llegan cartas

Punto de vista

SUSANA BEATRIZ URETA

DNI 5.116.609

En la edición de El Litoral del 4 de abril ppdo., he leído que los 320 graduados de la promoción 2014 de la Universidad Católica de Santa Fe usaron togas en los actos de colación de las respectivas carreras que allí se cursan.

El señor rector explica en su discurso el valor simbólico de esa vestimenta y alude a que se reservaba antiguamente para destacar determinadas virtudes en quienes las vestían (madurez, sabiduría, conocimiento) y que en este caso también refiere a la dignidad.

No está en mi ánimo polemizar al respecto y menos aun poner en duda la experticia de quienes hoy la visten en su graduación.

Solamente vienen a mi memoria aquellos años en que un grupo de gente noble, solidaria, tuvo la utopía de unirse para constituir esa universidad en la cual me formé. Personas como la doctora Sara Faisal, los profesores Mián, los sacerdotes Reghenaz y Leyendecker, el doctor Federico Cervera y el profesor Ricardo Ahumada, por citar algunos, fueron los pioneros que bregaron por dotar a la ciudad de otra casa de estudios superiores.

Eran épocas sencillas, austeras, en las que trataron de conseguir los mejores docentes que estaban a su alcance. Ellos nos ofrecieron una apertura destacable en lo científico, cada uno desde su perspectiva ideológica sin condicionarnos. No recuerdo que se propusieran vestimentas especiales para los actos de colación y tampoco que se tomaran de varios siglos atrás.

Ojalá no se cumpla el refrán “El hábito no hace al monje”, y lo que se eligió como signo distintivo de graduación para esta Universidad Católica de hoy cobije a buenos profesionales.

Es un punto de vista y espero así se considere.