Mesa de café

De la Señora a la Madrina

por REMO ERDOSAIN

Falta casi un mes para las fiestas, pero los muchachos ya están en clima, como se dice en estos casos. Plantadas en el centro de la mesa hay dos botellas de cerveza: una vacía y la otra a punto de estarlo. Abel se atrevió a proponer un brindis, iniciativa que todos compartimos, en el caso de Marcial, con moderado entusiasmo.

—Podríamos esperar que llegue fin de año -digo con tono precavido.

—Sería lo aconsejable -observa Marcial- pero vivimos en la Argentina y gobiernan los que ya te dije.

—No sé qué corno tenemos que ver nosotros con las fiestas de fin de año -se queja José.

—Si me pedís que te dé detalles no puedo darlos, pero lo que sé es que ustedes siempre tienen que ver con todo.

—Ya nos van a extrañar cuando nos vayamos -sentencia José.

—De ustedes no hay nada que extrañar, nada que merezca la pena extrañarse.

—Yo por las dudas -observa Abel- propongo brindar ahora por las fiestas, porque no sé en qué condiciones vamos a llegar a fin de año.

—El año pasado tuvimos a toda la policía soliviantada -digo.

—Y este año -agrega Abel- la vamos a tener a la policía y los seguidores de Moyano, Barrionuevo y el “Momo” Venegas.

—Todos chicos encantadores -sugiere Marcial.

—Parecen aves de carroña, siempre pronosticando lo peor para sacar ventajas -acusa José

—Acá, los únicos que sacan ventajas con el actual estado de cosas son ustedes.

—Como dice la Señora, soy exitosa -digo.

—Si el éxito se mide por el tamaño de la cuenta bancaria, está claro que son exitosos observa Marcial.

—Este cuento se podría titular -digo-: cómo hacerse multimillonario en una década.

—Ahora me queda claro lo de la década ganada -concluye Marcial.

—Históricamente, la derecha inventó el tema de la corrupción para derrocar a los gobiernos populares; así lo hicieron con Yrigoyen y así lo hicieron con Perón.

—Lo que decís es verdad, pero tu opinión sería completa si lograras explicarnos qué tiene de popular este gobierno.

—Muy sencillo -responde José- los pobres lo quieren y los ricos lo odian.

—Gracias por ponerme del lado de los ricos -digo- porque hasta este momento siempre creí que era un seco.

—Vos no sos un seco, sos un gorila típico de la clase media gorila de la Argentina.

—Yo les envidio a ustedes la facilidad que tienen para explicar las cosas -confiesa Abel.

—Yo no lo llamaría seguridad, lo llamaría sensibilidad popular -responde José.

—Ya llegó la hora de la pavada -dice Marcial en voz baja.

—La sensibilidad popular de ustedes -agrega Abel- se pone de manifiesto de manera enternecedora cada vez que aplican el impuesto a las ganancias a los trabajadores.

—Es que los trabajadores viven tan bien bajo el imperio de los K, que todos se hicieron ricos y no les queda otra alternativa que pagar impuesto a las Ganancias como lo pagan Roca, Pérez Companc, Macri o cualquier de los que se hicieron multimillonarios en estos años.

—A mí lo que resulta desopilante -exclama Marcial- es que hacía falta un gobierno peronista para liquidar un aguinaldo peronista. Hizo falta que transcurran sesenta años para lograr lo ni se atrevió a soñar Álvaro Alsogaray, Federico Pinedo, Krieger Vasena o Martínez de Hoz.

—El compañero Kicillof fue claro: el impuesto a las Ganancias es un aporte de los compañeros trabajadores a los pobres.

—Yo no sé si a vos el kirchnerismo te enseñó algo o te benefició en algo, pero lo que está fuera de discusión es que gracias a las bondades de tu jefa desarrollaste un desopilante sentido del humor.

—Yo no le veo la gracia -dice Abel, que siempre le cuesta mucho reírse- los pobres andan cada día peor y el gobierno nacional y popular los mata a impuestos, es decir, le mete las manos en el bolsillo como si fueran ricos.

—Reírse o llorar -sentencio.

—Yo no sé cómo va a pasar la Señora las fiestas -dice Marcial- pero lo que sospecho es que más que preocuparse por la llegada del Niñito Dios o los Reyes Magos, lo que le preocupa es la llegada de algún juez o fiscal con los números y las acusaciones al día.

—Como se dice en estos casos -observa Abel- todo está fríamente calculado.

—¿Cómo es eso? -pregunto.

—Elemental Watson; ahora la consigna es proponer a la Señora como candidata a las elecciones del llamado Parlasur, es decir el parlamento del Mercosur.

—Y eso ¿qué tiene que ver con lo que estamos hablando?

—Sencillísimo. Si la Señora sale elegida continúa con los fueros, y si continúa con los fueros se hace muy difícil, por no decir imposible, juzgarla por las fechorías cometidas.

—Yo sobre ese tema no me hago ninguna ilusión -digo- no lo pudieron meter preso a Menem con todas las evidencias en la mano, mucho menos la van a poder meter presa a la Señora que a diferencia de Menem será defendida por la aguerrida militancia nacional y popular, militancia tan convencida de la bondad de su causa que no le importa que su jefa robe o mienta.

—¿Y se puede saber quién inventó ese verso de los fueros? -pregunta Abel.

—Fue inventado en un tiempo -digo- en que los legisladores corrían el riesgo cierto de ser encarcelados o perseguidos por el rey. Entonces, para que ello no ocurriera, se protegió a los parlamentarios con los fueros.

—Lo que pasa -dice Marcial- es que como nuestros compañeros todo lo que tocan lo convierten en barro, los fueros más que una garantía para el legislador frente al monarca se transformaron en una coartada para eludir la acción de la justicia.

—En la misma línea -digo- se entiende lo de los fondos reservados; se otorgaron para atender necesidades excepcionales de los gobernantes, pero para los compañeros fue una excelente oportunidad para hacerse millonarios con los dineros públicos. La Señora y las amigas de la Señora saben mucho de esas tramoyas.

—¿Hasta cuándo le van a seguir diciendo Señora a la compañera Cristina? -increpa José.

—No sé qué tiene de malo.

—Es irrespetuoso.

—Podemos decirle la Jefa.

—Tampoco me convence.

—¿Y si le decimos Madrina?- sugiere Abel.

—¿Por qué Madrina?

—Me parece una designación adecuada.

—De dónde se te ocurrió semejante trato.

—Se los digo en voz baja pero no se lo cuenten a nadie. Terminé de ver la serie televisiva colombiana “La viuda negra”, mujer bravísima a la que sus sicarios le decían la Madrina. Fue como una iluminación. Inmediatamente me acordé de nuestra Señora.

—Entonces en lugar de Señora le decimos Madrina- dice Marcial.

—No comparto -concluye José.

MESADECAFE.tif