Preludio de tango

Edgardo Donato

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Manuel Adet

Edgardo Felipe Saverio Donato nació en el porteño barrio de San Cristóbal el 14 de abril de 1897. La historia de sus inicios no fue muy diferente a la de otros músicos de esos años. En este caso, su padre Ernesto tocaba el mandolín y el violoncelo, y a su madre Egilda Cabagna le gustaba cantar. Los Donato tuvieron nueve hijos, de los cuales tres fueron músicos: Edgardo con el violín, Ascanio que fue cellista y Osvaldo que se destacó con el piano.

Por razones de orden laboral, la familia Donato se trasladó a Montevideo, motivo por el cual a más de un biógrafo se le ocurrió decir que Edgardo era uruguayo. Nobleza obliga, el hombre nació en Buenos Aires, pero su formación musical la hizo en la otra orilla, primero bajo la tutoría de su padre y luego en el conservatorio Franz Liszt, dirigido por el maestro Camilo Giucci.

El padre de Edgardo tenía elevadas pretensiones musicales y ansiaba que sus hijos se dedicaran al género lírico. Esto se constituyó en un clásico en la biografía de los primeros músicos tangueros -exigencia de esforzados padres inmigrantes que ambicionaban que sus hijos fueran doctores o músicos de cámara- deseos que en la mayoría de los casos fracasarán ruidosamente, porque los muchachos en todos los casos optarán por el tango.

Edgardo Donato en ese sentido no será una excepción. Aceptará los dictados del padre, después los discutirá y finalmente será leal a su vocación. De muchacho acompañará a su padre en los conciertos, pero al poco tiempo lo veremos en las sesiones de tango del hotel Severi, donde se lucía la orquesta de José Quevedo y entre sus músicos jóvenes se destacaba Enrique Delfino.

En los años veinte, el tango y el jazz no eran lo mismo, pero muchas veces caminaban por los mismos escenarios. A Donato le gustaba el tango, pero cuando el pianista Carlos Warren le propuso sumarse a su banda de jazz lo aceptará sin pensarlo dos veces. En las veladas nocturnas del cine Capitol, Trianón y el Parque Hotel, conocerá a Roberto Zerrillo, el músico con el cual formará su primera orquesta profesional casi al filo de los años treinta.

Ya para esos años Donato es más conocido como compositor que como violinista. En 1922 compone el tema “Julián”, un homenaje algo sentimental, algo irónico, al baterista Julián González, célebre por su abrumadora fealdad. La letra de ese tango la escribió José Luis Panizza, pero ni el tono festivo ni la cadencia canyengue pareció impresionar a editores y empresarios, quienes durante un tiempo se dedicaron a rechazar con parejo entusiasmo la música y la letra, al punto que su primera edición escrita fue financiada por el bolsillo de los creadores.

En Buenos Aires, la propia Rosita Quiroga se desinteresó por la obra y seguramente su destino hubiera sido el anonimato como sucedió con tantas piezas musicales, si en algún cruce del camino no llegara a manos de Iris Marga, quien decidió estrenarla en el Maipo en la obra musical “¿Quién dijo miedo?”, representada por la compañía dirigida por Roberto Cayol. Fue allí cuando Rosita Quiroga descubrió las posibilidades de “Julián” y aceptará incorporarlo a su repertorio. La grabación se hizo en los estudios de la Casa Víctor, en 1927.

Para esos años Donato compuso la música de algunos poemas de Celedonio Flores. Pertenecen a este período temas como “Beba”, “Corazoncito de oro” y “Muchacho”, este último también estrenado por Rosita Quiroga en septiembre de 1925. El año anterior, Donato compuso viajando en tranvía su creación histórica: “A media luz”, con letra del uruguayo Carlos César Lenzi. “A media luz”, fue estrenado en Montevideo en la revista musical “Su majestad la risa” y lo cantó la vedette chilena Lucy Clory. Después llegarán las versiones de Firpo y Canaro y la grabación de Carlos Gardel. “A media luz”será uno de los tangos que mejor nos representarán en el mundo. Su melodía y su letra trajinarán por los más diversos escenarios. Será bolero, canción melódica, cortina musical de radioteatros y películas, inspirado silbo nocturno de muchachos trasnochadores, pero nunca renunciará a su identidad tanguera. Habría que mencionar otro de sus grandes éxitos como compositor: “Se va la vida”, con María Luisa Carnelli quien firma como Luis María Castro

Decía que para 1927 el dúo Donato-Zerrillo ya es una distinguida carta de credencial en las orillas porteñas y montevideanas. En la orquesta lucirán sus habilidades Zerrillo y Donato con los violines, Héctor María Artola, Juan Turturiello y Héctor Gentile en la línea de bandoneones; Osvaldo Donato en piano; Alberto Bancalá en contrabajo y Ascanio Donato en cello. El primer cantor fue Armando Julio Piovani y luego se incorporará Luis Díaz.

La formación musical ganará la aprobación de los bailarines en el salón del cine Avenida de Montevideo el 14 de julio de 1927. Después llegarán las sesiones bailables en el Teatro Solís, el Royal Pigall y el Select Lavalle. En marzo de 1928, se producirá el estreno en Buenos Aires. La orquesta no rehuirá las presentaciones festivas y altaneras. “Los nueve ases del tango, la más formidable orquesta típica criolla que jamás se haya escuchado”. Para esos años los ingresos de los músicos eran modestos, pero a juzgar por sus cartas de presentación, la autoestima era alta.

Por esas vueltas de la vida, Zerrillo abandonará la orquesta para acompañar a Azucena Maizani en una de sus giras latinoamericanas. Donato quedó como exclusivo director y la orquesta se integró con Juan Turturiello,Vicente Vilardi y Miguel Bonano en los fueyes; Edgardo Donato, Armando Julio Piovani y Pascual Humberto Martínez en violines; Osvaldo y Ascanio Donato en piano y cello; José Campesi en contrabajo y los cantores Luis Díaz, Antonio Rodríguez Lesende y Teófilo Ibáñez.

En los años treinta, Donato fue una marca registrada en el tango. En 1932, la Sociedad de Beneficiencia organizó un certamen a realizarse en el Teatro Colón. Participaron en la ocasión ases de la jerarquía de Julio de Caro y Pedro Maffia, por ejemplo. Donato obtuvo el segundo premio con el tema “El Huracán. Y en el campeonato de tangos realizado en el Luna Park, también conquistó el segundo puesto.

En 1934 se sumó a la orquesta el cantor Antonio Maida; cuatro años después María de la Fuente. En 1944 constituyó el cuarteto “Los caballeros del recuerdo”, integrado por Francisco Pracánico, Anselmo Aieta y Domingo Donaruma. Capítulo aparte merecen sus intervenciones en el cine, primero con “Tango” y luego con “Los tres berretines”, “Música del Riachuelo”, “Picaflor” y “Así es el tango”.

La orquesta de Donato estuvo despojada de pretensiones musicales elevadas. Su objetivo fue la distracción y ganar el corazón de los bailarines. A lo largo de una carrera que se extendió por más de dos décadas, grabó en los sellos Brunswick, Víctor y Pampa alrededor de 450 temas. El crítico Jorge Palacios, más conocido como Faruk, dijo de él: “Era feliz cuando jugaba con el arco, la caja y las cuerdas. No pasó inadvertido para la historia grande del tango. De ninguna manera. Nos dejó el recuerdo de un violín juguetón”. Edgardo Donato falleció en Buenos Aires el 15 de febrero de 1963.