PRELUDIO DE TANGO
Virginia Luque

PRELUDIO DE TANGO
Virginia Luque

Manuel Adet
De la mano o en brazos de “Café de los maestros”, Virginia Luque llegó al Colón y fue la estrella de la noche. Tenía entonces alrededor de ochenta años, pero sin embargo se dio el lujo de interpretar un par de tangos donde demostró que no en vano había sido la alumna predilecta del maestro Julián Viñas. Por otra parte, más de cincuenta años en los más diversos escenarios donde tuvo el privilegio de hacer de todo, avalaban esa presencia cautivante que el público aplaudió de pie.
Gustavo Santaolalla cuenta que a la hora de interpretar “La canción de Buenos Aires”, él tenía sus prevenciones porque suponía que con su edad Virginia tendría serias dificultades para cantar un poema cuya música carece de una rítmica fija y deja espacios peligrosamente abiertos para un cantor improvisado, con escasos recursos o algo distraído.
Como para anticiparse a los hechos, le explicó a la cantante que no se hiciera demasiados problemas por las dificultades porque hoy con la tecnología existente todo podía acomodarse. Santaolalla cuenta que Virginia lo miró algo molesta y le dijo que ella no necesita de esos recursos para hacer lo que corresponde. Y efectivamente, para el asombro de Santaolalla y la emoción de todos, cantó “La canción de Buenos Aires” y no hubo necesidad de hacerle una sola corrección.
Oficio, experiencia, sensibilidad, todo se amalgamaba en ella para hacer de cada tango una pequeña obra maestra. Si algún tema la distinguía y, de alguna manera, la inmortaliza, es “Patio de la morocha”. Pero en su repertorio desparramado en catorce discos de larga duración, puede disfrutarse de temas como “Desencuentro”, “Milonga sentimental”, “El Choclo”, “Malevaje” y “Uno”. Personalmente, estimo que su versión de “Yo no sé qué me han hecho tus ojos”, es excelente.
Hasta este año, Virginia Luque, junto con Nelly Omar, fue una de las escasas sobrevivientes de la época de oro del tango, es decir, de la década del cuarenta. No le fue fácil abrirse espacio en un ambiente masculino, sumamente competitivo y machista por definición. Cuando alguna vez le preguntaron por qué no hay mujeres dirigiendo orquestas, respondió con su mejor sonrisa: “Por machismo”. Fue amiga y discípula de Azucena Maizani, quien le regaló un poncho gaucho, textos escritos por Gardel y la convicción de que lo suyo era el tango, un género que si, además, lo cantaba vestida de compadrito, todo visualmente iba a salir mejor.
La capacidad actoral para desenvolverse en el mundo del espectáculo la aprendió prácticamente desde niña. Sus maestros fueron Carlos Perelli y Angelina Pagano. En su dilatada trayectoria se dio el gusto de cantar con Atilio Stampone, Osvaldo Requena, Omar Valente y Roberto Pansera, entre otros. En algún momento, dejó la pantalla y se sumó al teatro de revista para transformarse en una de las grandes vedettes de la noche porteña. Para esa época, la compañía de Carlos Petit la contó entre sus filas y, según se dice, fue la mejor.
Fue precisamente en los años sesenta cuando se consagró en los grandes templos del tango: Michelángelo, Viejo Almacén y Casablanca. En la televisión lució sus atributos en “El show de Antonio Prieto”, “Tropicana Club” y “Grandes valores del tango”. En definitiva, su paso por el cine, el teatro de revistas y la música del dos por cuatro le permitieron lucirse en el escenario, entre otras cosas porque, además del oficio, era hermosa y tenía una figura escultural.
Virginia Luque en realidad se llamaba Virginia Mabel Domínguez. Nació en Buenos Aires el 4 de octubre de 1927 en la maternidad del Hospital Rivadavia. Uno de sus biógrafos asegura que el barrio de su niñez fue Temperley, pero otros escritores observan que su infancia transcurrió en el barrio del Abasto, en calle Laprida, hoy Agüero. El promotor de su carrera, la que le dio oportunidades y contactos, fue su propio padre -un sastre de la mítica Casa Muñoz- aunque ella en una entrevista radial admitió que desde chica quería ser actriz y cantante.
Fue su padre precisamente el que la entusiasmó para que se presentara en un concurso de canto español en radio Belgrano, concurso que ganó sin atenuantes y que la iniciara en el mundo del espectáculo a través del teatro y el canto. En 1943, debutó en el cine en la película “La guerra la gano yo”, dirigida por Francisco Mujica y en la que actúa también Pepe Arias. Apenas había dejado la adolescencia y ya estaba relacionada con el mundo de la farándula. En la década del cuarenta participó en las películas “Se rematan ilusiones”, “Allá en el setenta y tantos”, “El tercer huésped”, “El hombre del sábado”, “Don Juan Tenorio” y “Un tropezón cualquiera da en la vida”.
En 1949, Manuel Romero la convocó para filmar “La historia del tango”, con Fernando Lamas, y gracias a esa película ascendió a la condición de primera actriz. En la misma línea y con el mismo director, filmó “Arriba el telón”, acompañada de Sofía Bozán, Jovita Luna y Juan Carlos Mareco, el popular “Pinocho”. Desde esa fecha en adelante participó en alrededor de treinta películas. En 1974, se despidió con “Los chicos crecen”, acompañada de Luis Sandrini. De todos modos, su última filmación fue “Café de los maestros” en 2008.
Quien le insistió desde que se la presentaron para que se dedicara al canto, fue el maestro Francisco Canaro. En 1946, la hizo cantar “Si tú me quisieras”, un poema escrito por Ivo Pelay. Sus primeras grabaciones las realizó en el sello Pampa acompañada de la orquesta de Argentino Galván. La consagración en Buenos Aires la proyectó a todo el país y al mundo. Virginia Luque grabó en España y Portugal. En París, produjo un disco con poemas de Alfonsina Storni. A mediados de los sesenta, viajó a Israel e interpretó los tangos en iddisch. Para esa misma fecha, participó activamente en una movida destinada a juntar fondos en solidaridad con las víctimas de la llamada Guerra de los Seis Días. Los éxitos musicales la acompañaron en Japón y en América Latina, particularmente en el Caribe donde vivió un par de años. Ya para entonces, Virginia Luque era por méritos propios “la estrella de Buenos Aires”.