En Familia

La mentira, enemiga mortal

Rubén Panotto (*)

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La historia creacionista del hombre relata, como primer incidente en la relación con su Creador, la primera mentira y su consecuencia: la muerte. Dios le había advertido a la pareja humana que no comiera el fruto de determinado árbol, pues el resultado sería su muerte y la de su descendencia. El representante del mal, el diablo, aseguró a la pareja: “no morirás”. Así la mentira, el engaño, se incorporó a la mente y el corazón del hombre, provocando una historia de caídas y degradaciones en la evolución de la humanidad. Degradación que se perfecciona cada día, en una cultura de la mentira, que multiplica las estadísticas de muertes anticipadas.

La mentira es una expresión o testimonio contrario a lo que se sabe, cree o piensa como verdadero. Paul Joseph Goebbels, político alemán, ministro de Propaganda de la Alemania nazi de Adolf Hitler, fue uno de los principales oradores del Tercer Reich. Se lo recuerda por su concepto y práctica sobre la mentira y por su trágico final junto a su esposa Magda y sus seis hijos. A Goebbels se le atribuyen las conocidas expresiones: “Miente, miente, que siempre algo queda”, “Si una mentira se repite lo suficiente, termina por convertirse en verdad”, “Cuanto más grande es la mentira, hay más posibilidades de que mucha gente lo crea como una gran verdad”.

Destruidos por el engaño

Goebbels fue un personaje que tuvo una notable lealtad a su líder Hitler, al punto de convertirse en uno de sus amigos personales. Se casó con Magda Quandt, perteneciente a la clase alta de Berlín. Con ella tuvo seis hijos, a quienes -como gesto de su devoción por el Führer-, les puso nombres que empezaban con la H de Hitler. Fue tal su obsesión por tener una familia bien reconocida, que a través de filmaciones y fotografías, durante el régimen la promocionaba como una familia aria ideal. Los niños eran muy bien tratados por el mismo Hitler, a quien ellos llamaban tío.

Pero, como dice otro dicho, “la mentira tiene patas cortas”, y al poco tiempo esa visión de familia ideal estuvo a punto de caer. Ocurrió que Magda, al enterarse de los escandalosos romances que su marido protagonizaba con conocidas actrices y mujeres de la alta sociedad, le pidió el divorcio. Se dice que el mismo Hitler le ordenó a su ministro que desistiera de esa conducta y que continuara con su rol de padre y esposo.

Sus métodos y técnicas propagandísticas del régimen se establecieron y crecieron con el manipuleo de medias verdades y grandes mentiras, elaboradas para alentar a sus tropas que estaban avanzando en un gran conflicto bélico: la Segunda Guerra Mundial. Así pues, el engañador predilecto del Führer logró extender por poco tiempo más el apoyo de su pueblo y tropas, hasta que en abril de 1945 se hizo inminente la derrota total de Alemania. Fue entonces que la familia ejemplar de Magda y Goebbels debió refugiarse en el búnker del Führer. Acorralado y atormentado por su perversa teoría de superioridad racial, el matrimonio decidió quitarse la vida. Previo a eso, Magda les suministró somníferos a sus hijos y luego un poderoso veneno mortal. Ese mismo día y según el criterio más difundido, Goebbels ordenó a un oficial de la SS que les disparara un tiro en la nuca. Triste final de un gran engañador que arrastró a toda su familia.

Práctica esperanzadora y sanadora

Un proverbio bíblico dice: “Hay seis cosas que el Señor aborrece, y siete que le son detestables: los ojos que se enaltecen, la lengua que miente, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que hace planes perversos, los pies que corren a hacer lo malo, el falso testigo que esparce mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos”.

Vivimos en una atmósfera contaminada por la mentira y el engaño. Así pues, es mayormente en el hogar, en nuestras relaciones: padres, hijos, hermanos, familia, donde debemos empezar a practicar la verdad y desechar la mentira, como una medida esperanzadora y sanadora. ¿No le parece?

(*) Orientador Familiar

Es mayormente en el hogar, en nuestras relaciones: padres, hijos, hermanos, familia, donde debemos empezar a practicar la verdad y desechar la mentira, como una medida esperanzadora y sanadora.