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Cecil Beaton desnuda a sus retratados

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Retrató a los más famosos de su tiempo, pero anotaba también chismes sobre cada uno de ellos. La única que le merecía respeto era Isabel II, a quien retrató en varias oportunidades (aquí, en 1968).

EFE

El fotógrafo británico Cecil Beaton (1904-1980) describe a Mick Jagger como un “eunuco”, habla del “mal aliento” de Dalí y critica la “vulgaridad” de Elizabeth Taylor en un libro de próxima publicación. El afamado retratista inglés comenta cuáles fueron sus impresiones sobre famosos a los que fotografió, en el libro “Cecil Beaton: Portraits & Profiles”, y no todos ellos salen bien parados si bien una de las excepciones es la reina Isabel II, ante quien se deshace en elogios.

Tras 50 años observando desde detrás de su objetivo a célebres personajes del mundo de la cultura y a miembros de la familia real británica, Beaton da rienda suelta a su lengua mordaz al llamar “ordinaria” a Taylor y criticar el rostro de Grace Kelly.

“Es todo lo que me disgusta”, afirma Beaton sobre Taylor, nacida en el Reino Unido, a quien retrató en 1957 y de quien dice que “combina lo peor del gusto de Estados Unidos y del inglés. Siempre he detestado a los Burton (por el matrimonio formado por Elizabeth Taylor y Richard Burton) por su vulgaridad, ordinariez y su burdo mal gusto”.

Durante esa sesión, Beaton cuenta que trató a Taylor “con autoridad. Le dije que no se empolvara la nariz, que se pusiera frente a la cámara con los brillos. Ella quería elogios, yo no le di ninguno. ‘¡No me toques así!’, me gritó”.

No se queda corto al describir a la actriz: “Sus pechos, colgantes y enormes, eran como los de una campesina dando de mamar a su hijo en Perú. En las manos gordas, ásperas, diamantes y esmeraldas grandes...”.

Al hablar de Gracy Kelly, a quien captó en 1965, el fotógrafo dijo que, “si no se le pudiera fotografiar bien, raramente pararíamos a mirarla en la calle... si los dos lados de su cara fueran como la mitad derecha, no estaría en la gran pantalla. Ese lado es muy grande, como el gemelo de un toro, mientras que el izquierdo es intensamente femenino y crea la contrapartida”.

En cambio, fue más amable al recordar a Audrey Hepburn, de quien destacó una “voz particularmente personal” y a quien describió como “inteligente y alerta, melancólica pero entusiasta; sincera pero delicada; segura sin arrogancia y tierna sin sentimentalismo”.

Sobre Marilyn Monroe, con quien trabajó en 1956, escribió que “su voz tenía la sensualidad de la seda o el terciopelo” y le dedicó adjetivos como “inocente” o “no sofisticada”, comparándola con un niño que juega a ser adulto.

También se extraen en el libro sus opiniones del líder de los Rolling Stones, Mick Jagger, al que inmortalizó en una foto con Anita Pallenberg en 1968 y del que dijo que es “una masa de contradicciones. Es muy amable y con modales perfectos. Me fascinaron las finas líneas de su cuerpo, piernas, brazos. La boca casi demasiado grande, pero es bello y feo, femenino y masculino, un fenómeno raro. Sexy pero completamente asexuado, podría ser un eunuco”.