al margen de la crónica
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Tímidos al poder
Pese a que las personas dominantes y simpáticas son preferidas a la hora de las contrataciones y ascensos y son percibidos como más efectivos tanto por sus superiores como sus subordinados, una investigación de Adam M. Grant, Francesca Gino y David A. Hofmann muestra que, en determinadas circunstancias, los introvertidos pueden ser mejores jefes que los extrovertidos.
Esto explicaría el éxito de personas más reservadas como Bill Gates, Warren Buffett, Abraham Lincoln, Albert Einstein o el propio Mark Zuckerberg.
Es cierto que los líderes extrovertidos tienen fortalezas importantes. Sin embargo, también tienden a acaparar el centro de atención y dominar las discusiones. El estudio afirma que, en un ambiente dinámico e impredecible, los introvertidos pueden ser líderes más efectivos, especialmente cuando los empleados son proactivos y ofrecen ideas para mejorar el negocio.
Este comportamiento, que puede hacer que los líderes extrovertidos se sientan amenazados, no incomoda a los líderes introvertidos, que tienden a escuchar con mayor cuidado y ser más receptivos a las sugerencias, convirtiéndose en líderes más efectivos de un equipo proactivo.
Sin embargo, para triunfar como líderes, los introvertidos tienen que superar un sesgo cultural muy fuerte. En una encuesta del 2006, el 65% de gerentes consideraban el ser introvertido como una barrera para el liderazgo, y otros estudios han mostrado que los presidentes de EE.UU. altamente extrovertidos son considerados como más efectivos.
“Vale la pena reexaminar ese estereotipo. Aunque es cierto en muchas ocasiones que las personas extrovertidas son mejores jefes y los empleados proactivos son los mejores trabajadores, combinar a los dos puede ser una receta para el fracaso. Los líderes que hablan suave pueden sacar lo mejor de los empleados proactivos, así que es mejor guardar a los gerentes habladores para los equipos que funcionan mejor cuando se les dice exactamente qué hacer”, dice el estudio.