“INHERENT VICE” Y “BIG EYES”

Cine de autor

  • En marzo y abril, llegan a la Argentina las películas de Paul Thomas Anderson y de Tim Burton. Se trata de dos artistas de culto que marcan la diferencia con sus trabajos, desde el corazón de la industria.
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Con marcas particulares, Paul Thomas Anderson y Tim Burton representan ejemplos de un cine distinto, audaz y creativo que intenta reflejar nuevas búsquedas. Fotos: EFE

 

Juan Ignacio Novak

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Directores de cine hay muchos, algunos notables artesanos. Pero los “autores”, utilizado este término según los alcances que le otorgaron los genios de la nouvelle vague, no son tantos. Se trata de artistas capaces de insuflar a sus trabajos ciertas cualidades, a veces tenues, pero que se convierten en señas particulares que los caracterizan y diferencian. En concreto: una visión muy personal del mundo, libertad creativa y la apelación a determinados recursos formales que impliquen una elección estética particular.

El 26 de marzo y el 9 de abril, respectivamente, llegarán a los cines argentinos las recientes producciones de dos realizadores estadounidenses que cumplen los requisitos para acceder a ese rango. Se trata de “Inherent Vice” de Paul Thomas Anderson inspirado en la novela de Thomas Pynchon y “Big Eyes” de Tim Burton, un biopic de los artistas Margaret y Walter Keane, cuya obra pictórica alcanzó repercusión y popularidad por los grandes ojos de sus personajes.

La película de Anderson está protagonizada por Joaquin Phoenix quien interpreta al detective privado Doc Sportello, involucrado en una trama digna de Raymond Chandler (con los elementos trágicos de siempre, mujeres fatales, empresarios corruptos ávidos de dinero y amantes desaparecidos) pero en la década del ‘70 en lugar de los ‘40.

Este realizador comenzó a fines de los ‘80 pero la obra (para muchos críticos “maestra”) que lo encumbró a la categoría de “autor” es “Boogie Nights” (1997), una mirada compleja y nostálgica sobre el cine pornográfico norteamericano de los ‘70. Mundo que es reconstruido de modo fascinante a través de una serie de innovaciones visuales pero también de personajes peculiares y llenos de matices que ofrecen a un inspirado plantel de actores, sobre todo a un veterano Burt Reynolds, la oportunidad de lucirse. Mark Wahlberg, Julianne Moore, Don Cheadle, John C. Reilly, William H. Macy, Philip Seymour Hoffman y Philip Baker Hall fueron parte de esta aventura que prefiguró las posteriores películas de Anderson.

“Magnolia” (1999) es hasta la fecha su mejor película. El desarrollo de varias tramas (cada una más insólita y desgarradora) que tienen como ámbito común a Los Ángeles es un prodigio narrativo: los giros que se usan para entrelazar las historias denota una creatividad inédita. Menos espectacular pero igualmente extraordinaria es “Embriagado de amor” (2002), que asume el riesgo de colocar a Adam Sandler, controlado aquí en su histrionismo habitual, como protagonista. “Petróleo sangriento” (2007) y “The Master” (2012) se mantienen en la misma línea: mirada incisiva, audaz e inesperada de acontecimientos fuera de lo común.

Los mismos fantasmas

Tim Burton, a quien podemos intuir como un cinéfilo apasionado es otro creador de mundos extraños pero trazados con un atrevimiento visual y sobre todo estético infrecuente en el cine americano actual. La dirección artística de sus películas es tan cuidadosa como imaginativa, igual que la fotografía, el montaje y la música que casi siempre está a cargo de su habitual colaborador Danny Elfmann.

Ya en su cortometraje “Vincent”, (1982) la historia (animada en stop motion) de un adolescente obsesionado con Vincent Price, Burton despliega en seis minutos todos los elementos que luego configuraron su obra. “Frankenweenie” (1984), la genial “El joven manos de tijera” (1990) inclusive las comerciales “Batman” (1989) y “Batman vuelve” (1992) con sus personajes oscuros y solitarios que siempre se mueven en las sombras (internas y externas) no son más que la continuidad de los fantasmas que alentaron aquel primer cortometraje.

En el caso de Burton, el mejor trabajo que filmó fue “Ed Wood” (1994), una historia deliciosa y a la vez sombría sobre el hombre que está considerado como el peor director de la historia del cine, acosado por su deseo de realizar una película trascendente. Johnny Depp, actor fetiche de Burton, encarna con maestría al joven artista y Martin Landau interpreta a un envejecido y drogadicto Bela Lugosi.

También son grandes, a su manera, la paródica “Marcianos al ataque” (1996), “La leyenda del jinete sin cabeza” (1999), “El gran pez” (2003), “Charlie y la fábrica de chocolate” (2005), sobre la novela de Roald Dahl, “El cadáver de la novia” (2005) y “Sweeney Todd” (2007). No tanto la para muchos fallida “Sombras tenebrosas” (2012). De todas formas, Burton emerge como uno de los pocos realizadores que al margen de las imposiciones crueles y despiadadas de la industria del cine logran mantener su visión propia.