Señal de ajuste

La campaña real

La campaña real

Mauricio Macri bailando con su imitador, Martín Bossi, bajo la atenta mirada de Marcelo Tinelli, el dueño de casa.

Foto: DyN

 

Roberto Maurer

“Ahora empieza la campaña real, la que mira la gente”, habría anunciado Sergio Massa. La frase fue utilizada por los analistas políticos y refería al debut de la nueva temporada de “ShowMatch”. Durante los días previos y los que siguieron el tratamiento mediático se concentró en la presencia de los candidatos presidenciales, y con una intensidad que ni Juanita Viale ha logrado con sus trucos odiosos para llamar la atención.

En las columnas de los pensadores de los medios, hubo insistencia y coincidencia: cuando no hay ideas, está el show, criticaron. Pero lo que Marcelo Tinelli ofreció la noche del estreno llegó más lejos: fue una demostración de fuerza. Como lo dijo en varias ocasiones, se trató de la apertura más grandiosa de los diez años del “Bailando” y los 25 años programa. En efecto, su monumentalismo kitsch sobrepasó a las versiones anteriores y lo suficiente como para dejar en claro, como efecto colateral, que la nueva estrella del canal es Lali Espósito. No solamente bailó con sus monjas sino que su exposición fue continua.

Tinelli fue el protagonista absorbente de la parodia de Forrest Gump, como lo es Cristo en los Evangelios. Tinelli en Bolívar, el pesebre original, sus encuentros digitalizados con personalidades del mundo y la invención involuntaria de grandes fenómenos de la humanidad, desde el gol de Maradona con la mano hasta avances de la tecnología como Facebook. Corre, corre, su barba va creciendo y otros lo siguen de atrás: un Mesías. Ya no es un sketch autorreferencial, como lo exigen las regulaciones del negocio del estrellato, ni un rasgo personal de megalomanía, y ni siquiera de narcisismo. Se trata de la omnipotencia razonada de un poderoso en su triple condición de empresario, ídolo de la televisión y hombre político cuyo único apetito conocido consiste en llegar a la presidencia de la AFA: un objetivo modesto. Al fin, los fastos del debut todavía no incluyen sacrificios humanos.

Menemismo en forma y contenido

Si faltaba una prueba del dominio de Tinelli, ahí tenemos a esos tres hombres y sus mujeres sometidos a las leyes del mundo del espectáculo en todos los detalles que fueron negociados, aceptados y ensayados, porque como ya citamos, “ahora empieza la campaña real, la que mira la gente”, o sea la de entrar a los hogares y crear un momento de intimidad virtual entre el público y el candidato que, a falta de claridad de ideas y proyectos, sólo puede seducir con el glamour del “hombre-común-como-vos-y-como-yo”.

Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa bailaron, rieron, sufrieron las chanzas baratas de sus imitadores y dejaron que manosearan a sus esposas. Fueron interrogados acerca de las intimidades domésticas de la pareja, inclusive sexuales, y se les permitió pronunciar su mensaje electoral o sea un discurso vacío o poblado de generalizaciones cuyos lugares comunes producen un poco de vergüenza. A pesar de las conversaciones previas, se hicieron bromas toscas sobre el brazo de plástico de Scioli y el lenguaje cheto de Macri.

Los tres candidatos coincidieron en apoyar a Tinelli en su camino a la presidencia de AFA. Solamente se interpone el artículo 50 del estatuto de la entidad, o sea la ley. ¿Acaso la ley puede representar un obstáculo?

El único que rozó el mundo real fue Massa cuando se lo oyó decir “viviendas”, “impuestos al juego” y “corrupción” pero en ese contexto sólo logró quedar fuera de lugar, como cuando se salió del libreto al despedirse con una proposición: “Lograste lo que no logró nadie: traer a los tres candidatos a presidente. Ahora, convocá a los mejores periodistas de todos los canales y hacé el debate acá”. Tinelli vaciló y cambió de tema. ¿Qué decirle a un descolgado?

Propuesta indecente

También es lícito plantearse otro punto de vista. Quien sintoniza “ShowMatch” busca entretenimiento y evasión. Los dirigentes políticos no son divertidos, no tienen por qué serlo, y peor si tratan. Imaginemos a un televidente que se planta frente al televisor para ver “Los Tres Chiflados” y en lugar de Moe, Larry y Curly se encuentra con Scioli, Macri y Massa. Un bajón.

Hubo un cierre con Martín Bossi como Romeo Santos, el rey de la bachata, interpretando su hit “Propuesta indecente”. Cantaba, hacía pasos de baile, recorría el escenario y cuando se detenía, de frente al público con una mano se agarraba los genitales. Era el resumen simbólico de la gala de apertura.