SALUD

En el Alassia, 20 chicos recuperaron la audición con un implante coclear

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Reunión. Hace unos días, las familias de los pacientes que recibieron un implante coclear o están en tratamiento se juntaron en el hospital Alassia para compartir experiencias.

Foto: Guillermo Di Salvatore

La colocación de esta prótesis auditiva comenzó a realizarse hace cuatro años en el Hospital de Niños, con muy buenos resultados. El diagnóstico temprano es importante para que los chicos con hipoacusia severa puedan escuchar e incorporar el lenguaje antes de cumplir los cincos años.

 

Gastón Neffen

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En abril de 2010, Iván Moietta fue el primer paciente del Hospital de Niños Orlando Alassia que recibió un implante coclear, una intervención que representó un paso adelante para el sistema de salud público de la ciudad y que le cambió la vida porque recuperó la capacidad de escuchar (ver “Volver a escuchar la lluvia”).

A lo largo de estos cuatro años, el equipo interdisciplinario del Servicio de Otorrinolaringología del Alassia logró que 20 chicos que tenían una hipoacusia severa ahora puedan oír. Fue un largo camino, que comenzó con la detección temprana de la patología, la colocación del implante coclear y el trabajo conjunto del paciente con fonoaudiólogas y psicopedagogas, entre otros profesionales, para identificar los estímulos auditivos y desarrollar el lenguaje.

Es un proceso que puede llevar años y que requiere mucho esfuerzo y paciencia. Pero vale la pena. En la actualidad hay chicos que hace tres años eran sordos y ahora concurren a la escuela y pueden estudiar a la par de sus compañeros.

“Es muy importante descubrir la hipoacusia lo antes posible, a través de un diagnóstico temprano, para que los chicos puedan desarrollar el lenguaje antes del período crítico de los 5 años”, contó el Dr. Daniel Gandolfo, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Alassia, en una entrevista con El Litoral.

Es que hasta los cincos años, los niños tienen una enorme capacidad para incorporar las estructuras del lenguaje, pero cuando padecen una hipoacusia profunda les falta el estímulo auditivo y se complica todo este proceso. “Después de ese período crítico al cerebro le resulta más difícil adquirir el lenguaje”, advirtió Gandolfo.

Desde que los chicos nacen se puede estudiar cómo está la audición. Estos controles son prioritarios en los bebés que son prematuros y estuvieron más de cinco días en un servicio de Neonatología (en incubadoras).

Cuando se confirma un caso de hipoacusia severo, que no puede ser resuelto con audífonos, el implante coclear es una muy buena alternativa. Cuanto antes se opera al chico, más rápido va a poder escuchar y comenzar a desarrollar las capacidades relacionadas con el lenguaje. En el Hospital de Niños se operó a un paciente de apenas un año y medio, con muy buenos resultados.

Trabajo conjunto

“El implante coclear es el primer escalón de una larga escalera”, advierte Gandolfo, quien cuenta que en el Alassia hay un staff de fonoaudiólogas, psicólogos y psicopedagogos, entre otras especialidades, que ayudan a que los chicos puedan darle un significado a los sonidos que comienzan a escuchar (ver “Hay equipo”)

Es un aprendizaje que puede llevar años y que implica un compromiso de los pacientes y de su grupo familiar. Por esta razón, en el marco del Día Nacional de la Audición, que se conmemora cada 28 de marzo, los médicos del Alassia juntaron a las familias de los pacientes que se realizaron la intervención para que estén en contacto y puedan conseguir repuestos que necesitan juntos (por ejemplo, las baterías para los audífonos) y también contar su experiencia a los padres de los chicos que están iniciando el tratamiento.

La contención y el manejo de las expectativas son clave porque cada caso es particular y los pacientes, en general, deben esperar entre seis meses y un año para acceder a los implantes que provee el Ministerio de Salud de la Nación.

Volver a escuchar la lluvia

  • Hace cuatros años, cuando Iván Moietta volvía en el auto a Coronda, luego de que le “encendieran” el implante coclear en el Hospital de Niños Orlando Alassia, les dijo a sus padres sorprendido: “Escucho el ruido del motor y el de la lluvia”.

Iván padecía una hipoacusia severa, que se había ido agravando con los años -ya no le alcanzaba con el audífono- y que complicaba las rutinas de toda la familia. “El implante nos cambió la vida. Iván ya no escuchaba nada y sentía una impotencia muy grande. Nos costaba comunicarnos con él hasta en los asados de los domingos. Había que repetir cada palabra varias veces”, recuerda Raquel Goldy, en diálogo con El Litoral.

Ahora, es uno más en el colegio y lo único que les pide a sus compañeros es que lo dejen sentarse en las primeras filas para escuchar mejor a los docentes. También juega al fútbol, pero con uno de esos protectores acolchados que utilizan los jugadores de rugby en la cabeza para proteger el audífono.

Iván fue el primer niño que se realizó un implante coclear en el Alassia, en abril de 2010. Hoy tiene 14 años y quiere realizarse un implante en el otro oído para tener una audición completa. “Lo que les decimos a los padres de los chicos que tienen una patología parecida es que vale la pena la intervención y el esfuerzo que supone todo el tratamiento”, destaca Goldy.

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Intervención. Una vez que se coloca el implante en la cóclea, luego hay que esperar 30 días para “encenderlo” -para que se desinflamen los tejidos- y que el paciente comience a escuchar. Después se inicia el proceso de calibración y el tratamiento con fonoaudiólogos y psicopedagogos.

Foto: Archivo El Litoral

El dato

Hay equipo

El tratamiento de la hipoacusia severa, con un implante coclear, requiere de un abordaje multidisciplinario, porque una vez que se realiza la intervención hay que ayudar al paciente a asociar los nuevos sonidos con las estructuras del lenguaje. Por eso, el Servicio de Otorrinolaringología del Alassia incluye a los otorrinos Dr. Daniel Gandolfo y Dr. Maximiliano Profumatti; a las fonoaudiólogas Dra. Silvia Gandolfo (audióloga), Lic. Cintia Beorlegui (estimulación auditiva), Lic. Gabriela Rivera (neurolingüística) y Lic. Belén Vázquez (lenguaje); al psicólogo Luciano Aletti; la psicopedagoga Adriana Cassani, la asistente social Marina Chamorro y la enfermera Daniela Leguizamón.