Asumir la realidad

Por Juan Carlos Zabalza

(Dyn/El Litoral)

La política debe ser una herramienta para transformar la realidad en sentido positivo. Si se actúa correctamente se tiende a mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía en cualquier tiempo y lugar; si se equivoca el camino, la realidad se agrava. Estamos en una etapa compleja por errores y por impericia del propio gobierno. Es inocultable la inflación que afecta el poder adquisitivo de los salarios, que quita competitividad a las empresas. Hay un creciente déficit de las cuentas públicas y un afianzamiento de la precarización y pérdida de empleos. No necesitamos palabras ni discursos altisonantes, necesitamos políticas que surjan del diálogo y del consenso.

Las manifestaciones sociales no vienen de un plan de desestabilización si no que son la respuesta a una situación de injusticia social creciente. En lugar de entender esto, se intentaron articular desde el Congreso Nacional distintos proyectos oficialistas, que en los hechos significarían reprimir la protesta social. La Ley Antiterrorista, que no votamos, se usó para meter preso a un periodista de Santiago del Estero, y desde el propio gobierno y por cadena nacional, se denunció penalmente a un grupo empresario. Esto fue desmentido, pero allí está la ley, para ser aplicada.

Con el mismo afán intimidatorio, se resucita la Ley de Abastecimiento, después de once años de gobierno se insiste con medidas ahistóricas y que han fracasado. Recordemos que desde 1999 está vigente la ley de Defensa de la Competencia, cuyo Tribunal de Defensa de la Competencia sería el encargado de prevenir efectos negativos de la concentración económica. Este Ejecutivo nacional nunca constituyó el tribunal a pesar de los reclamos provenientes de las asociaciones de consumidores, partidos políticos y hasta de la propia Justicia Nacional. Todo esto no es por culpa de la sentencia de un juez, por más que ahora el relato quiera asignarle la principal responsabilidad en la realidad económica y social que estamos transitando. Sería deseable que el gobierno nacional reflexione con sentido patriótico ante esta situación. La realidad no se cambia con relatos, hace falta un diálogo amplio, serio y responsable.

Si se pretende seguir avanzando unilateralmente por un camino equivocado las consecuencias serán sufridas por la mayoría de los argentinos, y fundamentalmente por los que menos tienen.