llegan cartas

Vergüenza ajena

ALEJANDRO REINER

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Como en una magistral jugada de ajedrez veo cómo este gobierno mueve sus peones en puntos clave en el Estado. Como en un ejemplar regimiento, las órdenes piramidales son respetadas a rajatabla, sin mover un punto ni una coma. Entonces a finales de este gobierno, la democracia se está desmoronando. En este momento en que muchos leen este artículo me endilgarán con el título de “traidor a la patria” por la sencilla razón de que no comulgo con la actitud autoritaria de este gobierno. Tenemos como caso, un prestigioso juez de la Corte Suprema, el Dr. Fayt, un abogado probo, decente, de enorme experiencia. Este gobierno lo ha humillado, ofendido, maltratado, ¿por qué motivo?, ¿por su edad? No, ha sido un pretexto, lo que el gobierno necesita es su sillón para poner un abogado K que sirva de parapeto a los embates que la Corte Suprema viene acumulando contra mandatarios de este gobierno, probadamente implicados en enriquecimientos ilícitos. Como prueba tenemos el honor de contar con un vicepresidente en funciones que nos ha representado en actos en el exterior y tiene causas pendientes con la Justicia, “orgullo para el país”. Tenemos la Cámpora, brazo ejecutor multiservicio de la señora presidente, con un grupo de universitarios que está ubicando en puestos clave, que les quedan grandes, y sin experiencia, pero que cumplirán las órdenes impartidas a rajatablas.

Tenemos el caso de la comunidad judía, instituciones como la Daia y la Amia, que a raíz del caso del Dr. Nisman han sido atacadas despiadadamente, maliciosamente, sin fundamentos, con denuncias falsas y un estilo antisemita que nunca ha salido de ningún gobierno democrático.

Y respecto del Dr. Nisman, no hablo de un ciudadano común, sino de un defensor del pueblo, sobre cuyos hombros recayó la investigación del terrible atentado terrorista sufrido por la Amia, que ha costado 85 muertes, 85 asesinatos. Durante años, lo habían investigado y no llegaron a nada. El fallecido Dr. Kirchner designó al Dr. Nisman para que se abocara a su investigación y un día antes de presentarse con todas sus pruebas, el fiscal apareció muerto. Ahí nació mi vergüenza. En el lugar del crimen entró un malón de gente que no tenía nada que ver, y que sirvió para que movieran y toquetearan pruebas que después no sirvieron. Han investigado las cuentas de Nisman, su vida privada, a su madre, a su entorno, no a los custodios que lo cuidaban en una cochera subterránea. Todo un circo y tendremos otro crimen más... la roña de los gobiernos en este caso terminaría salpicando al de Menem y a éste. Por eso, tengo vergüenza.