La cultura sobre el cuerpo
Mary Tapia nació en Tucumán en 1934 y en la década del ‘60 se instaló en Buenos Aires con todo el entusiasmo y el temor de una provinciana que consume un idioma diferente. Pero sabía muy bien lo que quería y no se dejó influenciar por corrientes foráneas. Ella amaba su tierra. Llevaba en su piel y en su alma el color, el sonido y las formas de una cultura ancestral.
TEXTOS. ANA MARÍA ZANCADA.
Desde muy pequeña, Mary Tapia había estado relacionada con las costumbres de su terruño a través de Eloísa, su madrina jujeña que la llevaba a ver las chayas a la fiesta de la Virgen. Profundamente conmovida por la música y las ceremonias, su fino espíritu llevó esa impronta a la gran capital. Usó el diseño de la ropa como lenguaje latinoamericano dentro del sofisticado mundo de la moda. En su Tucumán natal aprendió a observar y rescatar formas, texturas y colores. Los materiales elegidos surgían de sus raíces: barracán, aguayo, bayeta, chiya, aho-poí, chagua, picote.
No solamente las telas; los diseños estaban íntimamente ligados a la tierra americana: ponchos, pashminas, ruanas, chaquetas, chalecos, fajas, amplias faldas aunadas en una factura irrepetible en contraste de textura, forma y color. Sus colecciones fueron siempre el testimonio de un fuerte respeto, admiración y amor por el terruño.
Al llegar a Buenos Aires, el Instituto Di Tella fue el ámbito ideal para sus creaciones. Romero Brest la bautizó “Pachamama pret-a-porter”. Su desfile inaugural fue en 1967. Fue un éxito total. Le pidieron uno de sus diseños para el Museo del Traje.
En 1973 viajó con su moda a Nueva York. Luego a París, donde tuvo la gran alegría de contar con Atahualpa Yupanqui en una de sus presentaciones. Al regresar a Buenos Aires inauguró su boutique en la Galería Promenade Alvear. Reconocidas figuras del espectáculo lucieron sus creaciones: Marta Minujín, Suna Rocha, Mercedes Sosa, Dominique Sandá, Nacha Guevara, Teresa Anchorena, Nequi Galotti.
AMOR POR EL TERRUÑO
América toda estaba representada en sus diseños: aguayos, picotes, barracanes y chaguares, guardas precolombinas, bordados coloniales, tejidos en lana cruda hilada a mano, ponchos y huipiles, botones de asta y madera, bijouterie en plata y alpaca. Los diseños eran inspirados en las culturas coyas y wichí, y el resto de Latinoamérica. Sus colecciones siempre fueron el testimonio de un fuerte respeto, admiración y amor por el terruño.
Sus palabras: “Hay que detenerse en la dimensión cultural que representa (...) la identidad llevada a la moda, inspirada en las auténticas raíces que nos brinda la tierra (...). Siempre hago como si la moda no existiera. Escucho una música interior a la que siempre le soy fiel (...)”.
Su inspiración trascendió los límites argentinos. Utilizó telas adquiridas en Guatemala, de la cultura maya, de las bordadoras de Ecuador, lana virgen para tejer mangas, fajas. En 1974 fotografió las pinturas rupestres de Cerro Colorado e imprimió los motivos (el quitilipi o búho, el cóndor, el guanaco y los jeroglíficos).
Para los teñidos utilizó las raíces de algarrobo, tanino, azafrán. Usó el barracán negro obtenido de la lana de la oveja negra de la que, según dicen, hay una cada cien. “(...) Los conquistadores españoles les prohibieron a los indígenas usar sus propias lenguas y los exhortaban a dejar de vestirse con sus ropas. Para no perder su lenguaje, además de incorporar a los tejidos motivos de pájaros y flores, comenzaron a imprimir escrituras con mensajes. Usaban los vellones, los hilaban y luego tejían los dibujos. En estas escrituras dejaron una marca de su lengua. De esa forma continuaban con la comunicación que les estaba negada”.
Mary Tapia hizo del barracán, tela de lana de oveja hilada a mano y tejida en telares por los collas, el sello distintivo de sus creaciones. “En Santa Catalina, llegando a la Quiaca, encontré los mejores tejidos de la Argentina. Algunas hilanderías en el Norte han destruido la cultura ancestral del barracán, industrializándolo pero yo aprendí a diferenciar el que está hecho con lana hilada a mano”.
El picote fue otro material usado. Es el barracán liso, sin dibujos y de color beige, ya que es tejido con lana de oveja blanca. Luego vinieron las audaces combinaciones, producto de su imaginación sin límites: barracán con guardas aplicadas en ruedos de faldas largas de raso o gasa, o cintas de terciopelo.
ANTROPÓLOGA DE LA MODA
Mary conocía con ojo de experta las mejores telas: ”Las mujeres son las que hilan el vellón de la oveja. El hombre, con más fuerza para apretar la urdimbre, teje en el telar, que mide el largo del brazo extendido. Los primeros barracanes los compré a familias tejedoras que heredaron un diseño y lo siguen haciendo. Todo en blanco y negro”..
Fue pionera para abrir un camino con sabor a nuestro. Creó un estilo, una línea inspirada en las culturas ancestrales.
“No me importa que me copien -decía-. Esto es nuestro, es la imagen de nuestra tierra americana. Yo sólo le doy forma”. Su talento combinó accesorios tribales en ostentosa celebración a la madre naturaleza. Se la consideró una antropóloga de la moda. Transformaba el barracán en un complemento ideal para el terciopelo o los rebozos de las doñas mexicanas con una falda en patchwork de diferentes tonos. Fue pionera en abrir un camino nuevo con sabor a nuestro. Creó un estilo, una línea inspirada en las culturas coyas y wichí, también de Guatemala con los mayas o los otalavos de Ecuador.
A lo largo de su carrera recibió numerosos premios, entre otros: en 2002, el Konex de Platino por Diseño de Indumentaria, uno de los más importantes. En 2001, la Tijera de Oro a la mejor diseñadora. Fue galardonada con el premio Tijera de Plata a la trayectoria por la Cámara Argentina de la Moda.
En 2007 fue homenajeada con una retrospectiva de su obra desde 1966-2006.
Se la considera hacedora del “chic latinoamericano”. Mary Tapia murió el 10 de junio de 2011 pero quedan sus creaciones como testimonio de amor hacia su tierra.
OBRAS CONSULTADAS
- Revista Elle, agosto 1997.
- Diario La Nación: 1987, 1995, 2001, 2002 y 2011.