El recuerdo de un viejo, querido y desaparecido club de la Liga...

A Madero nunca lo olvidarán aquellos muchachos de los ‘50

  • Más de medio siglo después, volvieron a juntarse, entre anécdotas e historias que todavía perduran en la memoria de sus ex jugadores.
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Los ex jugadores de Madero se juntaron para recordar “vida y obra” de este viejo, recordado y desaparecido club de la Liga Santafesina. Foto: Pablo Aguirre

 

Enrique Cruz (h)

Los marcó la década del 50 y tuvieron una corta vida, pero Madero fue uno de los tantos clubes que le dieron vida a la Liga Santafesina, con ribetes muy particulares: era un club de barrio que ni siquiera tuvo cancha y sede.

¿Cómo empezó la historia?, la cuenta Carlos Alvarez, organizador del festejo que se llevó a cabo hace unos días. “El club estaba dónde hoy se levanta el Hostal sobre la peatonal. Había una placita que se llamaba 25 de Mayo pero no ocupaba toda la manzana. Había paredes en los costados y ahí pintábamos los arcos. Además, teníamos que saltear obstáculos, como las farolas y los canteros. No era fácil...”, cuenta entre risas Alvarez, quien aclara: “Yo soy algo menor que muchos de los que estuvieron en ese momento como pilares de Madero, pero recuerdo muchas cosas”.

La cuestión, más allá de reconocer que el mayor empuje fue el de los propios muchachos que querían jugar y competir, es saber quién los ayudaba, sobre todo en el aspecto económico. “Enfrente estaba el famoso bar Asia. Cuando cerró, vino un señor de Buenos Aires, que era de apellido Madero. Era fanático del fútbol y siempre estábamos ahí, jugando hasta la noche. Había también una casa de deportes que era de Chividini, quien de vez en cuándo nos regalaba la famosa “pulpito”. Por calle 25 de mayo pasaban todavía los tranvías. Madero fue el que dio el nombre al club. Todo el movimiento de la muchachada se hizo ahí. ‘¿Por qué no forman un club, entonces?’, nos dijeron. Enfrente del Correo había campos y para jugar en una cancha íbamos ahí. Se formó entonces un equipo y en ese momento, a la par de la Liga, estaba la Federación. El 10 de enero de 1948 se entra en la Federación y un par de años después en la Liga. Teníamos la colaboración de los negocios de la zona, que eran nuestros sponsor”, señala Alvarez.

“El alma mater fue Ignacio Fernández, el presidente eterno. Me acuerdo que en el momento de los partidos metía en una bolsa de arpillera las camisetas, que eran celestes con vivos rojos, al estilo de la que podría tener Arsenal, por los colores, con pantalones blancos y medias azules. Nos mandaban a jugar de local en la cancha de Nueva Pompeya en ese entonces, pero nunca tuvimos cancha estable y deambulábamos por dónde nos manden”.

El viernes pasado se juntaron para recordar aquellos tiempos pasados. Estuvieron presentes Tito y Quelo Peralta, Boccio, Roberto y Augusto Spero, Tito Ruiz, Roa, Radkievich, Travaglini, Guigante, Alvarez, los hermanos Villarreal, Nisawa, Carollo, Rava y Laredo.

Obviamente que de acuerdo a las características de la época y del club, surgen inevitablemente las anécdotas, algunas risueñas y otras increíbles. “Me acuerdo del Negro Espíndola, que jugaba muy bien y se aparecía con los botines debajo del brazo. ¡Y hasta un hincha teníamos!, que venía en bicicleta. El equipo más importante en esa época era San Isidro”, recuerda Alvarez.

Como pasa con cualquier equipo de barrio, Madero también tenía su propio “clásico”. “Era Sportivo Junín, que estaba en San Luis y Junín, en una esquina. Se imaginarán que había ‘pica’ con ellos. Y hacíamos cualquier cosa para conseguir recursos. Me acuerdo que una vez —yo era chico pero me llevaron— le pidieron plata a Osvaldo Pugliese, que había llegado a Santa Fe con su orquesta y paraba en un hotel del centro”.

Más allá del fútbol, se trataba de un grupo de amigos. “En 25 y Humberto había un kiosco famoso, de Guillermo Cáceres. Los domingos íbamos a leer los diarios y después de los partidos, a la tardecita, nos juntábamos en el famoso almacen Monte Líbano a hacer los comentarios de los partidos”.

Se podrían nombrar a muchos que formaron parte de la historia de Madero, pero Alvarez recuerda al que, para él, fue el mejor de los equipos. “Te lo nombro porque me acuerdo: Pignata; Cruz, Córdoba, Ramón y Boccio; Christen, Biaggini, Bordesole; y los hermanos Peralta arriba. Como suplentes, estábamos yo, Guigante, Travaglini, Roa y Ruiz”, cuenta Alvarez, quien aclara: “Seguro que de muchos me estaré olvidando...”. No importa, los que no se nombren igualmente sentirán que un pedazo grande de su vida y de sus recuerdos, están en estas pocas líneas que rememoran un club y lugares que ya no están, pero que perdurarán en la memoria santafesina.