mesa de café

Tiempo de decisiones

REMO ERDOSAIN

Abel asegura que el otoño es la mejor temporada de Santa Fe. José asiente, mientras le hace señas a Quito para que le sirva un café. Marcial acaba de llegar y espera que le traigan su taza de té con galletitas. Yo, sigo leyendo los diarios del día.

—Días como éstos dan gusto vivirlos -concluye Abel.

—Por primera vez en mucho tiempo los escucho hablar sin necesidad de atacar al gobierno- observa José con tono burlón.

—Mientras no se te ocurra atribuirle al gobierno el buen clima -digo.

—El buen clima que nosotros creamos es social y político.

—Se nota -comenta Marcial.

—Ya nos van a extrañar cuando nos vayamos -exclama José.

—Que de una vez por todas admitan que se tienen que ir, es una novedad que no esperaba escuchar de tu boca -observa Marcial.

—Nos vamos a ir y después vamos a ver qué hacen ustedes.

—A lo mejor no venimos nosotros -digo- a lo mejor viene Scioli, por lo que, de alguna manera, continúan ustedes.

—Scioli no es tan nuestro -murmura José.

—A esta altura del partido, me parece que no sólo es el más leal que tienen a mano, sino que es uno de los menos malandras.

—En nuestro gobierno, como en cualquier gobierno, hay de todo: gente buena y mala, gente honrada y corrupta.

—Todo eso lo entiendo consiente Marcial- y, efectivamente, es como vos decís, pero afirmo algo y te hago una pregunta. Afirmo, que ahora no pueden venir con la excusa de que ustedes son como cualquier gobierno, porque desde que llegaron hasta ahora siempre se consideraron el mejor gobierno de los últimos doscientos años.

—¿Y la pregunta?

—Es la siguiente: ¿Cuándo nos van a presentar a los buenos y a los honrados?

José le está por contestar, pero intervengo yo para decir que la otra versión del continuismo podría muy bien ser Massa.

—Massa es un traidor -brama José- un traidor que nos metió Alsogaray en nuestras filas.

—También se les metió a Boudou y Echegaray, para nombrar a los más conocidos y famosos parece que es fácil infiltrarse en el kirchnerismo -digo.

—Sobre todo si se viene de la Ucede -observa Marcial.

—No entiendo cómo ustedes pueden creerle a un tipo como Massa -se queja José.

—Si le creyeron ustedes, muy bien podemos creerle nosotros responde Abel.

—Cuando te veo tan enojado con Massa, es cuando me dan más ganas de votarlo dice Marcial.

—No te imagino votando a un peronista dice José.

—Yo tampoco retruca Marcial.

—Y si tu candidato no es Massa, no me digas que vas a votar a un socialista o a un radical -le dice José a Marcial.

—Todavía falta para 2015 -se excusa Marcial.

—O sea que, ¿me querés hacer creer que todavía no sabés a quién vas a votar? -apura José.

—Yo te dije que no sé a quién voy a votar en 2015, pero para ahora yo ya tengo mi candidato.

—Y si no es indiscreción de mi parte, ¿se puede saber quién es?

—Ningún problema, se llama Macri.

—Me lo debí haber imaginado.

—A nuestro amigo Marcial siempre le gustaron los candidatos de la derecha, comenta Abel.

—Decime en pocas palabras en qué se diferencian Macri, de Cobos o de Sanz?

—Creo que hay diferencias.

—No seamos obvios -insiste Marcial- diferencias hay, porque las personas son diferentes, pero a la hora de gobernar las diferencias entre estos dirigentes no son relevantes, porque para las cosas que hay que hacer da lo mismo ser de derecha o de izquierda.

—Yo discrepo digo- yo creo que hay diferencias y, además, es bueno que esas diferencias existan y no se disimulen. Para eso está la democracia, después de todo. Si todos pensaran lo mismo, si lo que hay que hacer es siempre lo mismo, para qué vamos a perder tiempo con la democracia. Llamamos a concurso y seleccionamos al personal más idóneo para hacer lo que todos quieren que se haga.

—Pensándolo bien no estaría del todo mal lo que estás diciendo- responde Marcial con una sonrisa.

—No estoy tan seguro de eso- responde Marcial.

—Yo hice una observación en serio -digo- contestame en serio.

—Es lo que estoy haciendo. Pero te lo digo de otra manera. En política las respuestas hay que darlas en tiempo presente y hoy lo que la sociedad exige es que se administre bien, se mejore la calidad de las instituciones, se deje de robar y para realizar esas tareas poco importa ser de derecha o de izquierda, me refiero a una derecha o a una izquierda que funcionen dentro del sistema.

—Yo por el contrario -respondo- apuesto a construcciones políticas de mediano y largo plazo. No me interesa ganarle a los Kirchner a cualquier precio. Sino mirá lo que pasó con la Alianza.

—Discrepo otra vez -dice Marcial- yo creo que a los Kirchner hay que ganarles sin importar el precio que haya que pagar. Además, te recuerdo que la Alianza se hizo con el mismo sector peronista que ahora está gobernando.

—A mí me da no sé qué decirle a la gente que hay que votar por Macri -suspira Abel.

—A mí también -consiente José con una sonrisa.

—Esa gente -dice Marcial- lo va a votar a Macri aunque a vos te dé no sé qué. Un alto porcentaje de esos votos provienen de sectores que tradicionalmente en Capital votaron por los radicales.

—A mí me parece -digo- que las construcciones políticas progresistas a mediano plazo exigen paciencia, tiempo, pero son las que dan más resultados. Juntar el agua con el aceite nunca salió bien.

—Insisto en que Macri, Cobos o Carrió no son el agua y el aceite. Además, descreo de esas construcciones previstas para la eternidad. El PT de Brasil y el Frente Amplio de Uruguay son ejemplos aleccionadores. Trabajaron durante treinta años para llegar al poder y cuando llegaron descubrieron que lo que había que hacer poco y nada tenía que ver con los programas de cambio, las ilusiones antiimperialistas o la lucha por una sociedad mejor. ¿Qué tiene que ver lo que están haciendo Dilma Roussef o Pepe Mujica con el programa original de los partidos en el que iniciaron su militancia?

—Puede que lo que haya que hacer sea indistinto para la derecha o para la izquierda - digo- pero lo que cambia es la perspectiva, la gente que milita en un lado o en otro.

—Tu análisis me parece muy subjetivo -chicanea Marcial- muy a contramano de lo que receta el marxismo para estos casos.

—O sea -agrega Abel- que nuestros amigos se pasaron veinte o treinta años militando para algo que luego no es más que un intento por hacer un gerenciamiento eficaz del capitalismo -se pregunta Abel.

—Algo así -responde Marcial.

—Yo estoy en total desacuerdo con lo que dicen -interviene José- por el contrario, creo que hay tiempo para las utopías.

—¿Como las que propone la señora? -pregunta Marcial.

—Exactamente, como las que propone la compañera.

—Con los millones de dólares que esta buena chica hizo en el poder, no deja de ser sugestivo esta convocatoria a las utopías. Así yo también soy utópico.

—Yo creo -dice Marcial- que más que preocuparse por las utopías, esta chica debe preocuparse por no terminar como María Julia Alsogaray.

-No comparto -responde José.

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