Problemas de visión

Problemas de visión

Como se sabe, este es un espacio de hondas reflexiones pero livianas verbalizaciones. Hondamente les informo que el jueves pasado (el segundo jueves de octubre) fue el Día Mundial de la Visión; livianamente trataré de llevar un poco de luz a un tema que tiene, literalmente, límites borrosos. Pero le veo potencial.

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO ([email protected]).

DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI ([email protected]).

 

Yo no sé cómo se llevan ustedes con la visión. Yo tengo cincuenta y estoy ya largamente en territorio de presbíteros (y bien, es así: presbicia, que es una enfermedad ocular post cuarenta y presbítero, un cargo eclesiástico, comparten la misma raíz griega, que alude a “anciano”; y por las dudas, más presbítero será tu abuelo), pero por vaya a saber qué milagro (pensamiento, palabra, obra u omisión) no estoy usando lentes.

Disfruto desde luego de las diferentes distancias a las que hay que poner un texto, suelo echarle la culpa a los diseñadores que imponen cuerpitos de letra amarretes, menores a diez puntos, y en general más o menos acierto con mensajes de textos, carteles de regular tamaño, vista a distancia. Es más, hoy los únicos ejercicios que hago con los brazos son servir cerveza en el vaso y llevarlo hasta la boca (varias veces: recomiendan una hora de ejercicio por día) y acercar o alejar el celular, el diario, el libro para encontrarle más o menos el punto de lectura.

Para espanto de los oftalmólogos, vos tenés hoy el auxilio de la ciencia, pues buena parte de lo que leemos está en pantallas... que tienen la capacidad de poder agrandar el cuerpo de letra, con lo cual enmascarás el problema disimulando el síntoma.

Se te presentan problemas -por ejemplo- con las tarjetas personales que te entrega el gerente de no sé qué o el director de algo (¡qué necesidad de hacerlas tan chiquitas!), con las revistas en la sala de espera, con el diario o con un libro.

Después tenés los tipos o tipas que tienen uno o dos o tres lentes diferentes. Algunos los llevan colgados. Suena feo, pero juro que es así. También es muy buen ejercicio cambiarse los lentes a cada rato y según la ocasión. Vienen, desde luego, unos multifocales que más o menos resuelven todas tus necesidades de visión en un solo anteojo, pero yo suelo descreer de la efectividad de las multi respuestas a los multi problemas. Me gusta pensarme menos ambicioso: soluciones pequeñas, por tramos, soluciones focalizadas, digamos...

Hablábamos de la ciencia que disimula o enmascara o hace más complejo un problema complejo, porque la agrega inefables como la coquetería (el señor no usa lentes porque lo avejentan, aunque ahora vienen unos modelos cancheros y coloridos, “juveniles”; o, por el contrario tenés los snobs que usan lentes para aparentar ser más intelectuales, o porque creen que le quedan lindos, etc.), o nuevos desafíos tecnológicos.

Por ejemplo, la posibilidad de contar con lentes de contacto (no es lo mismo -pero es parecido- a encontrar un contacto usando los lentes), que pueden ser de color. Y de golpe tenés ojos azules o verdes, con lo que transformás un problema en una fortaleza. También aquí hay niños y niñas que te mienten: usan esos lentes, sólo por coquetería. Vos no ves que te engañan. No sólo necesitás lentes. También necesitarías ser menos pavo.

Se dan situaciones curiosas. Tipos que deben encimar sus lentes en el cine para ver una peli 3D, por ejemplo. O que pueden, nuevamente tecnología de por medio, disimular sus lentes recetados en modernos y cancheros anteojos para sol.

En breve, pese a que más de la mitad de la población tiene sin saberlo o sin asumirlo problemas de visión, no vamos a ver a nadie con lentes. Yo ya estoy en eso: no ver a nadie, ni nada, ni nunca. Yo literalmente, soy un (mal) ejemplo: no uso lentes, aunque no veo un soto. Espero haber escrito soto. Y espero que lean soto. Nos vemos o nos vemos en la próxima.