editorial

  • El segundo trimestre del año será clave para saber si, efectivamente, la economía argentina ingresó en un período de recesión.

Señales desalentadoras

La palabra recesión comenzó a merodear entre los argentinos; y no es una buena noticia. No sólo porque las estadísticas reflejan estancamiento en algunas actividades y caídas pronunciadas en otras, sino porque la sola mención de un posible proceso recesivo representa un fuerte golpe para las expectativas de un país agobiado por las crisis cíclicas.

Se sabe que los estados de ánimos suelen impactar con fuerza sobre las variables económicas. Y en este momento, no se respira un clima de optimismo.

Según la consultora Abeceb.com, el país está ingresando en un período de “recesión leve”. Frente a este escenario, plantea que el año cerrará con una caída del PBI de 1,5%.

Desde el gobierno argumentan que este tipo de análisis macroeconómicos suelen ser malintencionados y funcionales a oscuros intereses encarnados en las grandes corporaciones. Sin embargo, hasta las cuestionadas estadísticas oficiales reflejan una realidad preocupante.

De acuerdo con los datos del Indec, la actual tasa de empleo es la más baja de los últimos cinco años. En el primer trimestre de 2014, la tasa de empleo en los principales aglomerados urbanos fue de 41,8%. Esto es 0,4 por ciento menos que en el mismo período del año anterior, lo que significa que la cantidad de habitantes ocupados en estos momentos es menor a la de hace un año.

En el Gran Santa Fe, la producción industrial cayó un 3,8 por ciento respecto a igual período del año anterior durante el primer trimestre. El empleo se redujo el 1,8 por ciento con relación a los tres últimos meses de 2013.

Los datos fueron publicados por el Centro de Estudios del Comportamiento Industrial de la Unión Industrial de Santa Fe (Ceci-UISF), a partir de información proporcionada por un conjunto importante de empresas de alta representatividad del sector.

Desde el Observatorio del Centro Comercial de Santa Fe, tampoco se brindan datos alentadores sobre lo que fue el primer trimestre de este año. En la mayoría de los rubros, las ventas reflejaron un estancamiento o un retroceso manifiesto.

En el sector, existe preocupación porque, tal como sucede con el resto de las actividades, los propietarios deben hacer frente a los aumentos salariales acordados en paritarias. “No estamos en recesión, pero casi”, aseguran desde el observatorio.

Al analizar la situación actual, todos apuntan a los efectos provocados por la devaluación del peso que el gobierno produjo en enero pasado. Si bien la medida contribuyó a estabilizar la paridad cambiaria luego de que se disparara el precio del dólar paralelo, la decisión impactó en los bolsillos de los consumidores.

Los precios internos aumentaron notablemente durante el primer trimestre, pero las mejoras salariales recién se están haciendo efectivas a partir de ahora. Por ese motivo, el 40 por ciento de los comerciantes locales que fue consultado dijo que mantiene cierta esperanza de que estos aumentos de sueldos contribuyan a revertir la tendencia de caída en el consumo.

Luego de la devaluación del peso, el gobierno no parece haber tomado ninguna decisión económica de fondo para enfrentar el proceso inflacionario, atraer inversiones genuinas y reducir el gasto público.

Mientras esto no suceda, cualquier medida que se tome tendrá efectos de corto plazo.

El gobierno no parece haber tomado ninguna decisión económica de fondo para enfrentar el proceso inflacionario, atraer inversiones genuinas y reducir el gasto público.