Abel Pintos en Unión

Una pasión argentina

Una pasión argentina

El solista es capaz de hacer explotar a la audiencia con el gesto o la pose adecuados, con un paso de baile o un quiebre en su caminar por el escenario. Foto: Manuel Fabatía

 

Ignacio Andrés Amarillo

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Hace tiempo que aquel Abelito Pintos de pelo cortito, el niño que cantaba folclore con voz profunda, se convirtió en el estilizado performer (con menos pelo) dueño de una voz que sorprende a los oyentes desprevenidos, y capaz de hacer explotar a la audiencia (mayoritariamente femenina, indescriptiblemente atronadora) con el gesto o la pose adecuados, con un paso de baile o un quiebre en su caminar por el escenario.

Todo eso se vio en la presentación de anoche en el estadio Ángel P. Malvicino del Club Atlético Unión. Pintos celebró el hecho de estar en un estadio en el que escuchó que tocaron grandes artistas, y el hecho de arrancar allí la gira presentación de “Abel”, su último disco. Lo que quedará en la historia es que nunca el baño masculino del campo estuvo tan vacío...

En ese contexto la producción vistió el escenario con pantallas de leds (trasera y verticales laterales) y luces robóticas tanto adelante como en el fondo del recinto. Para que el clima de fiesta fuera completo, las chicas de adelante recibieron a su ídolo con papel picado y suelta de globos de helio, a los que sumaron espuma en aerosol, banderitas y vuvuzelas un rato más tarde.

Lo nuevo

Y allí salió Pintos, de saco brilloso, camisa blanca y chupín bordó (un color digno de nuestro Roberto Schneider, o del Chino Mansutti), al frente de su sólida banda, entonando “Aquí te espero”, cumpliendo con la promesa de tocar todo el disco de principio a fin. Con la guitarra colgada entonó “Ya estuve aquí”, antes de un largo speech de bienvenida y reencuentro luego de mucho tiempo sin venir, y agradecer a los santafesinos que viajan para verlo. De ahí a la romántica “Tanto amor” con las imágenes de Hernán Piquín y Cecilia Figaredo de fondo.

“Lo que soy” fue muy coreada también, y la intensidad subió con el beat electrónico y bailable de “Arder en libertad” y “De sólo vivir” (un momento a lo Tan Biónica). Ahí vino una explicación sobre cómo nacen las canciones especiales y de cómo uno cree que al cantarlas por primera vez siente que va a liberar los sentimientos. Todo para encarar, sentado, la sentida “El mar”.

Salida y regreso sin saco para interpretar “Alguna vez”. El coro femenino arrancó con “Que te vaya bien”, mientras Abel les hacía poses de prócer parado sobre la silla. De ahí a la calamariana “Cuántas veces” (con la letra en imágenes a lo Roy Lichtenstein), la algo aristimuñana “Libertad”, la pegadiza “Motivos” y el primer final con “A-Dios”. “Esto fue ‘Abel'”, dijo, y desapareció por un costado.

Variedad

Pero enseguida Fredy Hernández arrancó con un solo de piano para que Abel entre con “Mi error”, con sabor a tango y cante jondo. El lucimiento vocal siguió con los matices que le puso al enganchado de zambas de “Sólo canto por vos” y “Quisiera”, a piano y bombo, el momento folclórico de la noche.

Suplantadas las proyecciones por imágenes de cámaras que amplificaban al solista, volvió la banda para “No me olvides”, casi tan coreada como “Todo está en vos”, seguida de una versión muy rockera de “Halleluja” de León Gieco, con guitarras bien eléctricas y piano Rhodes, con un pasaje algo progresivo con voces grabadas.

La canción romántica volvió con “Te extraño”, con miles de pantallas de celulares y cámaras brillando, para un primer adiós: “Gracias a todos los que viajaron, es un placer estar de gira de nuevo y es un placer verlos ahí respirar con nosotros”. Eso antes de encarar una guitarrística “Tiempo”, cantar a capella e irse mientras la banda seguía tocando.

Circularidad

El público pediría más, y habría. De regreso con remera negra, entre la acústica y un teclado abrieron “La llave”, para pasar al sonido y la pose rockeros con “Bella flor”, casi una canción de Babasónicos. Y la apuesta fue redoblada con “Reevolución”, una canción en tiempo de ska que bien podría ser de No Te Va Gustar.

La despedida final (con un “los esperamos mañana”) fue con la reconciliadora “Aquí te espero” otra vez, con las letras en las pantallas: una forma de cerrar el círculo (qué imagen oriental, ¿no?) en la primera noche de una gira naciente.