Un caso controversial

Las mellizas S. y B. viven juntas, con el matrimonio Di Terlizzi

La familia recibió a El Litoral en el nuevo hogar, constituido con las mellizas de seis años. Llegó el final de una extensa batalla judicial por la tenencia de las menores.

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Juntos. El matrimonio Di Terlizzi pidió que se respete el rol de las familias solidarias, la voluntad de los niños y los plazos que marca la ley de adopción.

Foto: Guillermo Di Salvatore

 

Salomé Crespo

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“Es increíble la necesidad que tenían de decir ‘mamá y papá’”, remarcó Sandra Istillarte la flamante mamá de S. y B., por las que libró una batalla judicial sin precedentes. Las niñas de seis años fueron entregadas definitivamente al matrimonio constituido por Sandra y Rodolfo Di Terlizzi, que hoy viven con plenitud el hecho de poder tenerlas juntas en el nuevo hogar.

El recorrido para poder adoptar a la niñas fue arduo, de una alta exposición mediática que puso a la vista las dificultades del sistema de adopción y el rol, desvirtuado, de las familias solidarias.

Hace casi un mes, la Sala Nº 3 de la Cámara Civil y Comercial resolvió otorgar la guarda preadoptiva de las menores a los Di Terlizzi. Si bien en un primer momento, cuando comenzaron con los trámites en noviembre de 2012, pretendían la adopción de S., la Justicia terminó concediendo la de ambas. La resolución respondió a una apelación extraordinaria —la segunda que interpusieron— que revocó el fallo de segunda instancia del Tribunal Colegiado Nº 2, que denegó la guarda en un primer momento. Previamente, dicho Tribunal había ratificado una sentencia de primera instancia que negó la solicitud de adopción, tras una apelación de los Di Terlizzi.

A raíz de esa decisión, que fue a principios de este año, recurrieron a la apelación extraordinaria que finalmente revirtió el fallo y otorgó la guarda.

El cierre de un ciclo

Esta mañana, Sandra y Rodolfo recibieron a El Litoral. Mientras aguardaban que las niñas se despierten hicieron un repaso de los años transcurridos, para llegar a este momento.

—¿Cómo fue el momento del encuentro de la familia completa?

S.: —Fue un abrazo muy conmovedor, el momento en el que encajaron todas las piezas. Hasta el momento ella —por B., quien no vivió nunca con los Di Terlizzi— se ha manifestado con total naturalidad. Le contamos que somos su nueva familia. Con S. es como que no pasó el tiempo, todo quedó guardado. Creo que esperaban estar juntas.

R.: —Después de tres años separadas están aprendiendo a convivir como hermanas, que es como siempre debieron estar. De manera postergada ven que se cierra un círculo. Para nosotros es un regalo de Dios.

—¿Cómo se preparan para el futuro?

-R.: —Tenemos un grupo de profesionales que nos van a ayudar. Pero hasta el día de hoy no pudimos acceder a los expedientes de las niñas en los que consta la etapa de institucionalización, es un agujero negro. Es importante dejar claro que esto pasa con todos los niños separados de sus familias biológicas y es lo que queremos dejar de esta historia.

S.: —Como familia, necesitamos esos datos para saber cómo acompañarlas, saber qué podemos esperar.

R.: —También estamos propiciando que se vean con sus otras dos hermanas que también fueron entregadas en guarda a otras familias. Las cuatro están con familias que les dan contención y amor y sobre todo hacerles sentir que no van a tener que preocuparse pensando: “yo estoy bien, pero mi hermana ¿dónde estará?”.

—¿Qué les queda de todo lo que les tocó vivir para poder tener a las mellizas?

R.: —Los chicos institucionalizados no eligen lo que les toca vivir. Hay que dejar claro que no es posible que los plazos se extiendan tanto, el Estado debe garantizar que se cumpla con la ley para que no se generen lazos con las familias solidarias que no pueden adoptar. El tiempo promedio de institucionalización de los niños es de 6 ó 7 años pero legalmente son 18 meses. Eso es robarle a los chicos los mejores años de sus vidas, es tan condenable como el motivo por el cual han sido retirados de sus familias biológicas.

" Hace un tiempo, le preguntamos a S. qué quería hacer, dónde quería vivir. Nos respondió: ‘Quiero ir a casa’. Ése fue el motor de nuestra lucha, que no es un premio, es respetar su voluntad”.

Sandra Istillarte

Mamá de S. y B.

"Uno como adulto termina aprendiendo de los chicos, de la capacidad que tienen para bancarse la falta de una familia, la institucionalización y es lo que te lleva a pensar: esto tiene que terminar”.

Rodolfo Di Terlizzi

Papá de S. y B.