editorial

Primer juicio oral por accidente de tránsito

  • El juicio se está desarrollando en Rosario en el marco de la aplicación del nuevo Código Procesal Penal.

Lautaro Suárez tenía apenas 16 años y el pasado sábado era un día muy especial para él: como tantos chicos de su edad, por primera vez había recibido la autorización de sus padres para salir a bailar junto a sus amigos. Pero lo que nadie pudo imaginar fue que Lautaro jamás regresaría a su casa.

Durante la madrugada del domingo, mientras caminaba junto a otros cinco amigos por las veredas de la localidad bonaerense de Haedo, fue embestido por un automóvil que participaba de picadas organizadas en esta zona del Gran Buenos Aires.

Lautaro falleció por el impacto. Tres de sus compañeros sufrieron heridas de gravedad, mientras que los otros dos resultaron con lesiones leves. El caso conmovió al país y puso el foco en un problema de vieja data, ya que este tipo de carreras callejeras se organizan abiertamente, sobre todo a través de las redes sociales.

Casi al mismo tiempo, pero en la ciudad de Paraná, la Justicia condenó a una pena de prisión de 8 años y 4 meses a un hombre que el 6 de junio del año pasado atropelló y mató a un niño mientras se dirigía a la escuela.

Aquel día, Silvio Ramón Díaz conducía su automóvil a más de 100 kilómetros por hora en plena ciudad. Los estudios posteriores comprobaron que había ingerido alcohol y cocaína. La Justicia también dispuso que Díaz reciba un tratamiento contra las adicciones en la sede local de la Secretaría de Lucha contra la Droga y el Narcotráfico (Sedronar).

Dentro de este contexto, en la provincia de Santa Fe se está produciendo un hecho trascendente: en los Tribunales de Rosario se lleva adelante el primer juicio oral y público por un accidente de tránsito, en el marco de la aplicación del nuevo Código Procesal Penal.

En este caso, se trata de un conductor que el febrero de 2014 causó la muerte de dos jóvenes de 18 años. El siniestro se produjo cuando impactó desde atrás a un camión que estaba estacionado. El acusado manejaba a velocidad excesiva y bajo los efectos del alcohol. Junto a él iban dos amigos, que fallecieron en el acto debido a la violencia del impacto.

Los fiscales que intervienen en la causa pidieron una pena de cuatro años, de manera tal que se logre el cumplimiento efectivo de la condena y de que este caso sirva de ejemplo sobre cuáles pueden ser las consecuencias de conducir de manera irresponsable. Los familiares de las víctimas levantaron carpas en la puerta de los Tribunales, acompañados por representantes de distintas asociaciones civiles.

En medio de la tragedia, resulta alentador que la Justicia haya logrado avanzar con tanta celeridad y que se trate de un debate público. Federico Gómez, de 19 años, está acusado de ser el autor de un doble homicidio culposo. Es decir, cometido por negligencia e imprudencia, aunque sin intención deliberada de matar.

En el mismo auto iban otros dos chicos que sobrevivieron y que declararon como testigos. Fueron ellos los que confirmaron que el conductor conducía borracho y que desoyó sus pedidos para que redujera la velocidad cuando viajaba a 160 kilómetros por hora.

Se trata de tres casos diferentes, vinculados mediante el dolor de la tragedia generada por la irresponsabilidad de quienes se encuentran frente a un volante. Y aunque las consecuencias sean irreparables, la labor de la Justicia resulta fundamental para que la sociedad argentina tome conciencia de que las normas de tránsito están para ser cumplidas.

En medio de la tragedia, resulta alentador que la Justicia haya logrado avanzar con tanta celeridad y que se trate de un debate público.