Mesa de café

La Argentina que nos tocó en suerte

REMO ERDOSAIN

Llovizna y según los informativos va a seguir así durante toda la semana. No hace mucho frío, pero el tiempo invita al café caliente, la taza de chocolate o té o alguna grapa de las de antes. Por la peatonal, la gente transita abrigada con sus pilotos y protegida por los paraguas. En una esquina dos chicos piden limosna; más allá, un muchacho se ofrece para lustrar los zapatos; siete u ocho personas hacen cola en un cajero, dos señoras entran en un local de ropa y un diariero se baja de la bicicleta y entra en un local bancario. Abel arroja el diario sobre la mesa y comenta fastidiado:

—Lo de Boudou es una vergüenza; ese tipo no tiene cara...

—Los que no tienen cara son los que lo designaron para ese cargo -digo.

—Hay que ser más preciso con el lenguaje -dice Marcial- y hablar no de los que lo designaron sino de la que lo designó.

—Ustedes son muy liberales -dice José- pero condenan sin pruebas y sin admitir el derecho de defensa.

—Tampoco hay pruebas para condenar a Jaime, a Lázaro Báez, a una señora que vos y yo conocemos acusada de enriquecimiento ilícito y a un juez federal cuyo apellido empieza con O, y que con sus actos transforma al Gordo Valor en un inocente monaguillo.

—Y pensar -dice Abel- que vicepresidentes fueron Alsina, Pellegrini, Vicente Fidel López, Figueroa Alcorta...

—¿Vos te referís al mismísimo Figueroa Alcorta que avaló el Golpe de Estado del treinta? -pregunta José.

—El mismo, es decir, el mismo que avaló un Golpe de Estado que entre sus entusiastas adherentes contaba con un capitán que respondía a los nombres de Juan Domingo.

—A la hora de hacer memoria, hay que decir que el peronismo nunca se distinguió por contar con vicepresidentes como la gente -observa Marcial- pensemos en el mamarracho de Hortensio Jazmín Quijano o en ese mercenario que se llamó Alberto Tessaire.

—Como contrapunto -dice Abel-, recordemos al vicepresidente de Alvear, me refiero a Elpidio González, el mismo que después de ser ministro y secretario de Estado volvió al llano sin un peso en el bolsillo y muchos lo recuerdan vendiendo anilina en la calle.

—Igualito a Boudou -comenta Marcial.

—Ustedes no se olviden de que también Cobos fue vicepresidente de un gobierno peronista -observa José.

—Ese pecado lo enmendó con su famoso voto “no positivo” -contesta Abel.

—¿Solano Lima no fue vicepresidente? -pregunta Marcial.

—Lo fue de Cámpora -respondo.

—Un verdadero desperdicio -dice Marcial- porque el talentoso era Solano Lima.

—Y Cámpora ¿qué era para vos? -pregunta José.

—Un alcahuete -responde Marcial-, un obsecuente tan servil que él mismo se jactaba de serlo.

—Dejemos de trotar por la historia y bajemos al presente -digo-, lo que no entiendo es cómo un tipo como Boudou no pide por lo menos una licencia.

—Porque eso y declararse culpable es más o menos lo mismo.

—Pero mientras tanto es un salvavidas de plomo para el gobierno.

—Lo que sucede -observa Marcial- es que la presidente lo designó por cuenta propia y pedirle licencia o que renuncie es admitir que una vez más metió la pata, admisión que esta señora con el sentido de perfección y autoestima que tiene no está dispuesta a hacer.

—Ustedes con la Alianza tampoco se quedaron atrás.

—Te recuerdo que el titular de la Banelco era peronista -refuta Marcial- y que la plata a repartir era para pagarles a los senadores de la causa nacional y popular.

—Además -agrego- a la hora de pensar en gobiernos corruptos no perdamos de vista que entre los diez años de Menem y los once años de Kirchner suman un total de veintiuno.

—Un buen período para enriquecerse a manos llenas.

—Ustedes sostienen que nosotros gobernamos para enriquecernos -se queja José.

—¿Y acaso lo hacen para otra cosa? -pregunta Abel.

—Yo te la pongo clara -dice Marcial-, en los gobiernos no peronistas la corrupción es una anécdota; en los gobiernos peronistas, la decencia es una anécdota, lo demás es jarabe de pico, cuentos para la gilada.

—Siempre la derecha acusó de corruptos a los gobiernos populares -se queja José.

—También los hemos acusado de criminales -responde Marcial-, ¿o acaso se olvidan de lo que hicieron entre 1973 y 1976?

—Lo más lindo de todo -digo- es que tienen el tupé de rendirle homenaje a Carlos Mujica, al mismo que mataron.

—A Mujica lo mató López Rega -responde José.

—Que seguramente era ministro por el Partido Liberal de Holanda -replica Marcial.

—Éste es un país maravilloso que cuenta con un gobierno maravilloso -digo-; la señora habla en contra de los ricos y la primera millonaria del país es ella y millonaria no por herencia o trabajo sino por otra cosa. Hablan de una Justicia sana, se llenan la boca en contra de los jueces, pero su juez preferido se llama Oyarbide.

—A lo que te agrego -dice Abel- el fiscal Campagnoli, al que van a liquidar dentro de poco, mientras Oyarbide goza de buena salud.

—De Campagnoli se dice que van a aprovechar que se inicia el Mundial de Fútbol para cortarle la cabeza.

—Y de Oyarbide, ¿qué se dice?

—Que es el mejor amigo que tienen los Kirchner.

—No es para menos; los salvó con la causa de enriquecimiento ilícito.

—Éstos, como Al Capone, van a caer por donde menos lo esperan.

—Para que todos los gorilas estén en contra nuestro, es porque estamos haciendo las cosas bien -exclama José.

—Decime una cosa, una sola que estén haciendo bien y te aplaudo.

—Los planes sociales, la asistencia universal...

—Vos me estás hablando en joda...

—Hablo muy en serio.

—Ustedes, como Richelieu, podrían decir que el mucho mal que han hecho lo hicieron bien y el poco bien que hicieron lo hicieron mal.

—¿Quién es Richelieu? -pregunta José.

—Un cardenal gorila -responde Marcial.

—Me lo imaginaba -concluye José.

—Ahora lo que yo no entiendo -digo- es cómo puede ser posible que el país ande tan bien y mientras tanto crecen los planes sociales y los de asistencia universal.

—No te entiendo -balbucea José.

—Elemental Watson; si el país anduviera tan bien habría empleo para todos y por lo tanto ni los planes sociales ni la asignación universal serían necesarios.

—Yo te la hago fácil -dice Marcial-; éste es un país que soporta que Oyarbide sea juez; Boudou, vicepresidente; Timerman, canciller, y Lázaro Báez, el recaudador de la corona.

—No es el único -aclaro.

—No es el único, pero es el que se reporta exclusivamente a una señora que reside en El Calafate.

—Ojalá -dice Abel- el próximo gobierno investigue a los corruptos.

—Ojalá se arme una Conadep de la corrupción.

—Ése va a ser un pretexto de los gorilas para perseguir de vuelta a los peronistas -exclama José.

—No va a ser para perseguirlos, va a ser para meterlos presos -responde Marcial con una sonrisa.

—Ustedes tampoco son trigo limpio.

—Al lado de ustedes, cualquiera de nosotros, el más pícaro y desprolijo, el más ligero o desalmado, es la madre Teresa de Calcuta.

—No comparto -concluye José.

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