Llegan cartas

Sobre las imágenes religiosas en los lugares públicos

MARÍA LUCÍA AMMENDOLA

DNI 93.395.373

Escribo como una mujer católica en la que nuestra fe nos hace sentir a todos hermanos. Con gran dolor tengo que contemplar cómo poco a poco se han ido perdiendo los valores y la creencia en Dios Padre, que nos ama a pesar de todas nuestras maldades. Me siento herida como madre, al ver con qué frialdad se matan seres inocentes y sus vidas dependen de las decisiones de los demás. ¿Cómo podemos hablar de amor si sólo sembramos odio? Todos quieren que se respeten sus derechos pero para eso hay que respetar los derechos de los demás. El derecho propio termina donde comienza el del otro. Parece que en esta sociedad el querer ser bueno, amar y respetar al otro, viéndolo como hermano, es una locura.

No es bueno que se ataquen las imágenes que para nosotros, los católicos, representan a personas que durante su vida han vivido y puesto en práctica el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, que nos enseñó a amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.

La imagen de la Virgen María representa a la Madre de Dios y nuestra madre, por eso me duelen las barbaridades que algunos hacen con ella. Si para esas personas, María no es nada más que una mujer, respeten nuestro derecho a que la consideremos nuestra Madre.

De muchos lugares públicos han sacado los crucifijos e imágenes de nuestra Madre para no ofender a los que tienen otras creencias.

¿Es que no hay ningún católico trabajando en esos lugares? ¿Y por qué debemos aceptar eso, mientras no obliguemos a nadie a creer en lo que nosotros creemos?

Ruego a Dios que volvamos a nuestras raíces y que nos demos cuenta de que mientras queramos vivir sin Dios vamos cayendo por una pendiente de la que es muy difícil ascender.

Que Jesús y María protejan y bendigan a este país, para que un día volvamos a ser y vivir como hermanos.