El poeta y el verdugo

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Milan Kundera.

Foto: Archivo El Litoral

 

Por Julio Anselmi

“La vida está en otra parte”, de Milan Kundera. Tusquets Editores. Buenos Aires, 2014.

“Todo hombre se lamenta por no haber podido vivir otras vidas además de esa única; a ustedes les gustaría también poder vivir todas sus posibilidades no realizadas, todas sus vidas posibles. Nuestra novela es como ustedes. Ella también desea convertirse en otras novelas, en aquellas que hubiera podido ser y no ha sido”, escribe Kundera en un cierto momento clave de esta novela que a cuarenta años de su publicación original conserva intacta toda su fuerza. Continúa Kundera especulando sobre las posibilidades perdidas de un destino y la importancia de los puntos de observación desde los cuales observamos ese destino. ¿Qué otra novela sería ésta si hubiera tomado como protagonista a quienes sólo aparecen como personajes secundarios?

Las reflexiones metaficcionales, que suelen abundar en la literatura actual (hasta el hartazgo, podríamos agregar), en Kundera adquieren la grandeza asombrosa que sólo se destaca en grandes autores (muchos de ellos lo suficientemente antiguos como para desterrar la idea académica de que se trata de una marca de la posmodernidad; baste pensar en Platón, en Cervantes, en Laurence Sterne o Alexander Pushkin). En Kundera no resultan simples regodeos o preocupaciones del oficio; son intervenciones que se integran en la ficción para realzar o desmoronar sus presupuestos.

Esa constatación puede ampliarse a toda reflexión en general, ya que Kundera es un autor paradigmático en lo que atañe a la inserción del ensayo en la ficción (otra recurrencia que ha llegado a lo empalagoso y que erróneamente se ensalza como hallazgo de la literatura de nuestra época). Ya a partir del feliz resultado con que las especulaciones sobre lo kitsch y sobre lo liviano y lo pesado en la vida se unían a las aventuras de los personajes de La insoportable levedad del ser, que le ganó una justa fama internacional, Kundera no ha dejado de ajustar este montaje en obras maestras como La broma o La inmortalidad.

En La vida está en otra parte se nos cuenta la vida de un poeta, Jaromil, a partir de las posibilidades acerca de los lugares donde podría haber sido concebido. La cuestión no es arbitraria; la relación madre-hijo es el tema esencial de la novela. Una madre que lleva a su hijo a exhibirse, y la incapacidad del hijo para entrar en ese mundo.

La revolución y la juventud son los otros temas de la novela, de las consignas esplendorosas del ‘68 a la sordidez práctica del comunismo en Checoslovaquia. “¿Qué es lo que ha quedado de aquella época tan lejana? Aquéllos son para todo el mundo los años de los procesos políticos, de las persecuciones, de los libros prohibidos y de los asesinatos judiciales. Pero nosotros, que tenemos buena memoria, queremos dar nuestro testimonio: ¡aquella época no fue sólo horrorosa sino también lírica! La gobernaban, mano a mano, el verdugo y el poeta”. Un verdugo y un poeta que a veces pueden identificarse; en una discusión con su tío, que se horroriza ante el poder con que los comunistas se apoderan de todo en el país, el poeta no hace sino discutirle repitiendo la frase con que los periódicos y oradores del régimen gritan a cada paso. Él, un poeta, un trabajador y seleccionador de palabras se encuentra gritando: “¡Eres un explotador y la clase obrera te retorcerá el pescuezo!”.