al margen de la crónica
Los 100 años del semáforo
Todo el mundo odia esperar ante un semáforo en rojo, pero lo cierto es que este aparato eléctrico con sus tres luces regula en todo el mundo las vidas de millones de personas y este martes cumple 100 años.
En realidad, el concepto en el que se basa el semáforo es más antiguo que el del automóvil. Ya en 1868 existían en Londres un candil de gas con luces rojas y verdes para uso nocturno, controlado por un policía. Pero tuvieron que pasar otros 46 años hasta que en Cleveland, en el estado norteamericano de Ohio, se iluminara el primer semáforo tal y como lo conocemos hoy.
El invento tuvo varios padres, entre ellos Lester Wire, un policía de Salt Lake City, y Garrett Morgan, el hijo de un antiguo esclavo que también inventó la máscara de gas y un producto suavizante para el pelo.
Hoy en día, sólo en un país como Alemania hay 1,5 millones de semáforos, según el fabricante Siemens. Si un peatón o un conductor pasara por todos ellos y todos estuvieran en rojo, supondría un tiempo de espera de tres años. Pero aunque a veces fastidie, pocos cuestionan la utilidad de este dispositivo. Como mucho su temporización. “Y eso es todo un arte”, señala el ingeniero Wilke Reints.
“Hay algoritmos fascinantes para regular el tráfico. Y se puede influir muchísimo, aunque no siempre guste a los conductores”, señala este empleado de Siemens. “Hay zonas que permiten un tráfico fluido, mientras que en otras se interrumpe a propósito, con el objetivo de que los viajeros opten por el autobús o el tren”.
¿Peligra el semáforo? Actualmente se considera moderno regular el tráfico a través de un cruce, a fin de que el flujo sea más rápido. “Pero eso apenas funciona dentro de las ciudades”, señala el ingeniero Reints. “Además, hay barrios que colocan semáforos en los cruces, con lo que les quitan toda la gracia”.