Ecología

“El Protocolo de Kioto fracasó hace tiempo”

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Johanna Schmeller/ Cristina Papaleo

Pablo Kummetz (DW.DE)

El anuncio de Canadá de retirarse del Protocolo de Kioto no es, de acuerdo con expertos en el tema, ninguna sorpresa. “En realidad, es más bien la concreción de lo que ya sucedió hace tiempo en la práctica”, dice Mojib Latif, investigador de fenómenos climáticos de la Universidad de Kiel.

El ministro canadiense de Medio Ambiente, Peter Kent, fundamentó su decisión en diciembre pasado diciendo que, de no abandonar el tratado, su país corría peligro de tener que pagar multas por unos 14 mil millones de dólares. “Kioto hace tiempo que fracasó, y ahora el gobierno de Canadá sólo ha consumado el último paso formal. Es una actitud consecuente”, explica Latif, “dado que Canadá tampoco había cumplido con sus obligaciones.”

El Protocolo de Kioto se firmó en 1997 y entró en vigor en 2005, siendo el único tratado vinculante de protección climática hasta el momento. Todos los países miembro del acuerdo se comprometieron de manera vinculante a reducir sus emisiones de dióxido de carbono. En el caso de Canadá, en un seis por ciento hasta 2012, en comparación con la cifra de 1990. Sin embargo, las emisiones de ese país se incrementaron notablemente en los últimos 20 años. El gobierno conservador del primer ministro Stephen Harper ya había sacado sus propias conclusiones cinco años atrás, y dio marcha atrás en las leyes del gobierno liberal que lo antecedió y que dictaban la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Débil conciencia ecológica

Determinantes para el abandono definitivo del Protocolo de Kioto fueron, no en último término, motivos económicos y de política energética. “Canadá es un país que depende en gran medida de la explotación de los recursos de su suelo, entre otros, de sus hidrocarburos. Esas industrias producen una enorme cantidad de emisiones de CO2”, expresa Martin Thunert, experto en Canadá del Centro de Estudios de América del Norte, en Heidelberg. Por eso, el actual gobierno prefiere mantener una actitud favorable respecto de la economía, que ser solidario con la comunidad internacional. “Canadá es un país sin pasado colonial, y no siente que le deba algo a otros países”, enfatiza Thunert.

Otra razón es que tampoco los EE.UU, ni China han reconocido aún el Protocolo de Kioto, y son los responsables de más del 40 por ciento del total mundial de emisiones de CO2. Canadá “no quiere llevar sobre sus hombros una carga unilateral” a causa de la no participación de EE.UU., subraya Latif.

El ministro canadiense de Medio Ambiente, Peter Kent, se refirió a la Conferencia sobre el Clima de Durban como “un camino prometedor y compatible”. El Protocolo de Kioto, por el contrario, es un “obstáculo” para la lucha conjunta contra el cambio climático, dijo Kent. “El gobierno de Harper tampoco apoyará en el futuro una solución climática que no comprometa a China, los EE.UU. e India”, dice Thunert. Y agrega que, en este momento “no es adecuado transmitir a nivel político objetivos nacionales, sino que más bien se deben formular metas para las diferentes ramas de la industria”.

No se excluyen jugadas individuales

En Canadá, la importancia de la protección del medio ambiente perdió gran parte de su significado en un lapso de pocos años. En 2006, los temas ecológicos ocupaban un lugar predominante en las encuestas. Fue el año en que se estrenó la película “Una verdad incómoda”, del candidato demócrata a la presidencia de los EE.UU. - y más tarde Premio Nobel de la Paz- Al Gore, filme que entusiasmó al público canadiense. En 2011, sólo un 13 por ciento de los encuestados señaló que consideraba importante la protección del clima.

“No son acuerdos multilaterales para dar solución a problemas globales a lo que apunta el gobierno de Harper”, opina Petra Dolata, profesora en el King’s College, de Londres, y colaboradora de la Sociedad alemana de Estudios Canadienses. Ella piensa que Canadá se encuentra en camino hacia una jugada individual en política climática. Objeto de conversación son, según Petra Dolata, los niveles de referencia de emisiones de CO2 específicos para las diferentes ramas industriales, como, por ejemplo, para la producción de petróleo de arenas de alquitrán. También se considera introducir certificaciones para determinados productos industriales, por ejemplo, que contienen materiales plásticos con un porcentaje muy bajo de CO2.

Estas medidas, empero, no parecen ser aún suficientes. “Si los EE.UU. y China siguen bloqueándose mutuamente, y los países industrializados no asumen su responsabilidad histórica -asegura Latif-, no será posible lograr el objetivo de combatir el cambio climático”. Para detener el calentamiento global, las emisiones de CO2 deberían reducirse en un 50 por ciento hasta la mitad de este siglo. “El Protocolo de Kioto fue una acrobacia verbal. Y Canadá no ha hecho ahora más que documentarlo ofensivamente”, concluyó el investigador.

Para detener el calentamiento global, las emisiones de CO2 deberían reducirse en un 50 por ciento hasta la mitad de este siglo.