Crónica política

De un año a otro

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Brindis. Una Cristina sonriente despide un año difícil, preludio de otro con fuertes vencimientos de deuda y deprimidos precios agrícolas.

Foto: DyN

Por Rogelio Alaniz

“Todo se va, todo cae, todo finaliza”. Manuel Fraga Iribarne.

El único cambio cierto que habrá de aquí a la semana que viene será de almanaque, porque es muy probable que todo lo demás siga igual. El 2014 cederá lugar al 2015 y allí terminarán las novedades. Lo demás pertenece al campo de los deseos o al terreno menos evanescente y más despiadado del poder. Por lo pronto, el año que se aproxima es el último de la Señora en el poder. No se puede quejar. Con recursos políticos y culturales más que modestos, fue presidente de los argentinos durante dos períodos y primera dama con atributos extendidos a otras áreas durante otros cuatro años. Casas más, casas menos, doce años ejerciendo el poder desde las más altas esferas. Generosidades de la democracia que le dicen. Con Carlos Menem, respecto a quien en lo que realmente importa cada vez se parece más, ocurrió algo parecido.

Fiel al principio de que la caridad bien entendida empieza por casa, la Señora y su marido se preocuparon en estos últimos doce años por transitar de la condición de millonarios a la de multimillonarios. Explicaciones sobre el origen de esa riqueza no han dado ni van a dar. Tampoco pueden darla, porque más que una explicación se trataría de una confesión. Cualquier duda, consultar con Claudio Bonadío o Carlos Stornelli. O con Margarita Stolbizer y Elisa Carrió.

Si resulta imposible hablar con ellos, habrá que intentar hacerlo con Igor Ulloa o Lázaro Báez. O, en su defecto, con Máximo Kirchner, aunque no se garantiza que las expectativas por saber la verdad se vean satisfechas, entre otras cosas porque en este tema todo resulta tan evidente, todo está de una manera tan descarada en la superficie, que no hace falta saber mucho más de lo que ya se sabe.

Mientras tanto, los Kirchner se hicieron multimillonarios y, además, no lo ocultaron. Empezando por Ella que, según investigaciones periodísticas, se gastó algo así como un millón de dólares en joyas. Como se dice en estos casos: a los gustos hay que dárselos en vida. Y la Señora sin duda que se los da. Y se los va a seguir dando porque, para la cultura populista, ser ladrón no sólo que no es importante sino que, según se mire, puede llegar a ser virtuoso. Así lo expresó hace unos cuantos años uno de sus profetas preferidos: “Antes robaban los antinacionales, ahora robamos los nacionales y es justo que así sea”.

El otro que se va el año próximo es el benemérito Amado Boudou, esa formidable creación política de la Señora, ese abnegado militante de la causa nacional y popular. La discusión que se abre con este caballero es si se va a su casa o a Devoto. O, por qué no, a Coronda. También correspondería preguntarse si se va en octubre o antes. O para decirlo de otra manera: si se va porque concluyó su mandato o porque se lo concluyeron los jueces.

Si me dan la oportunidad de opinar, diría que Boudou se va a ir en octubre, porque uno de los rasgos que distingue a esta Argentina en la que nos toca vivir, es que los delincuentes políticos nunca van presos, su impunidad es absoluta.

Boudou no puede caminar por la calle; si alguna de sus ex mujeres lo ve venir se cruza de vereda; por la Cámara de Senadores no puede ni siquiera darse una vuelta porque lo arden a insultos, y los peronistas están empezando a acordarse -tarde pero seguro- de que el muchacho alguna vez militó en la Ucedé, motivo por el cual ellos no tienen la obligación de ser demasiado solidarios con el compañero. Cualquier cosa, consultar con María Julia Alsogaray.

Boudou, por lo pronto, sigue siendo el vicepresidente de la Nación; es decir que continúa ejerciendo el cargo que en otros años ocuparan Adolfo Alsina, Carlos Pellegrini o Elpidio González, el vicepresidente radical de Marcelo T. de Alvear, que después de bajar al llano se ganaba la vida vendiendo ballenitas en la calle. ¡Que nadie se alarme! Es muy difícil, por no decir imposible, que Boudou se vea obligado a atravesar por semejantes contingencias. Un espejo donde mirarse y recuperar la calma es el del compañero Carlos Menem: procesado, pero libre como un pajarito porque sus compañeros kirchneristas se niegan a entregarlo a la Justicia. Como reza el refrán: una mano lava a la otra y con las dos nos lavamos la cara.

La Señora deja el gobierno el año que viene, pero según dijo uno de sus más lúcidos dirigentes, no va a dejar el poder. La consigna pertenece a Máximo K y la dijo en un acto público, ocasión en la que los argentinos descubrimos que el heredero sabía hablar de corrido, una facultad que el común de los hombres suele adquirir más o menos a los tres años.

Si le vamos a creer, esto quiere decir que la Señora y sus seguidores se van en 2015 pero piensan regresar en 2019. El operativo retorno para dentro de cuatro años es una propuesta del sector más moderado e institucionalista, porque los más entusiastas ya dieron a entender que no creen contar con la paciencia necesaria como para esperar cuatro años.

Esto quiere decir que el gobierno que venga debe ir sabiendo que los muchachos no le van a dar respiro. Como se dice en estos casos: el que avisa no es traidor. Ellos, claro está, no son destituyentes, son revolucionarios. Revolucionarios y populares. Sus objetivos son tan nobles que no tienen por qué atarse a las reglas de juego de una democracia gorila y cipaya. Como le gustaba decir al amigo de mi tío: “Cuando están en el poder roban, cuando pasan a la oposición, incendian”. Y todavía en los actos públicos seguimos cantando: “Al gran pueblo argentino salud”.

El 2014 se va, pero la que no piensa irse es la inflación, la más alta de América Latina y una de las más altas del planeta. Ella lo hizo. Tampoco se va a ir la inseguridad. O la sensación de inseguridad como les gusta decir a algunos. Del narcotráfico no digo nada porque en realidad más que irse lo que ha hecho este negocio es venir a quedarse. Dicho con otras palabras; el narcotráfico no se va, viene. Ella y Él lo hicieron.

El narcotráfico viene a quedarse, entre otras cosas, porque sabe que cuenta con policías, políticos y funcionarios decididos a colaborar con la causa. “Ningún presidente está en condiciones de resistir un cañonazo de un millón de dólares”, dijo hace más de ochenta años un funcionario del gobierno de los EE.UU. La frase se mantiene intacta, pero lo que cambió fue el emisor: ahora no es un ministro del imperio, el emisor de una frase tan bonita, sino los jefes del cártel de la droga, señores que suelen ser muy generosos con su billetera y capaces de pagar una campaña electoral completa con la misma indiferencia con que un millonario entrega una limosna a un ciruja. En caso de duda, averiguar sobre nombre, oficio y profesión de los aportantes a la campaña electoral del oficialismo en 2011.

Con respecto a la deuda con los bonistas, no es mucho lo que se puede decir. Según las malas lenguas, el gobierno ya ha decidido pagarle a los buitres y en las primeras semanas del año que se inicia, todos nos vamos a desayunar con esa sorpresa. La otra versión que circula es que van a patear la pelota para adelante, lo que traducido a buen castizo quiere decir que tienen la loca idea de dejarle el muerto al próximo gobierno. Criaturitas de Dios.

¿Y por el lado de la oposición, cómo andamos? Bien y gracias. Salvo milagro de la naturaleza, lo que hay ahora continuará vigente el año que viene. Algún nombre nos puede gustar más que otro, pero vayámonos acostumbrando a la oferta existente porque, como se dice en estos casos, “es lo que hay”. Con un poquito de memoria, los candidatos de la oposición deberían recordar que la iniciativa de ir todos separados significó que la Señora les dé una paliza de padre y señor nuestro. ¿Habrán aprendido algo en estos cuatro años? Pronto lo vamos a saber. 2015 está perdiendo su condición de futuro para adquirir la áspera tonalidad del presente.

La Señora deja el gobierno el año que viene, pero según dijo uno de sus más lúcidos dirigentes, no va a dejar el poder.

 

Con recursos políticos y culturales más que modestos, la Señora fue presidente de los argentinos durante dos períodos.