Circo romano

Sushi para dos

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Darío Lopérfido, nuevo director del Teatro Colón, en reemplazo de Pedro Pablo García Caffi, uno de los invitados a su casamiento. Y Ramiro Agulla, de nuevo en la comunicación política. Fotos: Gentileza Infobae/Gerardo Viercovich y Urgente 24

 

Ignacio Andrés Amarillo

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Esta columna trae suerte, como el programa de Mirtha Legrand, que dicen que trae suerte (al menos se la ha traído a ella, en lo que respecta a la longevidad de ambos, envío y conductora). Hace algún tiempo abordamos la fiesta de casamiento de Darío Lopérfido, el ex secretario de Cultura de Fernando de la Rúa, devenido gestor cultural del gobierno de Mauricio Macri. Allí brindaron con viejos compañeros, como el propio ex presidente, señora e hijos (“Antoñito” y “Aíto”) y el actual ministro de Cultura de la ciudad, Hernán Lombardi. Viejos compañeros del llamado “Grupo Sushi”, que se cayera de la bandeja en los sucesos de diciembre de 2001.

En esa fiesta también le entró a los bocaditos Pedro Pablo García Caffi, por entonces director del Teatro Colón. La cosa es que ahora nos enteramos de que ya no lo es, en parte debido a las denuncias de “maltrato” (se entiende que se refieren a cierto distrato institucional, no que les pegó). El domingo pasado, en el suplemento Espectáculos de La Nación, Pablo Kohan se dio el gusto de despellejar a García Caffi, desde la baja en óperas y conciertos al fracaso del publicitado “Colón Ring”, “esa reducción de la gran tetralogía de Wagner a lo largo de una larga única jornada, un espectáculo supuestamente magnificente con catering de lujo incluido y que concluyó con un fracaso artístico, de costo desmedido y de convocatoria mínima” (textual de Kohan).

Bueno, para hacerla corta: “Le dieron el toque” al ex Zupay, que fue reemplazado por... Darío Lopérfido. Como se ve, la carrera del ahora marido de Esmeralda Mitre se va para arriba (aunque justo arriba a meses del recambio de gestión, lo que no quita que sea sostenido en el mandato entrante), así que tendremos que seguir acompañándola desde acá.

Tierra adentro

Otro sushi boy reaparecido por todo lo alto es Ramiro Agulla. Este buen muchacho, luego de haber ganado varios premios publicitarios al frente de la agencia Agulla-Baccetti, se hizo cargo de la comunicación de De la Rúa, empezando por aquella campaña que rezaba “dicen que soy aburrido” y en la que atrás del cordobés devenido porteño se alineaban médicos o policías, para mostrarlo enérgico y proactivo. Tiempo más tarde, supervisó los rodajes de las cadenas nacionales (eran grabadas, en un entorno tranquilo) que mansamente anunciaban el megacanje, el corralito y el final conocido.

Bueno, después de cierta carencia de figuración en la arena de la política, decidió demostrar su maestría con un golpe genial. Se dio cuenta de que Sergio Massa, su actual empleador, hablaba con demasiadas eses, un rasgo del habla metropolitana que la diferencia de los modos provincianos. Puede ser cierto que esto sea chocante para la gente del interior (de todos modos, Mauricio Macri tiene más acento de Barrio Norte y San Isidro, y no lo oculta), como también pueda ser chocante para el porteño una tonada demasiado provinciana (la excepción sería Carlos Menem).

El genial descubrimiento lingüístico tenía que venir acompañado por un golpe de efecto práctico de campaña. Por eso le hizo aprender al candidato más o menos cuántas eses se comen en cada provincia (ahora ya saben lo que hace el dialect coach que aparece en los créditos de las películas, en caso de que alguien los mire) y le hizo grabar una veintena de spots en los que dice: “Te hablo a vo’, que taj’en La Pampa”, o “a vo’, que taj’ahí en Misione’”.

Las burlas no se hicieron esperar, incluso alguno armó una cumbia con samples de la voz de “Massita”. Como regreso, debemos reconocer que tuvo repercusión. Bien por Ramiro.