“Una noche de mil”

La versatilidad de la sumisión

El espectáculo con dramaturgia de Fernanda Yábale y Fabián Rodríguez, con la interpretación de la primera se estrena hoy en el Foro Cultural.

La versatilidad  de la sumisión

Moriana, la protagonista del montaje, viene de lo profundo de los tiempos y se encamina hacia el cielo sin fondo. Foto: Gentileza producción

 

Nidia Maidana

Procreadoras de Willendorf. Hilanderas de la antigüedad. Cesteras. Alfareras. Sacerdotizas de Tebas. Granjeras del medioevo. Brujas de Samlesbury. Vendimiadoras del mediterráneo. Chinas de los virreinatos. Cuarteleras de la línea de frontera. Molenderas de Quito. Cigarreras de La Habana. Aceituneras de Jaén. Copleras de la puna. Tejedoras de Catamarca. Bordadoras de Naupan. Bailarinas de El Cairo. Batikeras de Java. Santeras de Bahía. Enfermeras de Londres. Camiseras de Nueva York. Obreras de Rusia. Floricultoras de Taiwán. Cartoneras de Buenos Aires.

Amas de casa de todas partes. Prostitutas de todas partes. De todos los tiempos... ¿Cuántas mujeres, cuántas laboriosas e ignotas tareas, desde las primeras lunas de la noche humana, se derraman en la tierra y las agua del planeta?

Versátiles, amoldan sus cuerpos, sus manos, sus ciclos a la sumisión de los oficios que las demandan construyendo los días. Pocos nombres suyos se registran en los libros de la Historia. Más bien es otra historia la que las contiene: la de los rescoldos del fuego, la penumbra de los cuartos y el murmullo familiar de las conversaciones. La de los cantos secretos en los bosques de estrellas. Desde estas zonas borrosas, de margen, de estelas de palabras y de saberes secretos se reconocen y se encuentran.

Estrategia de sumisión

Y como a veces acontece, y como en “Una Noche de Mil” ocurre, la sumisión se revierte en estrategia de seducción. Por eso, la escena transcurre a partir de los elementos que los amos, sin saber, han puesto al alcance de las sumisas: la palabra hecha susurro en la voz; la insinuación de los gestos más potente que la palabra; la sensualidad de la danza.

Moriana, como la Shahrazada de las mil noches es eterna, viene de lo profundo de los tiempos se encamina hacia el cielo sin fondo. También como Shahrazada, está situada en territorio mágico de fusiones: entre Oriente y Occidente, entre vigilia y sueño, entre narración y poesía.

Pero, a diferencia de Shahrazada, Moriana asume su voz en primera persona. Sin mediación narrativa. Es ella la que habla desde el resquicio que le permite la sujeción de una cultura, desde las concavidades femeninas, abarcando en su voz y sus gestos, la potencia contenida del mundo de las mujeres.

Moriana es poseedora de la piedra de un secreto para revelar: está en el centro, de sí misma, de la narración y de la escena, un enigma en espiral que se desenrolla en sucesión de relatos y de des-velos. Y mientras esto sucede, como el propio Sultán Schariar o como Odiseo cautivo por la voz de Calypso, los espectadores quedan retenidos por ese hilo de voz de Moriana. Y es en el cuento que cuenta (y que se cuenta), en la fascinación que provoca (y se provoca) donde la criada, la servidora, reconoce su poder y revierte el juego de las sumisiones. Con su voz, borda el tapiz de su vida, de su suerte de las historias que la atraviesan y lo da vueltas para mostrar los nudos que atan la trama: los aros de piedra, la piedra de Alí, la piedra del secreto... los aprendizajes, el amor, la piedra del secreto... el café, los alimentos sin sal, la piedra del secreto...

También puede decirse

“Una noche de mil” es un espectáculo teatral que articula géneros: la narración, la danza, la actuación. En él, Moriana, su protagonista cuenta su historia: es una mujer que viene del ignoto desierto, que posee un secreto que la propia representación la empuja a revelar.

“Una noche de mil” es un intertexto y una continuidad. Como tantas otras obras de la cultura está atravesada por “Las mil y una noches”: ese libro que, como explica Borges, surge de un modo misterioso, como la obra de miles de autores que jamás pensaron que estaban edificando un libro ilustre, quizás el más ilustre de la literatura de Occidente. Para su llegada a Occidente cuentan también, eruditos traductores, orientalistas europeos, entre los que figura el francés Galland, a quien se le atribuye haber escrito uno de los cuentos más preciados del Libro “Aladino y la lámpara maravillosa”. Por ello, se acusó a Galland de falsificador. Es Borges quien lo defiende argumentando que el traductor, tenía tanto derecho a incluir una historia en este libro, como lo tuvieron los confabuladores nocturnis, los primeros anónimos y remotos narradores que en la noche medioriental, con sus voces, iniciaron la tarea de tejer los cuentos. Porque en definitiva, estas historias alcanzan a todos los hombres y mujeres, son de todos.

Por eso, es posible plantear que “Una Noche de Mil” (noche en que se detiene la eternidad del relatar) es también parte y continuidad de este tesoro. Suma la historia inmemorial de una criada, Moriana, que aceptando su destino, se libera.

“Una Noche de Mil” es una creación artística que amalgama voces, conocimientos y experiencias. Fernanda Yábale fue su iniciadora, impulsada por la necesidad de conjurar su propia voz interior, convocó a Fabián Rodríguez. Juntos, a lo largo de casi dos años, le dieron forma: un texto primero, un texto dramático después y en paralelo idearon una puesta escénica. Ambos convidaron a Fabián Pínnola, quien creó la música original y a Fabiana Sinchi, para las coreografías y la preparación física.

Fernanda, Fabián, Fabián y Fabiana... el sonido aliterado de las “efes” parece un sortilegio: como de flama, como de fuego que se enciende... Ojalá lo sea.

Los hacedores

Dramaturgia: Fernanda Yábale y Fabián Rodríguez; intérprete: Fernanda Yábale; dirección: Fabián Rodríguez; música original: Fabián Pínnola; exploradora y narradora de visibilidades: Nidia Maidana; asesoramiento en movimiento escénico: Fabiana Sinchi; planta de luces: Sergio Robinet; fotografía y video: María Sol Rodríguez; grabación, mezcla y masterizado del sonido: Marcelo González; voces en la música: Cecilia Arellano y Magdalena Chávez; coreografía en danza del sable: Clara Portilla; confección de vestuario: Fernanda Parga y Karina Budassi y colaboración en plástica: Rocío Rodríguez.

En el Foro

El estreno de “Una noche de mil” será hoy, a las 21.30, en el Foro Cultural, 9 de Julio 2150. El costo de las entradas es de $35 generales y $30 con descuento.