Pulsos de la política provincial

Un operativo de película para salvar a la política

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El secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, estuvo al frente de un megaoperativo en el marco de la lucha contra el narcotráfico en Rosario.

Foto: Télam

Darío H. Schueri

El gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti, regresó de Washington el pasado 15 de enero con la evidencia de que debía dar un golpe certero e impactante al narcotráfico en Rosario. Era el camino para recuperar el territorio usurpado por distintas bandas narco -subsidiarias de cárteles internacionales- que trasladan y comercializan en el menudeo local los estupefacientes, y que a sangre y fuego han convertido a esa ciudad en panóptico exculpatorio del narcotráfico nacional.

Los expertos norteamericanos le habían advertido a Bonfatti y a su amigo y ministro de Seguridad Raúl Lamberto que el avance del narcotráfico y el crecimiento de la violencia también se daba en las provincias del centro como Córdoba y Entre Ríos, pero que el “núcleo duro” y punto estratégico era Rosario, por su ubicación geográfica, por la confluencia de rutas terrestres con conexión internacional, como la 34 (Bolivia) y la 11 (Paraguay), y, sobre todo, por la hidrovía. Santa Fe posee 21 puertos privados y cuatro públicos, la mayoría dedicados a la exportación.

En aquel momento, el gobernador hizo notar que Rosario, al no ser la capital del país, donde hoy están centralizadas las fuerzas de seguridad federales, presenta cierta vulnerabilidad en el combate contra el narcotráfico. Corresponde decir al respecto que la Policía provincial está bajo sospecha de presunta connivencia con el narcotráfico, situación que quedó a la vista con el procesamiento de la banda de Los Monos, con 36 imputados de los cuales diez son efectivos de nuestra Policía, institución que, al decir del procurador de la Corte santafesina, Jorge Barraguirre, adolece de conducción política.

El espectacular operativo antidrogas desplegado el pasado miércoles en Rosario contó con la presencia de dos mil integrantes de las fuerzas nacionales de seguridad y grupos especiales de la Policía santafesina, helicópteros y hasta un avión de última generación, encabezado por el ostentoso secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni. El procedimiento, en el que se destruyeron 89 búnkeres de drogas y se detuvo a una veintena de involucrados (entre ellos a dos mujeres embarazadas), tuvo un mes de preparación con reuniones ultrasecretas en Rosario y la Capital Federal, un montaje camuflado por una cumbre sobre el cambio climático -para no despertar sospechas en la vecina ciudad de San Nicolás, donde supuestamente se realizaba-, y hasta agentes policiales vestidos como operarios de empresas de servicio para cortar las calles adyacentes a los lugares que iban a ser allanados.

El gobernador Bonfatti no dejó de ponderar la decisión política de la presidente de la Nación -que incluyó la visita a la provincia de la procuradora general de la Corte, Alejandra Gils Carbó- de atacar el nódulo cancerígeno territorial una vez que la Justicia y las fuerzas de seguridad federales y provincial aunaran esfuerzos sin absurdos celos funcionales ni réditos políticos por parte de sus superiores políticos.

El narcotráfico, en vísperas de un año electoral y con una población extremadamente sensible, no mirará pelos ni marcas para llevarse puestos a encumbrados políticos bienintencionados.

Esto fue el principio; quedarán en Rosario 2.000 gendarmes. ¿Por cuánto tiempo? El necesario para garantizar la tranquilidad ciudadana.

El poder de reagrupamiento de este sector es insondable. Además, el gobierno descabezó a la cúpula de la División Judiciales de la Policía de Santa Fe, sospechada de vínculos con el narcotráfico, e incluso delatada en la insólita entrevista televisiva que el prófugo narcotraficante “Monchi” Cantero mantuvo con un canal de TV porteño en un intento de ridiculizar el gobierno socialista que hace un año lo busca.

Entre narcos encolerizados y policías despechados seguramente se cocinará una áspera venganza de la que el gobierno seguramente tomó nota.

Un barniz para el peronismo

Señalábamos la semana pasada que el peronismo, en su instinto de supervivencia, trata de juntar el agua y el aceite para darle fuerza a una argamasa que le permita encarar decorosamente el amplio turno electoral del año que viene.

No exentos de recelos políticos, diputados y senadores peronistas, en mayor número que la primera vez, se juntaron nuevamente a cenar para coordinar una agenda legislativa que no los deje expuestos a ridículas y ridiculizantes internas como ocurriera en temporadas pasadas. Por cierto que la idea de agruparse con sus individualidades bajo un mismo alero partidario para llegar con un solo candidato a las generales del 2015 también fue motivo, aunque tangencialmente, de conversación en tan amable y distendida tertulia.

Un rato antes, en otro hotel de esta capital, más de medio centenar de entusiastas adherentes a la dupla Massa-Reutemann, provenientes de distintos puntos de la provincia y arropados por los seis senadores “renovadores”, se juntaron para afinar aspectos de la visita del líder del Frente Renovador a mediados de mayo a esta capital que, además de encuentros con entidades de la producción, culminará con un plenario en el que Carlos Reutemann comprometió su participación.

Asado frentista

Una vez más, un apetecible y bien cocinado churrasco sirvió para la distensión y la camaradería entre Bonfatti y los senadores radicales junto al vicegobernador Jorge Henn, quien el año que viene aspira a seguir siendo protagonista desde el ala opuesta en la Legislatura.

Entre vacíos y achuras, el gobernador les pidió a los senadores que batallen “cuerpo a cuerpo” con los presidentes comunales e intendentes, sean de su partido o peronistas, respecto de la conveniencia de aprobar la tasa vial, haciendo hincapié en que el 30 por ciento de lo recaudado se destinará a reparar sus maltrechas redes camineras comunales.

Al decir de algunos senadores, ya hay jefes comunales que lo están asimilando; al fin y al cabo los combustibles aumentan “a cada rato” (al menos hasta mayo) y ya nadie pone el grito en el cielo.

Bonfatti les contó que su colega De la Sota, que desde hace un año aplica el mismo método, tiene un pleito ante la Corte Suprema de Justicia por no haberlo fijado como tasa coparticipable. De la Sota ya envió un proyecto en tal sentido para que el 20% de lo recaudado sea coparticipado con sus municipios y comunas.

Por si esto fuera poco, Daniel Scioli lo llamó para pedirle el proyecto de ley a fin de estudiar la factibilidad de aplicarlo en su provincia.

Dicen los senadores que el gobernador está preocupado por la política salarial que podría dejarlo con 2.000 millones de pesos abajo al finalizar el año; aunque confía que la Legislatura le autorice el endeudamiento por más de 900 millones de pesos solicitado para obras públicas; básicamente la construcción de cárceles (otro de los recientes anuncios de Scioli) y acueductos. De Vido le prometió un ambicioso plan de viviendas.

Tal como finalizáramos la semana pasada, todas las aspiraciones e inquietudes de los políticos podrían llegar a temblequear si, como asegura el gobernador Bonfatti, “no pacificamos esta sociedad que resuelve los conflicto de manera violenta”.

En el megaoperativo que transformó a Rosario en un set cinematográfico, 2.000 efectivos de fuerzas federales llevaron a cabo acciones que permitieron el desmantelamiento de 89 búnkeres de drogas.