De Rusia, con amor

La reciente visita de Vladimir Putin a Latinoamérica plantea la chance de reforzar los lazos comerciales con un cliente histórico que demanda alimentos. ¿Otro tren que dejaremos pasar?

Federico Aguer

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No es el transiberiano, es otra oportunidad que nos regala el mundo para insertar nuestros agroalimentos. Ya informamos oportunamente acerca del potencial de inserción de la industria metalmecánica argentina y de la Siembra Directa en Ucrania, país que hoy se encuentra en un litigio diplomático, militar y comercial con su hermano mayor, Rusia. Y como represalia por este conflicto, el bloque occidental deja de venderle alimentos. Se está generando así un vacío que dejará en el mercado ruso la prohibición por un año al ingreso de alimentos de la Unión Europea, que el año pasado le vendió por U$S 15.800 millones y EE.UU., que hizo lo propio por U$S 1.300 millones. Para algunas fuentes calificadas, algunas importaciones latinoamericanas de carne y productos lácteos podrían comenzar a llegar al mercado ruso el mes próximo, inclusive. Semanas atrás, una delegación rusa encabezada por el mismo presidente Putin visitó el país, y anunció la rúbrica de acuerdos en materia de energía nuclear con fines pacíficos. Solapadamente también se aludió al megayacimiento petrolífero de Vaca Muerta, en Neuquén, para conocer “una de las mayores reservas de gas no convencional del mundo” al decir de nuestra presidenta. Lo cierto es que por ahora Moscú ya anunció el levantamiento de barreras a empresas de Brasil, que sólo por ventas de pollo podría aumentar sus envíos a Rusia en hasta U$S 300 millones. Y Chile podría triplicar el suministro de pescado.

El potencial para Argentina es ilimitado. Claro que primero habría que plantear una estrategia que permita recomponer los sistemas productivos para abastecer semejente demanda. Carne, leche, granos y bioenergía fueron, son y serán la mejor industria argentina. ¿Llegaremos a tiempo para subirnos a este tren?.