El avión sigue en Estados Unidos

¿Por qué el Aermachi no está en el país?

De la Redacción de El Litoral

Muchos se preguntan, cuando leen la hazaña de Crippa en soledad contra los buques ingleses, dónde está ese histórico avión, que fue el 4-A-115, un Aermachi MB-339. La simple pregunta de El Litoral genera un relato increíble del propio Owen.

“Mi avión está en Estados Unidos, lo compró un señor de apellido Moreno, que es cordobés. Se lo dieron como parte de pago de unos repuestos que él trajo para hacer una campaña antártica. Fue en la última promoción de mis alumnos, cuando cumplieron 25 años. Me invitan a Punta Indio y me pongo a caminar la base, que es mi corazón. Cuando voy llegando a la casa de oficiales, sale un oficial con un señor vestido de civil. Nos saludamos y el oficial me dice señalando al civil: “Ése es el señor Moreno, que acaba de comprar su avión y le gustaría charlar con usted”. “¿Cómo que acaba de comprar mi avión?”, le pregunto. “Sí, sí, compró el 115 y se lo lleva pero quiere charlar con usted”. Para mí fue una puñalada al corazón y yo me preguntaba: “¿Si hay otro aviones, por qué no se lleva otro?”.

—¿Qué hizo en ese momento?

—Ni hablé, por supuesto. Tenía ganas de hacer un escándalo, pero estaba la ceremonia esa y dije: “No, Dios mío, que sea lo que Dios quiera”. Pasan los años y me llaman por teléfono, era el director del Museo de Malvinas en Oliva, Córdoba. Me comenta que había estado por ahí el señor Moreno, que tiene el avión, les dice que no conocía la historia, que está arrepentido y quiere que el avión vuelva al país.

—¿Cómo sigue el relato?

—Vienen acá a Sunchales y me explican que el tipo pide un millón de dólares y me dicen que querían hacer una campaña para juntar fondos para recuperar el avión. “Yo estoy seguro de que juntamos esa plata, pero es jugar con la gente”, le digo a la gente del museo. Me llama a los pocos días, me voy a Córdoba, para juntarme con contadores, abogados y les pregunto si tenían idea de lo que es el comercio de armas. Como tengo muchos amigos en el mundo, hablo a un amigo en Estados Unidos y me dice: “Owen, a lo sumo se puede pagar 350.000 dólares. Por una cuestión especial hacia vos, 500.000”. Otro amigo en Europa me dice lo mismo. “Yo no voy”, les digo y pierdo contacto.

—Imagino que no termina todo allí.

—Al tiempo me llega una invitación de la Federación Santafesina en Rafaela porque lanzaban una campaña para juntar ese famoso millón de dólares. Había carteles, publicidad, un circo armado. Pido la palabra y les digo: “Yo no pongo mi cara para esto. La única forma de que ponga la cara es si la federación asume el compromiso para administrarlo”. El contacto, entonces, me dice que “podíamos disponer “libremente” de unos 100.000 dólares”. Le dije no y se terminó el tema. Lo peor es que me llamaban de todos lados para preguntarme cuánto poner y traer el avión de vuelta.

¿Por qué lo condecoran?

Cuando uno lee la historia del teniente de Navío Owen Guillermo Crippa/Comando de Aviación Naval (Piloto Aermacchi MB339), su condecoración se resume de la siguiente manera:

“Piloto de ataque, condecorado por su heroísmo y arrojo demostrado en el primer ataque aéreo al desembarco británico en Puerto San Carlos, donde, en solitario y con una aeronave liviana como el MB339 realizó un ataque al centro de la flota británica allí basada, conformada por una docena de navíos fuertemente defendidos por artillería antiaérea y misiles. Enfrentándose a todo el dispositivo abrumadoramente superior, el teniente Crippa atacó con éxito con cohetes no guiados a la fragata británica HMS Argonaut, dejándola fuera de servicio, para luego regresar mediante maniobras evasivas y un denso fuego antiaéreo del enemigo, a su base operativa en Puerto Argentino”.

El dato

De carne y hueso

 

Owen Crippa vive en Sunchales junto a Norma, su señora, con quien crió cuatro hijos. Paola, abogada, vive acá y ya le dio dos nietos, Santiago e Ignacio; Federico Crippa vive acá a la vuelta y está terminando ingeniería (“va a darme una nieta en pocos días: Francesca). María Ángeles es arquitecta y trabaja en Bariloche. El último es Facundo, que también está estudiando arquitectura.