Reformas en el Banco del Vaticano

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En su segunda fase de reforma, el Banco del Vaticano abrió sus puertas a la prensa. Foto: EFE

por Javier Alonso

(EFE)

El Instituto para las Obras de Religión (IOR), el denominado Banco del Vaticano, dice haber entrado en una fase de “transparencia” y sigue cerrando cuentas de clientes cuyos intereses entran en conflicto con sus objetivos mientras permite a la prensa conocer sus instalaciones.

Éste será uno de los objetivos de la conocida como “segunda fase” en la reforma del banco, una institución que en el pasado fue vinculada con escándalos como la quiebra del Banco Ambrosiano, ocurrida en los años 80 del pasado siglo y sobre la que el Vaticano admitió luego una “implicación moral”.

Hace unos días asumió su dirección a tiempo completo el empresario francés Jean-Baptiste De Franssu, con el propósito de pilotar la “transición pacífica” del IOR, como la definió el prefecto de la Secretaría de Economía, el cardenal australiano George Pell, “de facto” ministro de Economía de la Santa Sede.

Alojada en el torreón de Nicolás V, una construcción circular adosada al Palacio Apostólico, las dependencias del IOR eran hasta hace bien poco tiempo sólo accesibles para quien tenía una cuenta con el banco, pero ahora comienzan a abrirse también a la prensa.

La reforma del IOR es uno de los aspectos esenciales de los cambios introducidos por el Papa Francisco en la gestión de las finanzas vaticanas, una tarea que implica el reto de arrojar luz sobre actividades vinculadas frecuentemente en el pasado con oscuras tramas de defensa de intereses.

Un pequeño patio de operaciones abierto al público comparable al de cualquier entidad bancaria y otras estancias para trámites que permiten confidencialidad, además de salones situados prácticamente debajo de la Biblioteca papal forman parte de las instalaciones del IOR, a las que la prensa pudo ahora acceder.

Sus empleados son unos 110 -mayoritariamente italianos, por una tradición que actualmente está bajo revisión- y el banco pretende aplicar en adelante una política resumida en el lema de “conseguir los talentos adecuados”, en palabras del portavoz, que rechazó que se practique una cierta “desitalianización” de la entidad.

La pérdida de la influencia de italianos en órganos vaticanos es asunto frecuente en comentarios publicados en la prensa de Italia y éste ha sido el caso en relación también con el IOR.

Hohenberg, austríaco experto en comunicación en situaciones de crisis y formado en la prestigiosa London School of Economics, explicó que entre los próximos dos y tres años se perseguirá una mayor profesionalización del instituto.

En el último año y medio, la transparencia ha sido una de las prioridades de los nuevos responsables del IOR y en ella se enmarca la publicación de sus balances.

Según esas cuentas, en 2013 el beneficio neto del IOR alcanzó los 2,9 millones de euros, una gran caída con relación a los 86,7 millones del ejercicio precedente atribuida a variaciones en el valor de las reservas de oro del Vaticano, gastos extraordinarios y pérdidas por operaciones con fondos de inversión gestionados externamente.

En su comunicación de los resultados financieros de 2013, el IOR indicó que desde mayo de ese año hasta junio pasado la institución ha llevado a cabo un análisis sistemático de todos los registros de clientes para identificar la información perdida o insuficiente. Eso ha conducido al bloqueo de 1.329 cuentas individuales y otras 762 de clientes institucionales, aseguró la entidad vaticana.

El IOR asegura que ahora su actividad se centra sólo en instituciones católicas, clero, empleados o antiguos empleados del Vaticano con cuentas de salario o pensión, así como de Embajadas y diplomáticos acreditados ante la Santa Sede. El cierre de esas cuentas supuso para la entidad deshacerse de activos por valor de 44 millones de euros.