Por María Luisa Miretti

Mendoza, el umbral creativo de Cortázar

Mendoza, el umbral creativo de Cortázar

Julio Cortázar vivió en Mendoza entre 1944 y 1945. Finalmente renunció a su cargo de profesor, como le declaró a Luis Harss: “En los años 44-45 participé en la lucha política contra el peronismo, y cuando Perón ganó las elecciones presidenciales, preferí renunciar a mis cátedras antes de verme obligado a ‘sacarme el saco’ como les pasó a tantos colegas que optaron por seguir en sus puestos”. Foto: Archivo El Litoral

 

“Cortázar en Mendoza. Un encuentro crucial”, de Jaime Correas. Alfaguara. Buenos Aires, 2014.

Jaime Correas (Mendoza, 1961) parte de la hipótesis de que Julio Cortázar encontró su voz literaria en Mendoza a través del dictado de las cátedras de Literatura francesa. Producto de una investigación sobre los médicos e intelectuales españoles exiliados en Argentina por la Guerra Civil Española, se encontró con numerosos testimonios sobre la trayectoria de Cortázar en la Universidad de Cuyo, incluidos los programas y la bibliografía que sugería a sus alumnos y que figuran como anexos en la presente edición.

En todos y cada uno pudo observar la evolución y el crecimiento sostenido del escritor, incluso su toma de posición frente a los simbolistas y a la poesía misma como “una aventura hacia el infinito que sale del hombre y a él debe volver”.

Con distintos apelativos, advierte cómo va adquiriendo voz propia, luego de atravesar un profundo proceso interior desarrollado en Mendoza, decisivo para su obra futura. Parte de la experiencia docente de Cortázar en Bolívar y en Chivilcoy -debe salir a trabajar para ayudar a la familia, ante la ausencia del padre-, para pasar luego a la felicidad manifiesta por su contratación en Mendoza.

Fue convocado a participar de la cátedra de Literatura francesa y Europea septentrional; se sentía feliz leyendo y descubriendo a los autores que amaba, pero a su vez ayudando a sus alumnos a descubrir una estética inédita en ese rincón del país.

Los mendocinos “le sorprenden” -como sostiene en su correspondencia con amigos-, no sólo por su entusiasmo, sino por la inquietud en las cuestiones humanísticas. En los programas, resulta interesante observar sus acotaciones teóricas: la incidencia de lo biográfico en tanto aporte a la obra en cuestión. Se observa un Cortázar feliz que alterna sus clases de literatura con discursos y ateneos, haciendo lo que realmente ama: literatura, pero las cuestiones políticas comenzaron a empañar el escenario. Anónimos, denuncias, reacciones adversas de cierto sector del alumnado fueron configurando un espacio diferente y enturbiando las relaciones. Una carta abierta le permitió desmentir odiosas e infundadas acusaciones, dejando en evidencia la actitud antidemocrática del grupo de los “estrictos”, liderados por Jofré, de un estudiantado muy politizado.

La preocupación de Cortázar iba por lo académico, prefería intensificar su acercamiento a los alumnos por la literatura y no, por cuestiones de contratación personal que le cuestionaban. Lo aclara en cartas a una amiga en Chivilcoy donde le expresa que lo acusaban de fascista por haber sido designado sin concurso.

Mientras en un nivel, discurre el profesor con un programa de avanzada; por el otro, hay un creador en ciernes que se va transformando a medida que profundiza en Baudelaire y la poesía: “El poeta goza de ese privilegio incomparable: puede, a su antojo, ser él mismo y otro cualquiera. Como esas almas errantes que buscan un cuerpo, penetra él cuando quiere en la persona de cada cual...”.

El germen de muchas de sus obras circulaba entre borradores de aquella época (Bestiario, Casa tomada y Final de juego, entre otros) y fundamentalmente sus poemas (hay treinta poemas escritos en Mendoza; ya entonces Graciela Maturo destacaba la faceta lírica del escritor que se observaba en toda su obra). La poética que corría entre sus venas tenía tintes mendocinos. Deja Mendoza en 1946 y comienza su despegue del país.

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Gladys Adams, esposa de Sergio Sergi, autor del grabado. Ambos fueron muy amigos de Julio Cortázar en su etapa mendocina.

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“Casa vieja” (1930, circa), grabado de Sergio Sergi, que Cortázar debió de conocer y que guarda una asombrosa correlación con el tema del cuento “Casa tomada”. Foto: Museo Provincial Juan Castagnino, Rosario.