Mano a mano de El Litoral con Claudio Gugnali, el hombre de confianza de Alejandro Sabella en la selección...

“Di María me hizo llorar como en Bolivia”

  • Nos atendió en Cidade Do Galo, gracias a la autorización de Sabella y en un día que no era de atención a la prensa. Dijo que tenerlo a Messi todos los días “es lo mejor que nos puede pasar a todos” y auguró que Higuaín la va a meter el sábado.
“Di María me hizo llorar como en Bolivia”

Hablemos de fútbol...

El enviado de El Litoral, Enrique Cruz (h), y un mano a mano exclusivo de lujo con Claudio Gugnali, quien repasa la actualidad de la Selección y recuerda a cada frase su cariño por Santa Fe.

Foto: Remigio Bouquet

 

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Belo Horizonte)

[email protected]

Cidade do Galo está quieta, serena y tranquila. Por allí anda Bilardo, seguramente supervisando todo tal como es su costumbre. Detallista hasta en lo más mínimo, es un hombre que ha traído su experiencia de mundiales y tantos momentos vividos en el fútbol. Coco Ventura, el jefe de Prensa, está atento a la llegada de El Litoral. “Coco, tengo que hacer entrar al fotógrafo y no tiene credencial”, fue la pregunta que tuvo una rápida respuesta: “No es ningún problema, ya hablé con Gugnali y me dijo que a las 19.30 te va a atender. Sos el único que hará entrevistas hoy”, fue la respuesta.

Todo esto empezó luego de la victoria con Suiza. “¿Cómo no te voy a dar una entrevista a vos?”, le dijo a este enviado cuando lo consulté en la zona mixta del Arena Corinthians, en medio del desahogo y la emoción por un final no apto para cardíacos. Bastó un mensaje telefónico para concertar el horario, simplemente. Es un tipo agradecido de Santa Fe y no lo oculta. “Avisale a los muchachos de allá que vayan preparando las brasas y la carne”, fue el pedido casi a manera de ruego, para compartir el asado de siempre con Pancho Rodríguez y toda una “banda” que lo recibe en Santa Fe, “y en la que hay colonistas también”, se encarga de aclarar Gugnali, aunque parezca de más, porque muchos lo recuerdan de su paso por jugador en Colón, allá por el primer lustro de los ‘80.

—¡Qué sufrimiento, Claudio!

—Puede ser, pero creo que lo ganamos bien al partido y nos criticamos porque no entendimos bien por qué apareció el suizo para ganar de cabeza. Pero en esa jugada, hasta el arquero se fue a buscar el cabezazo. Di María lo tuvo para liquidar con el arquero jugado en ataque. Pero eso se dio en medio de una situación con muchas zozobras, lo reconozco.

—¿No te dio la sensación de que los jugadores pensaron que el partido se terminó con el gol de Di María?

—Es que a veces, la confusión trae confusión. Ellos nos mandaron hasta el arquero a cabecear y luego del gol nuestro nos llamó la atención esos tres minutos que dio el árbitro. Lo que pasa es que nuestro festejo se prolongó demasiado. Fue un momento de desborde, lo reconozco, nos metimos todos adentro de la cancha, fue una locura. Pero si Di María, en vez de patear sin arquero en esa jugada que se fue afuera, seguía con la pelota hasta el córner, no terminábamos metidos adentro del área. Pero son esos segundos difíciles de mantener el equilibrio.

—¿Hay paridad en el fútbol, rivales que sorprenden o es como dice Alfaro que todos los equipos son mortales?

—Nosotros fuimos de menos a más hasta ahora. Los cuatro resultados fueron de mínima diferencia, pero el equipo fue creciendo y este partido con Suiza resultó el que menos merecimos la mínima diferencia, porque era un partido para ganar por más. Tuvimos seis o siete situaciones más que ellos. No tiramos pelotazos, no nos desesperamos, buscamos por todos los medios y lo ganamos bien.

—¿Es posible que todavía no se sacaron en la cancha y en el trámite de los partidos las ventajas que se pueden sacar?

—Nosotros somos conscientes de nuestro poderío y trabajamos para eso. Lo que pasa es que no hay tiempo para trabajar, sólo para recuperar. Bélgica, el próximo rival, es un equipo corredor que se para 4-1-4-1 y tiene una buena propuesta, los dos volantes externos son buenos en el mano a mano, es un equipo joven, corredor. Va a ser un lindo partido.

—¿Qué conviene desde lo táctico, seguir así o pensar en algunas alteraciones para sorprender?

—Argentina tuvo una forma de jugar, fuimos protagonistas, no metemos pelotazos, nos asociamos, formamos tándem, por eso cambiamos el perfil de Di María y de Lavezzi para que los dos marcadores de punta pasen al ataque y por eso Di María llega al gol, atacando con la pierna cambiada. Nuestra idea es respetar la idea y no traicionarla.

—Se dice que el equipo es inseguro defensivamente, que no tiene acompañamiento Mascherano en la marca, que Gago e Higuaín no están bien y que falta más marca en el sector derecho. ¿Esto mismo se lo cuestionan ustedes?

—Yo lo digo con respeto: no escuchamos mucho ni leemos. Hicimos 9 puntos en la fase clasificatoria, ahora ganamos y respetamos las críticas pero sólo pensamos en trabajar. Si escucháramos todo, nos levantaríamos a la mañana y tendríamos dudas sobre si clasificamos o no. Por ahí se dicen muchas cosas que son buenas y que sirven para nuestra autocrítica. Pero a veces se exagera o se sobredimensiona. Por eso, te repito, a veces nos decimos a nosotros mismos que si le daríamos identidad a todo lo que se dice, deberíamos pellizcarnos todas las mañanas para ver si estamos clasificados o si estamos eliminados.

—En este tipo de instancias, ¿hay que priorizar solamente el resultado porque si perdés te volvés a casa o hay que pensar en el funcionamiento como el mejor camino para llegar a ese resultado?

—El resultado es determinante, si no ganás te vas. Para ganar hay que tener un camino, una idea. Nuestra intención es jugar por abajo y lo tenemos a Messi que, en un tiro libre, te lo puede definir. Confío en que el equipo crecerá, confío en esta burbuja de fe que se armó y el micro nos “dijo” que íbamos a ganar, porque llegamos al estacionamiento del Arena Corinthians y los jugadores seguían cantando, no había forma de pararlos. Ahí comprobamos que ganábamos.

—Brasil da la impresión de que es un plantel al que el Mundial le pesa en algún lugar. ¿Le pesa a Messi, por ser el mejor del mundo?, ¿le pesa a ustedes por la esperanza que tenemos todos de llegar bien alto?

—Trabajar con Messi es lo mejor que nos puede pasar a todos, es el mejor del mundo y es uno más en el trato, en la vida diaria. Lionel es terriblemente humilde, sencillo y una satisfacción verlo en el día a día. Sé que los argentinos están necesitando un logro y haremos todo lo posible para hacerlos feliz.

—Te tiraba recién todas las pálidas, pero debo reconocerte lo de Romero, lo de Rojo, que demostró ser un jugador de selección y de Mundial, en parte lo de Garay...

—El equipo tiene una identidad, sabemos a qué jugamos y puede frotar la lámpara Messi, llegarán los goles de Higuaín, el Kun Agüero se está recuperando a pasos agigantados y puede ser útil si seguimos adelante y Di María ya me hizo llorar dos veces.

—¿Por qué?

—Ya lo hizo en Bolivia, porque venía con un problema físico del Real Madrid y sin embargo corrió en la altura más que los bolivianos. Y el otro día fue tremendo, porque se le venía negando todo en el partido, Benaglio le había sacado una pelota del ángulo y ese corazón enorme que tiene este flaquito emociona, dejó la vida y tuvo su gran premio con un gol a los 118 minutos habiendo corrido todo el partido.

—¿Los dejó conforme el trabajo de Lavezzi, jugando por los costados y más retrasado?

—Es que la salida del Kun, por lesión, hizo que entre un jugador diferente. Lavezzi ha jugado bastante como delantero externo en el París Saint Germain y decidimos aprovecharlo. Entró bien con Nigeria, y con Suiza hizo un muy buen partido hasta que se cansó. Pocho estaba necesitado de un espacio, venía pidiéndolo a gritos.

—¿Va a ser más difícil Bélgica que Suiza?

—Sí, puede ser. Es un equipo joven, vamos a ver cómo reaccionan cuando lo vean a Messi e Higuaín. Le ganaron bien a Estados Unidos. No va a ser fácil.

—Hablando de Higuaín...

—Sí, ya sé lo que me vas a decir... Anotá esto: el Pipita va a meter un gol el sábado. El otro día no jugó mal y tuvo chances. Le tengo mucha fe para el sábado.

“Humilde, sensato y sencillo”

Claudio Gugnali habló largo y tendido de la relación con Messi y de lo que significa la convivencia con una súper estrella como él.

—¿Lo ves enchufado?

—A Messi lo veo muy bien, con mucho compromiso. Si antes lo quería, ahora lo quiero mucho más, porque es el ejemplo de la humildad, de la sensatez y de la sencillez. Es agobiante vivir como vive él, porque es la selección con Messi, pero él provoca algo que no provoca nadie y nos llevamos bárbaro, tanto con el cuerpo técnico como con el grupo.

—Se nota que es un muchacho que se hace querer...

—Ahora que tengo más datos sobre él y en la convivencia, lo quiero mucho más.

—Son todos megaestrellas, pero, ¿cómo notás que asimilan los compañeros el hecho de convivir con una persona así?

—Yo creo que los compañeros sienten una admiración por él. Messi es un chico correcto, justo, colaborador, alienta a sus compañeros y por todas esas cosas es un merecido capitán de la selección. Lo quieren, lo respetan y en la cancha se la dan porque lo admiran y saben que si frota la lámpara, se define todo.

 

Las críticas y Maradona

  • El tema Tevez fue el primero que generó cuestionamientos, algunos más encendidos que otros, pero cuestionamientos al fin. Si alguien está agazapado esperando el fracaso para caerle con todo el rigor a Sabella, es algo muy probable y diríamos que naturalmente lógico en un ambiente en el que basta que dos personas se pongan a dialogar de fútbol para que se genere una discusión de ideas. El 5-3-2 del primer partido generó que se levanten muchas voces críticas hacia Sabella.

—¿Cómo conviven con las críticas y los cuestionamientos?

—No leo, no escucho, soy un profesional del fútbol, sólo trabajo para neutralizar al rival, esa es nuestra función y estamos mentalizados en que debemos darle al jugador los elementos para que pueda descollar. Ese es el objetivo y no otro. Por eso, y lo digo con todo respeto, nosotros trabajamos. Y tratamos de leer y escuchar lo menos posible.

—¿Te queda todavía el “bichito” de cuando fuiste técnico?

—Fui feliz siendo técnico, tuve muchas alegrías. Pero es un orgullo ahora ayudarlo a Alejandro, porque es un tipo humilde, sensato y con valores, algo difícil de encontrar en estos tiempos en que todas estas cosas están carentes. Jugué con él, lo conozco desde hace tiempo y dejamos de vernos cuando abandonamos el fútbol. Al reencontrarnos, me dio mucho gusto hablar de fútbol con él. Me enriquecí. Es una persona inteligente y, como te dije, muy sensata.

—¿Los consulta?, ¿opinan?, ¿deciden?

—Alejandro es un tipo que piensa, que pide disculpas, que da libertades. Nosotros podemos opinar, debatir y él se limita a tomar la decisión y nosotros nos encolumnamos detrás de él. Hoy sólo me pasa por la cabeza serle útil a un tipo sensacional como él.

—¿Pensás que fue destratado como entrenador?

—Respeto las opiniones pero no voy a debatir porque sé lo que es Sabella como ser humano y como técnico. Que me perdone el que escribe o el que habla, pero no lo tomo cuando no comparto lo que se dice de Sabella.

—¿Te duele que Maradona diga que hay jugadores que “sobran” el Mundial?

—Yo le tengo mucho respeto a Diego, jamás debatiría con él, fue un monstruo como lo es Messi ahora, un verdadero prócer del fútbol argentino. No escuchamos mucho, te digo de verdad. Estamos atentos a que los jugadores se sientan atendidos y tranquilos para descansar. Eso nos lleva mucho tiempo como para estar pensando o viendo otras cosas.

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El grito sagrado

El póster de atrás puede ser una síntesis de lo que Gugnali transmite sobre el sentimiento de todo el plantel y cuerpo técnico que está en Brasil. El sueño de ellos es el de todos.

Foto: Remigio Bouquet

¿Por qué tanto sufrimiento?

—Contame qué pasó en ese final, Claudio...

—Cuando empezaron a pasar los minutos y el arquero nos sacaba todas las pelotas que le llovían sobre su área, nos empezamos a desesperar. Te cuento una anécdota: cuando hicimos el gol fue un desborde, los suizos se quedaron esperando en el medio con mucha paciencia y respeto, y cuando iban a mover la pelota, el árbitro dio tres minutos y no entendíamos nada. ¿Qué pasó?, nos preguntamos. ¡Y claro, si estuvimos como tres minutos festejando! El gol fue a los 118 minutos, pero cuando los suizos sacaron, habían pasado dos minutos como mínimo de festejo.

—¿Qué pasó en esos tres minutos, que hubo dos amarillas, un tiro en el palo, un córner y un tiro libre?

—Es como cuando falta un round o menos de una pelea y el rival sale a gastar todos los cartuchos que le quedan. Fueron a cabecear todos en esa jugada del palo. Y hoy discutimos con Alejandro Sabella porque nos decía: “Muchachos, ¿por qué aparecen jugadores libres para cabecear tan cerca de nuestro arco?”. Y nosotros le respondimos que faltaba el técnico nomás adentro del área. Sumaron mucha gente, ahí estuvo el problema.