Preludio de tango

Héctor “Chupita” Stamponi

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Manuel Adet

Supe por primera vez de él escuchando ese maravilloso long play titulado “Edmundo Rivero canta a Discépolo”. Allí estaban su piano, sus arreglos y su talento, acompañado en este caso de músicos del nivel de Mario De Marco, Kicho Díaz, Mario Lalli o José Bragato. Después me enteré de que Stamponi, además de un eximio pianista, era el compositor de temas como “El último café”, de Cátulo Castillo o “Qué me van a hablar de amor”, de Homero Expósito, con una notable interpretación a cargo de Julio Sosa. Con Rivero y Sosa como intérpretes, ya estaría completado su listado de estrellas, pero para que no quedaran dudas acerca de la jerarquía de su talento, el hombre acompañó a lo largo de una carrera artística cuyo perfil bajo no le impidió brillar con luces propias, a cantores de la talla de Alberto Marino, Roberto Rufino, Charlo, Jorge Sobral o Raúl Lavié.

Tuve el privilegio de verlo actuar a fines de la década del setenta en “Caño 14” junto con su paisano de Campana, Enrique Mario Francini. Allí confirmé su calidad como pianista. Supe también, gracias a la verborragia del presentador, que su apodo era “Chupita” y que era hincha fervoroso de Vélez Sarsfield. Recuerdo que en la ocasión presentaron “Un momento”, vals de su creación poética y musical: “Adiós, qué raro fue tu adiós, de espina y de jazmín como una cruz y una caricia. Tal vez, no presentí ni comprendí que las estrellas tienen que morir con los rayos del sol. Yo fui un pájaro cantor y tú la mariposa que buscó quemar sus alas. Después, la soledad, la realidad, la noche cruel que pronto me envolvió, fatal”. Recomiendo al respecto la versión de Roberto Goyeneche.

Héctor Luciano Stamponi nació en la ciudad de Campana el 24 de diciembre de 1916. Sus biógrafos aseguran que estudió piano con Esther Coltelli y se inició en la orquesta de Juan Elhert, donde ya se destacaban unos jovencísimos Enrique Francini, Cristóbal Herreros y Armando Pontier, además del cantor René di Pietro. A mediados de los años treinta, todos emigraron a la ciudad de Buenos Aires y arman el primer trío que lucirá sus habilidades en Radio Argentina.

Nunca fue fácil ganarse un lugar en Buenos Aires, pero con talento, voluntad y un toque de suerte todo es posible. Así se explica su presencia con la orquesta de Federico Scorticati entre 1936 y 1937. Allí están presentes en la línea de bandoneones Scorticati, Domingo Triguero y Horacio Golino; en los violines Víctor Braña, Emilio González, Ponzoni y Fava en el contrabajo.

En algún momento participó con la orquesta de Miguel Caló, aunque lamentablemente no han quedado registros de este pasaje. Lo cierto es que ya en la década del cuarenta, Stamponi es un nombre que gravita en el ambiente, una hazaña con un instrumento donde se destacan ases como Osvaldo Pugliese, Orlando Goñi, Carlos di Sarli, Horacio Salgán, Osvaldo Tarantino o Carlos García.

En 1943, fue el pianista destacado del violinista Antonio Rodio, el compositor de “Son cosas olvidadas”. Después viene su gira por Centroamérica junto con la cancionista Amanda Ledesma. Luego una temporada en México donde se dedicó, entre otros menesteres, a ponerle música a algunas películas, para despuntar el vicio y, de paso, ganarse unos pesos. Se destacan de ese período dos tangos con Ernesto Cortázar: “Somos dos” y “Cruz”.

En 1945, está otra vez en Buenos Aires. Estudia armonía con Alberto Ginastera y composición con Julián Bautista. Corresponde a ese período la formación de su primera orquesta dedicada fundamentalmente a las grabaciones. La experiencia se prolongará hasta 1949. De todos modos, Stamponi no se destacará como director. Límites o elección profesional. En el ambiente aluden a su discreción, a su rechazo a todo lo que sea figuración o promoción de su figura. Lo suyo es el piano, la composición, el arreglo y allí se sabe ganar su lugar sin necesidad de estridencias publicitarias.

Stamponi se dedicó en los años sesenta a acompañar a cantores como en su momento lo hiciera con Rivero. A acompañarlos en el escenario o las grabaciones. Es lo que hizo, por ejemplo, con Raúl Lavié en 1962. Participaron de esta iniciativa Mariano Arroyo, Horacio Ferrer, Jorge Seijo y Luis Adolfo Sierra. En la ciudad de Montevideo grabaron cuatro temas: “En pleno Nueva York”, “Al Buenos Aires de las tres de la mañana”, “Para cantor y orquesta” y “Para recordar”.

En 1977 lo acompañó a Jorge Sobral. Participaron de la movida Rodolfo Cholo Montironi con el fueye y Héctor Console con el contrabajo. La presentación oficial se hizo el 4 de enero de 1978 en “Caño 14”. La recepción debe de haber sido buena porque después estuvieron presentes en Madrid, donde grabaron el disco titulado “Jorge Sobral en España”.

Stamponi murió en Buenos Aires el 3 de diciembre de 1997. Tenía más de setenta años y continuaba trajinando los escenarios. Ya para entonces era una institución de la ciudad, motivo por el cual lo declaró ciudadano ilustre. En la misma línea de reconocimiento a su labor, la esquina de avenida Corrientes y 25 de Mayo fue consagrada con su nombre.

Méritos había hecho. Como músico, compositor y letrista. Al respecto corresponde decir que Chupita está presente en los principales tangos consagrados desde la década del cincuenta en adelante, aunque para ser más precisos, habría que decir que su carrera como compositor se inicia en 1939 con el tema “Inquietud”, en compañía de Francini y letra de Oscar Rubens.

A temas como “El último café” y “Qué me van a hablar de amor” se le suman “Flor de lino”, “Pedacito de cielo, “El trompo azul”, “Quedémonos aquí”, para mencionar los más destacados. En el cine musicaliza la película titulada “Carlos Gardel, historia de un ídolo”; en el teatro, está presente con su don en la obra de Cátulo Castillo, “Cielo de barrilete”.

Sus biógrafos coinciden en reconocer que su momento de más esplendor, su iniciativa más destacada, ocurre a fines de los años cincuenta cuando se constituyen los llamados “Violines de oro del tango”. Allí están presentes Jorge Niesov, Adolfo Gendelman, Vicente Tagliacozzo, Simón Bajour, Luis Gutiérrez del Barrio, Hugo Baralis y Juan Ghirlanda.