Artes Visuales

Muestras en el Rosa

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Obra de la artista plástica Esther Colombo Cruz.

Foto: Archivo El Litoral

 

Por Domingo Sahda

El Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez alberga cuatro exposiciones de arte visual de diversos enfoques y despareja calidad performativa inherentes todas ellas a la natural diversidad de la condición humana vehiculizadas por artistas cuyas proposiciones suponen una reflexión especular sobre la mencionada condición. Las muestras citadas son, a saber: “Color extravaganza”, obras de la artista plástica Esther Colombo Cruz; “Poéticas de lo real”, muestra colectiva integrada por trabajos de Malena Acosta, Luciana Berneri, Juan Ellena, Lali Martínez Spaggiari y Eugenia Suárez; “Los Niños del Rosa” -muestra patrimonial de pinturas y esculturas y “Alma de Pulpo”, colección de trabajos de autoría del artista plástico Miguel Ángel Ferreira.

Las cuatro propuestas enunciadas reúnen en un mismo espacio cuatro hipótesis pictórico-plásticas, diversas en espíritu y calidad de ejecución contrapuestas, exigiendo del observador una mirada atenta y una eventual reflexión posterior que aquilate aquello que se ha percibido.

El inicio del recorrido comienza con la colección “Color extravaganza” compuesta por pinturas directas de concepción abstracta y de intencionalidad expresiva, ajustada a la subjetividad del temperamento personal, vehiculizado metafóricamente por el contraste violento de la materia y el trazo sobre el plano. No hay intencionalidad descriptiva que vaya más allá del gesto y su huella sobre el plano a modo de descarga emocional, en el supuesto de que esa tensión emocional, pura gestualidad, provocara en el espectador una conmoción. Esta hipótesis expresiva sólo queda en la imaginación del creador/a en tanto la abstracción matérica de alto impacto cromático no traspasa el plano del cuadro. Subyace en estas obras a la vista el concepto de lo ornamental de presunción contemporánea. La reiteración del gesto y su huella enlaza a las obras entre sí, que no ofrecen mayores variables expresivas. “Color extravaganza” se constituye en aventura expresivo-plástica que no interpela al espectador.

El recorrido se continúa con el conjunto de obras reunidas en el concepto “Poéticas de lo real”, muestra colectiva. Se exhiben fotografías de Luciana Berneri; bordados sobre tela, de autoría de Malena Acosta; Juan Ellena exhibe vinilos directos sobre la pared; Eugenia Suárez presenta bordados-hilos; Lali Martínez Spaggiari, trabajos varios.

Esta colección se interpreta esencialmente como intención de búsquedas alternativas, personalizadas si se quiere, en el espacio del arte visual intentando crear un discurso no contaminado, una suerte de búsqueda de lo propio, sin referencias. El principio de búsqueda del lenguaje propio es absolutamente valedero toda vez que no coagule en eventuales curiosidades visuales autosuficientes.

En la Sala Mayor, se exhibe la colección de pinturas y esculturas-modelados y vaciados pertenecientes al patrimonio oficial que en esa institución se reguarda. Se trata en este caso de una magnífica colección de obras nucleadas en torno a la imagen del “niño”, en la presunción de constituirse en homenaje en el día consagrado al mismo. Aparece la idea del “retrato del niño” como subgénero del realismo y del surrealismo en obras de excelencia incuestionable. Muestra que pone en evidencia que el arte de crear ficciones, en ese caso pintar, modelar, esculpir resulta algo más sustantivo que tanta presuntuosa banalidad autoasumida como contemporánea. En esta muestra, el oficio del creador -intérprete de su percepción conceptual- y el sentimiento embargan cada obra a la vista y se constituyen en modelos de referencia. Muestra de obligado recorrido para quienes valoran los logros de la inteligencia sensible que define la calidad de las sociedades humanas. Para todos aquellos seducidos por el arte de pintar, esta muestra es una suerte de clase magistral. Las siluetas de barquitos recortados y adosados -supuesta referencia a la infancia- distraen la atención.

En las salas laterales paralelas al exterior del edificio, el artista plástico Miguel Ángel Ferreira expone su colección de dibujos en carbón grafito, algunos iluminados cromáticamente, denominada “Alma de pulpo”, un claro homenaje artístico-simbólico al mundo del fútbol, sus actores y sus fetiches. Esta colección atrapa por la calidad plástica del discurso visual, poniendo en evidencia calidades inobjetables tanto en las concepciones como en las impecables realizaciones. No se trata de esteticismos gratuitos, como tampoco de concepciones de facilismos descriptivos. La imaginación creadora puesta en juego a full en realizaciones sin fisuras en las cuales el asunto se ajusta al lenguaje formal específico propio de su creador. La aventura de vivir, de actuar, en suma, de “ser”, a través de imágenes que concatenan realidades transfiguradas plenas de referencias simbólicas. Eludiendo con elegancia cualquier contaminación descriptivo-literaria, el autor crea imágenes de poética subjetividad situada. Muestra para ver y aprender. Digo, es un decir.