llegan cartas

Algo más sobre el conflicto con los traumatólogos

JULIO ROBERTO GONZÁLEZ

DNI. 6.226.864

Me cuento entre las víctimas de una intervención quirúrgica por mala praxis o acción dolosa consumada por un traumatólogo de esta ciudad, y en situación de rehén del conflicto, creado por la Asociación que los agrupa, y entre los cuales se encuentra un profesional, conocido por su honestidad, que es quien se comprometió a realizar la cirugía, que compondrá el daño que me ocasionara su colega. Por eso, me considero con derecho a opinar sobre la actitud de algunos de estos especialistas, que como en todos los sectores de la sociedad existen malos y buenos.

Una cosa es la doctrina de Hipócrates y su juramento, y otra cosa es ser hipócrita; simulando algunos un sentimiento de vocación de servicio hacia la salud ciudadana. El conflicto de los traumatólogos puede ser justo o no, pero mantiene de rehenes a sus ocasionales pacientes, a quienes se nos obliga a abonar para ser atendidos particularmente y con sumas dinerarias inalcanzables por operaciones privadas para los magros bolsillos, especialmente de jubilados y pensionados. Se nos priva de la atención derivada de nuestra obra social, que por derecho nos corresponde sin importarles el mal que nos ocasionan, lesionándonos física, psicológica y económicamente. El Estado debe tomar cartas en el asunto, e investigar si en los estatutos de la entidad que los representa están contenidas acciones de compromiso, moralidad y atención de la salud como principios solidarios con la comunidad, llegando si correspondiese a cancelarles su personería. Muy bien por Iapos, al que tanto critican los detractores de siempre, y que tan buenos servicios nos presta y que interviene en el conflicto tratando de ayudar a su solución.

Lo irónico de todo esto es que en el problema están involucrados Sanatorios y Clínicas, de los cuales algunos son propietarios, y dicen ser explotados por sus mismos colegas. Es aquí donde la intervención del Estado debe aparecer como tutelar y garantista constitucional de los derechos de sus ciudadanos, dando fin a esta abusiva guerra de mezquinos intereses de estos mercaderes de la salud.

Esperemos que prive la honestidad de los buenos profesionales, en procurar una justa solución solidaria para quienes sufrimos la extorsión de los deshonestos, dejándonos así en total desamparo. Gracias al diario, por este espacio de opinión ciudadana.