editorial

  • Según informes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Argentina es el tercer exportador de cocaína del mundo.

La droga sigue ingresando al país

Más de dos mil gendarmes desembarcaron durante las últimas semanas en la ciudad de Rosario, convertida desde los últimos años en el oscuro y violento escenario donde bandas de narcotraficantes extendieron su poder económico e injerencia territorial.

La decisión del gobierno nacional fue bienvenida por las autoridades de la provincia de Santa Fe, quienes desde hacía tiempo venían reclamando la colaboración de las fuerzas federales para hacer frente a una amenaza que excedía las posibilidades locales. Luego de varios años de enfrentamientos discursivos que dejaron al descubierto preocupantes miserias políticas, finalmente se pusieron de acuerdo y decidieron trabajar de manera coordinada.

Sin embargo, mientras miles de gendarmes custodian ahora los territorios que en su momento fueron ganados por el narcotráfico, la droga continúa ingresando a la Argentina sin mayores inconvenientes.

La situación del país es realmente delicada. De hecho, limita con Bolivia, tercer productor mundial de cocaína; y con Paraguay, primer productor sudamericano de marihuana.

Los estupefacientes ingresan al país por vía terrestre -el año pasado, informes periodísticos revelaron la escasez de controles en las fronteras-, a través de los ríos y, claro está, por vía aérea. Desde principios de los años noventa, las noticias vinculadas con pistas clandestinas en provincias como Santiago del Estero, Chaco o la zona norte de Santa Fe, se convirtieron en moneda corriente.

Pero esto no es todo. Según informes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Argentina es el tercer exportador de cocaína del mundo -el país es utilizado como trampolín hacia Europa y los Estados Unidos- y el primer consumidor de drogas en América Latina.

A mediados de 2011, el gobierno nacional anunció la puesta en marcha del operativo Escudo Norte, diagramado para detectar el ingreso de avionetas que atraviesan el espacio aéreo argentino transportando cocaína y marihuana.

Sin embargo, el Escudo Norte ha demostrado ser ineficaz para detectar e impedir el ingreso de estos vuelos. Si bien en estos años se secuestraron avionetas utilizadas por el narcotráfico, por lo general los decomisos se produjeron por hechos fortuitos o porque los vuelos fueron seguidos desde tierra por fuerzas policiales.

La Argentina y Paraguay son los dos únicos países del Cono Sur que carecen de leyes que permitan en derribo de aviones implicadas con el tráfico de drogas. El gobierno nacional se niega a discutir esta posibilidad. Algunos sostienen que se trata de una cuestión ideológica. Otros, en cambio, afirman que de nada serviría contar con este marco legal, ya que el país carece de medios efectivos como para actuar frente al ingreso de un vuelo sospechoso.

En los últimos días, el presidente de Bolivia, Evo Morales, promulgó la primera ley de defensa aérea del país, que incluye la posibilidad del derribo de aviones. Según el mandatario boliviano, “esta norma nos permite fundamentalmente enfrentar al narcotráfico”.

De esta manera, Bolivia se suma a países como Colombia, Chile, Brasil, Ecuador, Perú, Uruguay y Venezuela, que ya contaban con marcos legales similares.

Una simple mirada sobre estos países permite detectar con claridad que la lucha contra el narcotráfico va más allá de visiones ideológicas.

Argentina y Paraguay son los dos únicos países del Cono Sur que carecen de leyes que permitan el derribo de aviones implicados con el tráfico de drogas.