editorial

  • La Auditoría General de la Nación detectó serios pro-blemas en los controles aduaneros y migratorios del país.

Graves falencias en las fronteras

Todos lo sabían. Incluso el gobierno nacional que, a pesar de algunos vanos intentos, no pudo encontrar las maneras de contrarrestar las contundentes evidencias reveladas por el periodismo: los controles en las fronteras argentinas padecen de graves falencias y se convierten en una invitación al contrabando, lavado de dinero, a la trata de personas y al narcotráfico.

Ahora, la Auditoría General de la Nación (AGN) presentó un informe que denuncia las deficiencias en el sistema aduanero y migratorio argentino.

El relevamiento de la AGN abarcó 30 de las 59 aduanas que existen en el país. Se detectó falta de personal, problemas edilicios y graves carencias en materia de equipamiento. Las falencias se repiten tanto en los puntos de entrada terrestres, como en los marítimos y fluviales. Las sospechas también recaen sobre las terminales aeroportuarias.

Según el informe del organismo de control, existe una marcada “obsolescencia del sistema informático” para el trabajo aduanero: “El software es anticuado. Sus limitaciones impiden desempeñar adecuadamente las funciones”.

Hace apenas algunos meses, el programa Periodismo para Todos, que se emite por Canal 13 de Buenos Aires, dejó al descubierto con cuánta facilidad ingresan al país contrabandistas provenientes de Bolivia o Paraguay. También se demostraron las falencias que existen en los controles aéreos; y lo simple que resulta, por ejemplo, volar hacia el Uruguay sin atravesar inspecciones. En la aduana de Pocitos (Salta), la Auditoría comprobó que no hay escáners para control de equipaje o carga.

Los problemas parecen agravarse en lo que respecta a la falta de controles adecuados en los principales puertos de la Argentina. Y en este sentido, la provincia de Santa Fe representa uno de los territorios más perjudicados.

Lo que sucede en Rosario, con el avance del narcotráfico, no es casual. En esta ciudad y su zona de influencia, operan 27 puertos, desde los que sale gran parte de las exportaciones granarias del país. El movimiento de buques marítimos es intenso, mientras que la infraestructura destinada al control de las operaciones resulta insignificante. Lo mismo sucede con el personal dedicado a esta tarea.

Tampoco resultan suficientes los controles sobre el importante tránsito de barcazas que recorren el río Paraná desde Paraguay, principal productor de marihuana de la región.

Puede que las autoridades políticas de Santa Fe no hayan reaccionado a tiempo frente al agravamiento del problema narco. Sin embargo, es evidente que rebasa con amplitud el espacio provincial, y que se trata de un delito complejo y de implicancias federales.

El Estado nacional sigue en deuda en esta materia. No sólo por las graves falencias en las fronteras -ratificadas por este informe de la AGN-, sino también por la escasa presencia de efectivos en las rutas que atraviesan el país.

En gran medida, los corredores terrestres que unen las fronteras del norte con la ciudad de Buenos Aires recorren de norte a sur a la provincia de Santa Fe. Evidentemente, la droga es transportada con suma facilidad, sobre todo si se tiene en cuenta que la Argentina se ha convertido en los últimos años en la rampa de redistribución de los cargamentos de cocaína hacia los mercados europeos.

Mientras los controles migratorios y aduaneros no mejoren su eficiencia mediante el respaldo de una consistente política pública, de poco servirá incrementar los esfuerzos para enfrentar a las bandas narcos que se multiplican en el interior del país. La respuesta debería ser inmediata. Pero el Estado nacional no parece dispuesto a tomar el toro por las astas.

Esta realidad se convierte en una invitación al contrabando, lavado de dinero, a la trata de personas y al narcotráfico.