Ángeles de la tercera edad

Los invisibles y lo esencial

11-1-DSC_6801.JPG

Algunos de los ancianitos son visitados asiduamente por sus hijos, que pasan con ellos las horas charlando un rato y tomando unos mates.

 

En barrio Los Ángeles se encuentra el hogar para ancianos Amor y Esperanza. Esta institución trabaja prácticamente en solitario, protegiendo y conteniendo a ancianos, a los cuales la vida los ha convertido en seres invisibles.

En una sociedad justa, la niñez y la ancianidad deberían ser los grupos etarios más preservados. En una sociedad justa, nadie debería vivir en la calle o terminar sus días abandonado en un hogar de ancianos.

Pero la nuestra no es una sociedad justa.

Intentando brindar el mejor cuidado a estas personas que se encuentran completamente indefensas, existen instituciones que trabajan contra viento y marea, luchando contra la burocracia, los costos e incluso muchas veces contra el completo desinterés de las familias de quienes cobijan. Tal es el caso del hogar Amor y Esperanza.

Estela Maris Torres, su directora, nos cuenta que “este lugar nació por la necesidad que tenían muchos ancianos de la ciudad, sin recursos y sin techo”.

El hogar pertenece a la Asociación Mutual Ley 5.110 y mantiene convenios con la provincia y municipalidad, ya que su problemática principal es la gente en situación de calle, personas que cobran la 5.110, y otros particulares que cobran la jubilación mínima y no tienen manera de lograr que sus últimos años de vida transcurran con dignidad.

En este momento, el hogar asiste a 30 ancianos. El abordaje que allí se realiza es intenso.

“Somos un equipo multidisciplinario. Hay que pensar que cuando llega una persona en situación de calle, lo hace generalmente sin DNI o sin haber pasado nunca por un efector público. Es una persona que está invisibilizada desde hace muchos años. De modo que tratamos de reconstruir la identidad de esta gente. Es entonces cuando nos encontramos con personas con Epoc, insulinodependientes, desnutridos, con accidentes cerebrovasculares...”, cuenta Estela.

“También intentamos reconstruir los vínculos. Muchas de estas personas están solas, sobre todo aquellas que desde hace mucho tiempo viven en la calle. De a poco los reinsertamos y los ayudamos a que socialicen con sus compañeros en el hogar”, agrega Torres.

La mayoría de las personas alojadas constituyen casos derivados. Gente que ha quedado completamente sola. Algunos han sido abandonados en hospitales, otros han pasado muchos años en la calle o han venido de otras provincias buscando familiares y se han perdido. Pero quizás los casos más desgarradores son aquellos en los que fue la misma familia la que los ha “descartado”.

Estela explica que generalmente estas personas no cuentan su historia desde el primer día, sino que a medida que se van sintiendo contenidos, van abriéndose. Es recién entonces cuando desde la institución, una joven que trabaja ad honorem intenta ubicar a algún familiar o establecer algún contacto.

A esta tarea, según Estela, deberían realizarla asistentes sociales del municipio y el gobierno provincial. Pero éstos no siguen los casos una vez que los ancianos son derivados al hogar.

“Son todas historias muy duras y son pocos los finales felices. Algunas veces sí se reencuentran con sus familias, o consiguen una changa o una pensión y se van a vivir a sus propias casas”. Pero la mayoría termina falleciendo acá, sin volver a ver a sus seres queridos”, cuenta la directora del lugar.

11-A-DSC_6791.JPG

Risas y masa. El personal del hogar y los ancianos, aprovechando la fría mañana para hacer unas exquisitas galletitas y charlar un rato.

“Dios vive en este hogar”

  • El hogar no da abasto. Con el invierno aumentan los pedidos de cama, pero al no haberse formalizado los convenios necesarios con provincia y municipalidad, es imposible darle cobijo a más ancianos.

“La provincia pagaba por tres plazas $ 1.000 cada una y la municipalidad por 20 plazas, $ 500 cada una. Pero está todo detenido desde fines del año pasado”, explica Estela. “Yo digo que Dios se acuesta y se levanta con nosotros, porque si no sería imposible enfrentar todas las dificultades que se nos presentan, siendo que las necesidades son muchas y se deja todo en manos de la institución”, lamenta Estela.

11-2-DSC_6823.JPG

En el hogar se realizan varias actividades durante la mañana. Todo es movimiento en el salón principal.

Fotos: Flavio Raina

11-3-DSC_6803.JPG

El trabajo en el hogar es intenso. Desde contener a los ancianos, hasta ayudarlos a reconstruir su historia, nada es suficiente para protegerlos.

Para saber

Servicios. El barrio tiene energía eléctrica, agua potable y recolección matutina de residuos. Sólo el sector del hospital Sayago tiene cloaca; el resto del barrio no. Gas natural hay, desde no hace mucho tiempo, en una buena parte del barrio por iniciativa de la Municipalidad. En estos momentos se está extendiendo la red para beneficiar a más familias.

Transporte público. No hay ninguna línea que ingrese al barrio. Hace unos años, a Los Ángeles entraba el 5; pero por el estado de las calles dejó de circular. Los vecinos deben ir hasta las avenidas para tomar un colectivo.

Escuelas. Una, que es primaria y secundaria, en las inmediaciones del hogar Amor y Esperanza. Muchos chicos del barrio asisten a escuelas de barrios lindantes como Pompeya y Las Flores.

Centro de Salud. Hospital Sayago.

Comisaría. No hay. La zona pertenece a la seccional 10ª, ubicada en el barrio Piquete y Las Flores.

Vecinales. Una. Se llama 21 de octubre.