SEÑAL DE AJUSTE
SEÑAL DE AJUSTE
Servime tinto, que se viene un país distinto

Mariano Iúdica fraternizaba con el candidato con su aplomo de alcahuete natural, aunque, ubicado en su oportunismo, no se olvidaba de mencionar a Daniel y Mauricio. Foto: GENTILEZA EL TRECE
Roberto Maurer
El 10 de enero, Mirtha Legrand volverá a sus almuerzos televisados, desde Mar del Plata. El último de la temporada lo encabezó esplendorosamente con un modelo de gasa de seda natural, color rosa y bordados de cristal del finado diseñador Jorge Ibáñez, “mi querido amigo”, y entre el ritual publicitario y un reto (“chicas, dije un chiste, estén atentas, porque están conversando y en televisión hay que prestar atención a lo que está pasando”), con orgullo leyó un fragmento de una nota de Marcelo Stiletano que ese día había publicado el diario La Nación, y que cualquiera quisiera estampar en su propia lápida de no ser demasiado extenso.
“En medio de un panorama casi desolador quedaron a la vista escasos consuelos”, señalaba la nota, para destacar luego que “la única demostración de genuina inteligencia quedó en manos de Mirtha Legrand, que construyó en su doble mesa del fin de semana un espacio en el que lo frívolo y lo serio convivieron sin problemas y del que surgieron algunas de las mejores frases y momentos de debate de la alicaída pantalla local. Mientras el resto de la TV se resignaba a vegetar en un páramo exacerbado por una recesión cada vez más visible, Legrand fue la única que supo aggiornar su propuesta y adaptarla al nuevo escenario”.
Esa “genuina inteligencia” mencionada en nota, por ejemplo, fue siendo aplicada a desnudar el hecho práctico televisivo, un modo que a través de tantos años le permitió restar solemnidad a un programa que la tenía, combinando ahora lo señorial con una naturalidad que, debemos aceptar, en ocasiones atenta contra los buenos modales.
El citado reto en público a las empleadas (hay “otra” que también lo hace) es una forma astuta de asumir aquella personalidad enojada e inconciliable con la anfitriona refinada, la que gritaba “carajo, mierda” en unas imágenes clandestinas difundidas por Chiche Gelblung. Es un sinceramiento, porque la chinche de una diosa que dice malas palabras la acerca a la especie de carne y hueso, la misma que suma puntos al rating.
MI AMIGO EL PRESIDENTE
Vivimos entre grandes misterios, ¿quiénes son los verdaderos dueños de los jugadores de fútbol?, por ejemplo. ¿Los dirigentes políticos pagan para sentarse a la mesa de Mirtha Legrand? De ser así, a Sergio Massa puede haberle costado una pequeña fortuna la invitación al último almuerzo del año, ya que acaparó la atención durante dos horas y media. Espontáneamente, en esos momentos vocingleros, Massa abría la boca y el resto la cerraba, como si ya fuera presidente. No reproduciremos sus frases profundas, sólo una: “No se puede dejar de ser uno mismo”.
A su lado, confianzudo, con el brazo de Sergio en su hombro, Mariano Iúdica fraternizaba con el candidato con su aplomo de alcahuete natural, aunque, ubicado en su oportunismo, no se olvidaba de mencionar a Daniel y Mauricio. “Vos, querido, quedás bien con todos”, le dijo Marcela Tinayre con la lengua de la familia. Además, Iúdica siempre trata de ser gracioso y solamente consigue comportarse con una grosería tan chocante que no sería tolerada en la ranchada de una institución penal.
PEDAZO DE FORRO
No había intelectuales pero estaba Belén Francese, con su segundo libro. Como se sabe, es una poeta intuitiva. Si alguien vio defecar a un perro, puede decir que sus versos afloran con la misma naturalidad. “La poesía brilla”, empieza uno, y luego siguen frases en las cuales sucesivamente van apareciendo las rimas de “sombrilla”, “aerosilla” y “parrilla”. Todos la tratan como si fuera una nena de tres años.
El periodista Jonatan Viale se comportó como un caballero y no hizo preguntas demasiado incómodas a Massa, aunque pudo emplear expresiones faciales. Cuando el candidato afirmó que jamás distraía fondos públicos para la política, una cámara tomó durante un segundo la cara de Viale: esbozaba una sonrisa de incredulidad que acompañó con un centelleo de sus ojos de colorado listillo.
Contó que fue testigo de un episodio en América 24, que se produjo al cruzarse casualmente Malena, la esposa de Massa, y el gobernador Scioli, y éste la saludó afectuosamente:
—¿Cómo estás, Male?
—Con vos todo mal, pedazo de forro -respondió ella.
—Fue en privado -aclara Massa, un poco compungido, como representante de la Convivencia Civilizada en la Tierra.
QUE CHICHE MEJORE SU DICCIÓN
Marcela Tinayre y su mamá lavaron algunos trapos familiares. Mirtha le preguntó si volvía a la tele, “porque ella no me cuenta nunca”, y Marcela informa que Chiche Gelblung le propuso hacer un magazine. Hay una vieja historia, se sabe. Los ojos de la madre despiden fuego y la mira:
—¿No me digas?
—Sí, mi querido amigo Chiche -recalca, desafiante, la hija.
—Una vez dijo que estaba enamorado de vos -dice Mirtha, y le manda “un beso fuerte” a la esposa de Chiche para suavizar este duro momento de confesiones. Por su parte Marcela, mirando al resto de los invitados, cuenta:
—Una vez no acepté una oferta de trabajo de Chiche porque estaba peleado con mamá. Y, viste, son los mandatos familiares.
—Vos tenés que hacer televisión sola. Que él mejore su dicción. No se le entiende cuando habla -dice Mirtha y hace una imitación grotesca de Chiche Gelblung hablando-. ¿Vamos a ser brutales, o qué?
En tanto, las intervenciones de Belén Francese introducen la lírica en los momentos de tensión. Alza la copa para un brindis:
—Servime tinto, que se viene un país distinto.
—¿Será así? -Mirtha le pregunta a Massa cómo va a gobernar-. Este país es complicado, ¿eh? -agrega, como si el otro no lo supiera. Y la dueña de casa recuerda que eso se lo reveló Isabelita Perón, para quien el poder no ofrecía secretos.
CASATE, CASATE
Uno de los atributos de Mirtha es la impertinencia. Tenemos las reglas de urbanidad de nuestro planeta, al cual siguen el Sistema Solar y la Vía Láctea y tal vez, después, la Nada. Mirtha se siente más allá de todo eso y entonces puede presionar a Belén Francese para que se case y tenga hijos. Insiste, insiste, muestran a su novio Esteban Farfan, nervioso, detrás de cámara.
Se podría pedir más delicadeza. Es una pareja que viene de una crisis. El año pasado, Farfán tuvo que informar a su novia Belén que acababa de tener un hijo de otra mujer.
En esa vorágine, se escucha a la anfitriona preguntar a Massa cómo funciona la líbido de su familia, mientras Belén le lee la dedicatoria de su libro: “Para Sergio y Malena, se viene una Argentina de la buena”.
Debe constar que estaba la bailarina Cecilia Figaredo, seria y humilde, sosteniendo con firmeza al Teatro Colón entre los gritos de Mariano Iúdica. No intervino sólo para tener un diálogo discreto cuando fue interpelada, aunque Mirtha se dio el gusto de salpicar el buen gusto con una pregunta sobre su compañero Hernán Piquín: “Después de dos años en el ‘Bailando’, ¿dejó a su pareja Noelia Pompa porque era enana y se había cansado de agacharse todo el tiempo?”.