Preocupación de organismos protectores de fauna salvaje
Preocupación de organismos protectores de fauna salvaje
Vivir y morir en la sabana africana
El hecho de que el hombre haya avanzado sobre enormes extensiones naturales para montar safaris turísticos, tiene un precio en Kenia: en los últimos años han aumentado de forma alarmante las muertes de ciudadanos por ataques de animales salvajes.

Un elefante del Parque Nacional de Tsavo, una de las reservas naturales de Kenia en las que existen más problemas de convivencia entre animales y humanos. Foto: Agencia EFE
Redacción El Litoral
Agencia EFE
La vacas, jorobadas y famélicas, pastan tranquilamente en la sabana africana, pero su pastor mira a lo lejos, más inquieto. A unos pocos kilómetros está el parque nacional de Tsavo, y los elefantes, leones o leopardos que viven en él no limitan su territorio a las fronteras humanas.
La rápida evolución del estilo de vida de las comunidades locales, el crecimiento demográfico, el aumento de infraestructuras y de los terrenos agrícolas o el pastoreo extensivo han multiplicado los conflictos entre humanos y animales.
“Los elefantes están perdiendo su hábitat por el aumento de la población humana y sus actividades sin control, especialmente los cultivos y las quemas de carbón”, indicó el director del Servicio de Conservación de la Fauna keniana (KWS), William Kiprono.
Los casos de conflictos entre humanos y fauna son comunes y diarios: daños en la infraestructura del agua, con perforaciones en tanques y tuberías o la destrucción de vallas y terrenos agrícolas, además de víctimas mortales.
Según manifiesta la representante en Kenia del Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW), Jacqueline Nyagah, hay daños en las cosechas, cuando manadas de animales salvajes invaden en el maíz maduro listo para recoger y lo destruyen en una sola noche.
Ello sin contar con que se han registrado casos de locales y turistas muertos por ataques de elefantes, leones, búfalos, guepardos o cocodrilos.
En total, más de 200 personas han muerto en los últimos cinco años sólo por ataques de elefantes, según datos del Fondo Mundial para la Fauna Salvaje (WWF).
Los grandes herbívoros como elefantes, búfalos e hipopótamos, y carnívoros como leones, leopardos, guepardos, hienas o cocodrilos son considerados como los máximos responsables de estos sucesos, según anotó esta misma organización.
El IFAW, en colaboración con el KWS, controla desde 2012 los movimientos de los elefantes en el Parque Nacional de Amboseli. “El seguimiento de los elefantes a través de collares con conexión a satélite nos permite colocarlos en un mapa, lo que ayuda en el despliegue de personal de seguridad y la mitigación” de los sucesos, explicó Nyagah.
Por su parte, el KWS informó en febrero sobre la creación de los “Elephant Watchers” y el reclutamiento de “vigilantes comunitarios”, patrulleros que durante los meses de estación seca, cuando los elefantes y otros animales buscan nuevas fuentes de agua, monitorizan los movimientos de los animales.
A 200 kilómetros, en el Parque Nacional de Nairobi, son leones los que llevan los collares de rastreo, y donde los vecinos señalan vivir bajo el temor de que traspasen las vallas que cercan la reserva y les ataquen a ellos o a su ganado.
Sin embargo, cuando los humanos defienden sus sistemas de agua, su ganado o sus granjas, son los animales los que suelen acabar perdiendo. Según denunció el WWF, las autoridades kenianas encargadas de la fauna salvaje disparan a entre 50 y 120 elefantes cada año.