Los cantos de Carnaval

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En el Renacimiento se impusieron los cantos de Carnaval, considerados precursores de la ópera. Foto: Archivo El Litoral

 

Por Nidya Mondino de Forni

En general, el origen de las diversiones carnavalescas se remonta a las fiestas en honor a Saturno, con reminiscencia de fiestas en la Edad Media cristiana, época en que antes del ayuno y abstinencia se consideraba necesario dar expansión al espíritu. Era común el desfile de comparsas de máscaras que iban a pie, a caballo o en carros, provocándose mutuamente con sutilezas y burlas jocosas, y entonando canciones por las calles y plazas llenas de gente contenta, dispuesta a gozar del espectáculo. Era ésta la alegre imagen de Toscana, ávida de torneos, cacerías, convites, acompañadas con música de tambores, trompas y flautas. Especialmente en Florencia, las divertidas comparsas daban un aspecto insólito y nuevo que favorecía la presencia de la música. Los “triunfos” o cortejos disfrazados aparecían como las manifestaciones más características. Las fiestas religiosas se mezclaban con las profanas, tomando parte en ellas los personajes de la señoría, obispos, priores, jefes militares y magistrados ceremoniosos. También estos cantos acompañaban los desfiles de carrozas, pertenecientes a las familias más encumbradas, demostrando de esta manera su poderío, su suntuosidad y ganar el favor del público. La construcción de las máquinas que se empleaban en los espectáculos probaban el talento de los mejores artistas e ingenieros de la época. En la primera mitad del siglo XV se sucedieron grandes fiestas de Carnaval que se incrementaron en la segunda mitad gracias a la paz que supo instaurar la Casa de los Médicis, grata al pueblo, sobre todo durante la señoría de Lorenzo que, a la vida espléndida del palacio agrega diversiones y fiestas para la población, evitando así que fuesen ocasiones de desórdenes. La familia de los Médicis, cuanto más poderosa más protegió y estimuló las bellas artes, cambiándolo y renovándolo todo en Florencia. Aun manteniendo con mano dura las riendas de la política, promovió, sobre todo el solaz y la pompa. En las fiestas participaba el propio Lorenzo que, con sus amigos, componía las canciones que cantaban sobre los carros, acompañados por el pueblo.

Recordemos, quizás una de las más conocidas “Canzona di Bacco” (Canto de Baco) también conocido como “Il triunfo di Bacco e Arianna” (El triunfo de Baco y Ariadna).

“Quant’é bella giovinezza/ che si fugge tuttavia!/ Chi vuol essere lieto sia:/ del doman non c’é certezza.// Quest’é Bacco e Arianna,/ belli, e l’un dell’altro ardenti:/ perché’l tempo fugge e inganna,/ sempre insieme stan contenti./ Queste ninfe ed altre genti/ sono allegre tuttavia./ Chi vuol essere lieto, sia:/ di doman non c’é certezza”. (¡Cuán bella es la juventud/ aunque huya de repente!/ Quien aspire a ser dichoso/ séalo:/ del mañana no hay certeza.// He aquí a Baco y Ariadna, bellos ambos, tan ardientes:/ porque el tiempo huye y engaña/, siempre juntos están contentos./ Estas ninfas y mucha gente/ a pesar de todo están felices./ Quien aspira a ser dichoso, séalo:/ del mañana no hay certeza.)

Es evidente en el texto que, junto a la gloria de vivir subyace en estos versos un sutil velo de melancolía, determinada seguramente por la idea general de la fragilidad de las cosas terrenas y del fluir inexorable del tiempo, pero también por alguna experiencia dolorosa sufrida, como fue el caso de “la congiura dei Pazzi”, donde perdió la vida, asesinado, el propio joven hermano de Lorenzo, Giuliano, el “príncipe de las fiestas”.

Se consideran los cantos de Carnaval como precursores de la ópera.