La sábana de abajo

La sábana de abajo

La sábana de abajo ha sido y es depositaria, injustamente, de un montón de cosas que la esclavizan, y le generan, por lo menos, mala prensa. Ahora bien: si esa sábana además es elastizada, entran en escena unos nervios, unas torsiones, unos retorcijones que ni te cuento. O bueno, sí, te cuento...

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO ([email protected]). DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI ([email protected]).

 

El otro día asistí a una discusión que me acaloró y me dejó helado al mismo tiempo. Pongamos que Romina y Cecilia (cualquier parecido con la realidad es pura conciencia) se pudieron a discutir sobre un tema que las preocupaba y perturbaba profundamente: el doblado correcto de la sábana de abajo, elastizada pa’ más datos. El Toco y me voy, lo aclaro por si hiciera falta, es omnívoro y eso permitió su adaptación y sobrevivencia por años. Como las cucarachas. Se alimenta de todo lo que encuentra (ve, escucha, degusta, etc.) y en consecuencia ante el tenor de la conversación sobre las sábanas de abajo elastizadas paré las orejas y me encontré con un delicioso y desopilante material que sólo debí transcribir.

Resulta que para doblar las sábanas, la de arriba no representa mayores problemas: rectangular o cuadrada (en los casos de camas portaaviones de dos por dos), requiere nomás cierta habilidad y noción de simetría y se puede resumir todo en un pañuelito prolijo y manuable.

La sábana de abajo (sin ninguna alusión facilonga ni referencias escatológicas al cohete), en cambio, es más traicionera desde el vamos.

Es que cuando uno la saca del lavarropas se encuentra ya con un guiñapo malformado, una especie de bife con grasita y nervios (o una rueda de osobuco o brazuelo, que tiene ese cartílago exterior que, al entrar en calor, se contrae) que se dobla hacia adentro o afuera o hacia cualquier lado. Y parece que eso es difícil de doblar armoniosamente. Al punto que escuché las diferentes técnicas (y las comparé con mi propia experiencia de doblaje), incluyendo la existencia en internet de un tutorial o un video que te da el paso a paso para lograr por fin homogeneizar la superficie y lograr dominarla, a la muy cretina.

Antes, se los digo sin pena ni gloria, la sábana de abajo no era elastizada, sino que era similar a la de arriba: telas pesadas y rústicas que se aguantaban todo. El avance de la industria textil, los mixturas, los sintéticos, aportaron otros materiales, compuestos y consistencias. Y a alguien se le ocurrió con éxito confeccionar esa sábana de abajo con elástico en sus bordes, para que al hacer la cama quede tirante y no se salga con el primer revolcón.

El sistema es bueno, pero a poco de andar, uno ya está pulseando con esa sábana de miércoles. Porque la enganchaste en una punta pero después tenés que hacer una fuerza enorme para que entre en el ángulo opuesto de la cama. Los supuestos beneficios se van perdiendo conforme el elástico se va aflojando: a veces queda enganchada en las puntas, pero va cediendo en la zona media.

La sábana de abajo, además, de modo muy coherente con el idioma, puede ser de a ratos un paralelogramo (si uno lo mide en gramos) o cuando se revela y toma forma y volumen, un paralelepípedo. Lo de pípedo se explica por sí mismo, porque es la sábana de abajo. (¿Hijo mío, no habíamos quedado en que no caerías en la tentación del chiste fácil, chabacano y vulgar? ¿Decir que se me escapó entraría en la misma línea?).

Finalmente, más allá de que uno quede dramáticamente atrapado por los elásticos, enredado, o padezca el súbito disparo de una de las esquinas elastizadas, parece que hay una corriente organizadora que pretende igualar, normalizar, equilibrar (cuando en la vida sucede todo lo contrario) las dos sábanas al momento de su doblado y guardado a la espera de uso. Mientras que la otra parte de la biblioteca se inclina (cuando lo hace inclinado) por hacer un bollo con esa cosa gelatinosa y movediza, empujarla al fondo del placard y a otra cosa. Yo la corto exactamente acá: este toco y me voy ya no puede estirarse más. Y yo estoy doblado por el esfuerzo.