Se cumplen hoy 40 años del ascenso de Unión en 1974...

El “Campanazo” que hizo ruido

Fue el gol de Hilario Bravi ante Estudiantes de Buenos Aires en cancha de Villa Dálmine. Varios de ese equipo se quedaron, luego, a integrar uno de los equipos inolvidables de Unión: el de 1975.

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Tres integrantes de aquel equipo (Ramón Zanabria, Tomás Rossi e Hilario Bravi), con uno que apareció en Unión y rápidamente se fue para llenarse de gloria en Newell’s y en Boca: Mario Zanabria.

Foto: Archivo El Litoral

 

Enrique Cruz (h)

La historia del ascenso de 1974 (hoy se cumplen 40 años de aquel “Campanazo” de Bravi) se remonta a algunos años antes. Unión había descendido a fines de 1970. Perduraba fresco el recuerdo de una goleada con muy pocos precedentes (River le metió 6 en el Monumental), cuando una asamblea celebrada en los primeros días de enero de 1971 decidió la desafiliación de Afa. Fue una medida equivocada, sin dudas, pero a este adjetivo lo puso el tiempo. En ese momento, los socios de Unión apostaron, por idea de la dirigencia que presidía en ese entonces el recientemente fallecido Julio Baldi, a regresar a Primera para jugar el viejo torneo Nacional. Para ello, había que ganar el torneo de la Liga Santafesina, como primera instancia y luego disputar el desaparecido Regional (lo que ahora sería el Argentino A), eliminándose con equipos de la provincia y de provincias vecinas.

Ese fue el derrotero de Unión en 1971 y 1972. Se recuerdan partidos que fueron verdaderas batallas, como uno que debió jugar en Concordia, por ejemplo. “Queríamos sacar el lateral y ni siquiera eran escupitajos, nos tiraban manotazos para pegarnos desde atrás del alambrado”, me cuenta siempre el “Patón” Rossi, un caudillo del equipo en aquellos tiempos. Y también se recuerdan partidos en los que no había equivalencias, como cuando Unión le hizo 11 goles a Primero de Mayo de Formosa en el estadio de la avenida López y Planes. Don Orione de Chaco en 1971 y Gimnasia y Esgrima de Mendoza en 1972 fueron los verdugos que lo dejaron afuera de los dos Nacionales. Así, la dirigencia empezó a gestar el regreso a la B, convenciendo a Raúl D’Onofrio (el padre del actual presidente de River), que era en ese entonces el interventor de la Asociación del Fútbol Argentino. Gerónimo Veglia, hombre ligado al grupo de directivos que tenía a Baldi y Corral como máximos exponentes en esa época, siempre habló de la gran cantidad de viajes que debieron hacerse a Buenos Aires. Y en los primeros días de 1973 llegó la buena noticia: Unión volvía a jugar el torneo de la B.

Después de una temporada en la que no anduvo mal, se hizo muy fuerte de local pero no tanto de visitante, Unión se tiró con todo a subir a Primera. Para eso, contrató a un técnico de conocimiento y experiencia como don Carmelo Faraone. Y el equipo se fue armando a partir de un arquero que venía de atajar en Independiente (José Luis Burtovoy), un buen refuerzo como fue Batocletti (venía de Racing pero se había hecho famoso por un programa cómico de aquellos tiempos, llamado “La cola del PRODE”, donde siempre se hacían la misma pregunta: “el domingo, ¿juega Batocletti?), el regreso de Leopoldo Jacinto Luque —había estado en Rosario Central y el fútbol mendocino—, más algunos jugadores locales con muchísima capacidad como Daniel Silguero, el “Patón” Rossi, el “Gringo” Sacconi, un histórico como César Toyé (después fue dirigente), Ramón Zanabria, el desaparecido Luis Fredes, un tiempista que luego también jugó en Primera como Horacio Daniel Rojas, tres delanteros de mucho peso en la categoría como el “Rana” Juárez, el mendocino Benito Emilio Valencia y el “Huevo” Garello, más un Hilario Bravi que fue el autor del gol en aquella final por el ascenso con Estudiantes de Buenos Aires, donde atajaba un arquero que después fue a River y quedó casi “sepultado” en el banco, detrás de Ubaldo Matildo Fillol: Luis Landaburu.

Aquél torneo de 1974 (el otro ascendido fue Temperley), tuvo muchas particularidades. Pero entre otras cosas, Unión debió jugar una gran cantidad de partidos en la parte final, fuera de Santa Fe. Esto comenzó en el mes de setiembre de ese año, después de un partido con tremendos incidentes ante Almirante Brown (hubo una muerte). A partir de allí, Unión tuvo que jugar en Rosario y la parte decisiva en Junín. Estuvo 13 partidos invicto y fue, por ese entonces, una “hazaña sin precedentes”, según lo describió El Litoral (luego superada por los 24 partidos sin perder hacia fines de los 70). La serie se inició el 7 de setiembre con una victoria ante San Telmo en la cancha de Rosario Central, luego los empates con Los Andes (en Lomas de Zamora) y con Lanús en Newell’s, siguió con la victoria ante Quilmes en tierra cervecera y frente a Dock Sud en la Isla Maciel; después llegaron dos empates con Temperley en el Parque Independencia y con Central Córdoba en Arroyito; el resonante y clave triunfo ante Nueva Chicago por 4 a 0 en la cancha de Ferro y la “finalísima” con empates ante Estudiantes, Lanús y Temperley en Junín, más el éxito ante el equipo de Caseros en Campana, que le dio forma a ese ascenso concretado hace, hoy, 40 años.

Luego llegó otra historia. Fue la del recordado equipo del Toto Lorenzo que se armó en 1975 con la chequera de Baldi y la habilidad de Super Manuel Corral —por entonces presidente— para adquirir una gran cantidad de jugadores a diversos equipos, todos en cuotas. En junio de aquél año llegó el famoso “Rodrigazo” y esas cuotas se terminaron prácticamente licuando. “No salimos campeones con Unión, porque ese año tenía que salir campeón River, que hacía 18 años que no festejaba. Recuerdo que Corral me preguntó, un día, si queríamos ir a jugar a Buenos Aires el partido con River que nos tocaba en Santa Fe, cediendo la condición de local. Lo primero que hice, fue consultar al ‘Loco’ Gatti y me dijo que sí, que le íbamos a ganar igual. Y así fue, le ganamos 2 a 0 y él atajó un penal”, cuenta Victorio Nicolás Cocco, uno de los tantos jugadores de prestigio que llegaron en ese año para integrar el equipo.

Pero volviendo a lo ocurrido en 1974, si bien varios jugadores de aquél “Campanazo” se quedaron al margen, hubo otros que jugaron en Primera. Fue el caso de Burtovoy, de Silguero, de Rojas, de Fredes, de Sacconi, de Garello, de Bravi y de Leopoldo Jacinto Luque, quien si bien había hecho un buen aporte para el ascenso, “explotó” cuando el Toto lo puso en Primera, acompañado de monstruos como Heber Mastrángelo, Miguel Angel Tojo y Victorio Nicolás Cocco, entre otros. Medio año en Unión y de inmediato a River, como escala previa para ser campeón del mundo con Argentina en 1978.

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La foto es de antes de 1974. Un muy jovencito Leopoldo Jacinto Luque junto a Oscar Salas, aquel wing izquierdo que jugó en el Tate por esos tiempos. Es tomada en el propio campo de juego, delante de la techada.

Foto: Archivo El Litoral