el siglo VIII, con los primeros asentamientos de los hinduistas, y el paso sucesivo de musulmanes, mogoles, ingleses... Y de todas ellas, hay valiosos vestigios.

Los musulmanes fueron los primeros invasores. Llegaron en el siglo XII, procedentes de Afganistán. Desplazaron a los gobernantes hindúes y los mataron y se establecieron en Delhi, por seis siglos. Esa presencia se nota: en sus orígenes, Delhi, y la India en general, tenía tres religiones (hinduismo, budismo y jainismo) y no había musulmanes. Hoy hay 120 millones: es el segundo país con más musulmanes del planeta.

Luego estuvieron los mogoles, que llegaron en el siglo XVI y en un puñado de años construyeron vibrantes monumentos y fortificaciones (como el Taj Mahal, una de las siete maravillas del mundo y bien otorgado que tiene su título) y alternaron la capital entre Delhi y Agra.

A la llegada de los ingleses, había aquí varios pueblos urbanizados sin planificación alguna: se iban sumando. Todavía con los mogoles en el poder, llegaron los británicos para comerciar, no para gobernar. Pidieron permiso para poner puntos de comercio en India. Pero hubo un decaimiento del imperio y gobierno de los mogoles, había caos por todas partes, y entonces la compañía británica de las Indias Orientales se hizo cargo de alguna manera del país, primero tomando la tierra. A comienzos del siglo XIX ya eran dueños del país, eligiendo Calcuta como su capital, porque era un puerto por el cual salían los barcos.

Hubo motines contra esta presencia privada británica y es allí cuando formalmente el imperio británico se hace cargo del gobierno a comienzos del siglo XIX. En 1911, Jorge V llega aquí y es coronado en Delhi, en 1911, como emperador de la India.

Los ingleses esta vez establecieron la capital en Delhi y no en Calcuta. Necesitaban una nueva ciudad y la diseñaron, completamente planificada, con grandes parques.

CIUDAD DE CONTRASTES

Hoy Delhi es una ciudad pujante, una de las capitales más importantes del mundo en la que conviven edificios nuevos e impactantes de las multinacionales o del emergente empresariado local, junto con mendigos en situación de calle y extrema pobreza.

Hay shoppings monstruosos y “occidentales” pero enfrente y sin complejos, las familias hacen tres o cuatro hiladas de ladrillones de barro puestos de canto (la altura final de esa “pared” no supera el metro), lo tapan con una tela o lona y esa es la casa para una familia de ocho o nueve personas.

Así que aquí al mismo tiempo hay varias ciudades: para abajo, en superficie y para arriba.

Aquí hay miles de personas en las calles, hay vacas (aunque las han ido corriendo amablemente fuera del microcentro), monos, algún elefante, diez millones de vehículos, 55.000 tuc-tuc (los taxis motos de tres ruedas, en Delhi verdes, en Hyderabad amarillos, en ambas ciudades, flexibles: parecen que van a matarse ellos y sus pasajeros en cualquier momento, pero “se acomodan” y siguen); hay subte, hay un metro muy moderno elevado (y están construyendo otro de última generación a todo ritmo) y todo eso anda, se mueve... Me preguntan por la espiritualildad. Además de la evidente convivencia de credos, me pareció milagroso que no choquen.

La parte nueva de Delhi fue especialmente diseñada por los ingleses cuando se constituyeron en gobierno a principios del Siglo XIX y entonces hay grandes avenidas, monumentos y parques. Vieja Delhi, en cambio, conserva más el espíritu antiguo de ínfimas callecitas llenas de puestos y olores y colores varios. Por todos lados hay valiosos templos, fortalezas, tumbas de diferentes épocas. Todas y cada una merecen atención: son bellísimas, impactantes.

La gente orina en las calles. De a ratos, puede aplicarse esa genial descripción de los olores del medioevo que Süskind hace al comienzo de El Perfume. Hay miles que viven en la calle y que no tienen o tienen apenas techo. Y eso pasa al lado de un shopping nuevo o de un mega edificio. ¿Y qué son esas tortas puestas a secar en la vereda y que parecen nuestras tortas asadas al rescoldo? Pregunto: son excrementos de vacas secos que luego esta gente usa como combustible para cocinar sus comidas... ahí mismo. Pero al lado unas grúas trabajan incesantemente construyendo algo nuevo. Lo dicho: hay aquí varias ciudades en una.

Delhi es una ciudad fascinante y, como toda India, llena de contrastes: hay varias ciudades aquí al mismo tiempo. Nueva Delhi es la octava ciudad de Delhi.

Vendedores ambulantes indios, con el Purana Qila de fondo. En todos partes, monumentos de alto valor histórico.

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La sede del gobierno indio, en Nueva Delhi. Foto. Gentileza Secretaría de Comunicación Social.

Hay shoppings monstruosos y “occidentales” pero enfrente y sin complejos, las familias hacen tres o cuatro hiladas de ladrillones de barro puestos de canto, lo tapan con una tela o lona y esa es la casa.

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En cualquier ciudad de India se puede encontrar esta imagen: auto, camello (o vaca, o elefante), musulmanes, hindúes, occidentales...

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El Raj Ghat se erigió para recordar el punto exacto donde fue incinerado Gandhi en 1948. Está en Vieja Delhi, a espaldas del fuerte Rojo y sobre las márgenes del río Yamuna. Paz, armonía y sencillez en un cuidado parque minimalista.