El festival comenzó con la Comedia Cordobesa y una rotunda expresión de teatro popular inteligentemente captada: “Eran 5 hermanos y ella no era muy santa”.
De la Redacción de El Litoral
Fotos: Gentileza Agencia Córdoba Cultura
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Desde hace nueve años, la ciudad de Córdoba y otras localidades de su magnífico territorio es el ámbito propicio para que se desarrolle el Festival Pensar con Humor, que a lo largo de su aquilatada trayectoria reúne lo mejor del teatro cordobés y de otras latitudes. La inexcusable cita con el difícil arte de hacer reír tiene idea y dirección del experto Raúl Sansica y el apoyo del gobierno cordobés a partir de la Agencia Córdoba Cultura. Como siempre, Sansica responde con amabilidad a El Litoral un interrogante: ¿cuántos cambios de humor vivenciamos a lo largo de un día, y de toda una vida? “Durante toda nuestra existencia, cambiar de humor nos permite sobrellevar las diatribas cotidianas y sentir que la vida es un cúmulo de emociones que vale la pena recorrer. Por eso, esta edición se propone eso: un cambio de humor. ¿Es posible dejarnos subyugar y entregarnos a una reflexión crítica pero positiva?, ¿habrá alguna posibilidad de reponernos ante los avatares cotidianos y ver la calle con los ojos de la transformación”.
“El día se inicia y los chicos van a sus colegios malhumorados y con sueño, los adolescentes se encuentran en las puertas y con cargadas intercambian opiniones con sus amigos, millares de adultos en las oficinas intercambian entre temas laborales frescas humoradas y nuestros abuelos renuevan sus pactos con la alegría cuando buscando a sus nietos en las escuelas escuchan alguna anécdota que los divierte y que será el chiste para narrar con sus amigos... un círculo mágico que nos renueva. Generaciones, edades y clases disímiles, todos aunados por la posibilidad de cambiar el humor.
“La ironía, ese recurso inteligente y sagaz de nuestro idioma, tiene la habilidad de hacernos reflexionar, de generar en todos una catarsis saludable y de hacernos cambiar de humor cuando la jornada lo requiere. En Córdoba -puntualiza- la ironía es nuestro modo de comunicación más frecuente, habitando y perdurando por todos los rincones, sin modestia ni pudores. Estar triste a veces es necesario, reírnos de nimiedades es saludable y reírnos de lo que nos entristece nos hace sabios. Por esa sabiduría que nos transmitieron nuestros ancestros y que forma parte de nuestra idiosincrasia, por la capacidad de pensarnos y Pensar con Humor, hacemos el intento de enfrentarnos a nuestros cambios de humor más genuinos”.
El Théâtre des Hommes de Francia presentó “Où on va papá. ¿Adónde vamos papá”, texto que aborda el dolor de un hombre con dos hijos discapacitados.
Intensa programación
El festival tuvo una programación que incluyó más de doscientos artistas entre actores, humoristas y músicos y más de ochenta actividades paralelas que siempre se llevan a cabo durante su desarrollo. Los que han tenido la fortuna de seguir desde su inicio la evolución de este festival han comprobado su clara consolidación como uno de los encuentros de teatro más lindos del país, sobre todo por lo que significa como usina de propagación de algunas de las expresiones más auténticas de lo que se hace escénicamente con el humor.
Una programación afinada, organización perfecta, atención esmerada de todos los grupos y periodistas invitados. Y, sobre todo, la marcada preocupación por hacer de esa exhibición anual una convocatoria de amplia repercusión popular -este año se estimó que los espectadores fueron más de 30.000- donde, junto al entretenimiento y la recreación, el teatro asuma, como en los viejos tiempos de la polis griega, un sentido de reflexión cultural, de observación, análisis y catarsis sobre la propia existencia social. Ha contribuido a este fin una cartelera que si bien privilegia el nivel artístico y de teatralidad en sus elecciones no olvida, sin embargo, que las obras no sean indiferentes a las resonancias políticas, sociales y humanas de este mundo.
El éxito de este acontecimiento le confiere a su realización una dimensión cultural distintiva y potente, porque refuerza aquella idea de que el festival está instalado como una celebración donde la comunidad al mismo tiempo que disfruta se mira, como en un espejo, a sí misma. Demuestra ese hecho la amplia asistencia de público, que refleja la conciencia de los cordobeses de que ese festival es de ellos y para ellos.
En ese sentido, la labor de Raúl Sansica y de su aceitado grupo de brillantes colaboradores -desde la prensa hasta la producción y los técnicos- es de una gran perspicacia cultural y pedagógica, teniendo en cuenta que Córdoba tiene también el Festival del Mercosur y el Festival de Teatro Infantil y Juvenil.
Doña Jovita, un personaje vital que llena el escenario con su gracia y su enorme capacidad de entrega.
Lo mejor de lo mejor
Empecemos entonces por lo más destacado. El festival comenzó con la Comedia Cordobesa y una rotunda expresión de teatro popular inteligentemente captada. “Eran 5 hermanos y ella no era muy santa” es el título de la obra de Miguel Iriarte, una cabal expresión de teatro costumbrista que los santafesinos celebraron en el inicio de los ochenta y que ahora cobró vigor a partir de la inteligentísima versión libre de David Picotto, que la transformó en una comedia musical con todas las de la ley. El trabajo tiene un delicado equilibrio entre aquel teatro y éste, vigoroso, pleno de vitalidad y verdad.
La nueva versión anida entre el cuarteto tan característico de la cultura cordobesa y el actual, pleno de matices. Los actores se entregan a la propuesta de juego de la dirección picottiana y se divierten y divierten a partir de una minuciosa elaboración de cada uno de sus personajes. La madre es la maravillosa actriz Silvia Pastorino, una suerte de Ana Magnani cuartetera. Bellísima, se calza la responsabilidad de ese rol con excelentes dotes. Canta como los dioses y cuando dice, dice con verdad. La acompañan con indisimulable entrega Cecilia Román, Pablo Tolosa, Gabriela Grosso, Gabriel Coba, Giovanni Quiroga, Patricia Rojo, Carolina Godoy, Gonzalo Tolosa y Oscar Mercado. Exquisito y certero el vestuario de Ariel Merlo. La puesta en escena estrenada en el Teatro Real atestado de público se pudo apreciar al aire libre, frente al Cabildo y al costado de la Catedral: otra fiesta estupenda.
De profundo impacto en el público, fue el espectáculo “Tarico ¿y ahora?”.
Le siguió el Théâtre des Hommes de Francia con “Où on va papá. ¿Adónde vamos papá”, texto de Lean-Louis Foumier adaptado por Xavier Carrar y con puesta en escena de Layla Metssitane que hilvana en una dolorosa historia, al comienzo muy humorística y luego escalofriante, sobre el dolor de un hombre con dos hijos discapacitados. Por el alto nivel de teatralidad y actuación que obtiene la propuesta, surge con nitidez ese clima entre absurdo y delirante que es la sustancia de la obra. El espectáculo fue por su calidad uno de los logros firmes de la elección.
“Mi vida con Robert” fue el plato fuerte de la noche de cierre del festival.
Alegría, ritmo y color
Los Amados se ganaron ampliamente el favor del público por la belleza de su propuesta. Al aire libre ofrecieron “Mundo amado, acuérdate de Agustín Lara”, un colorido y festivo musical con increíble gracia y hechizo por las aventuras amorosas que los espectadores disfrutaron. Un trabajo de gran sensibilidad, pleno de gracia y belleza visual, con lo kitch como elemento protagónico.
De profundo impacto en el público, que lo ovacionó largamente, fue el espectáculo “Tarico ¿y ahora?” protagonizado con indisimulable encanto por los talentosos santafesinos Ariel Tarico y David Rotemberg. El primero ha crecido ostensiblemente sobre la escena. Está más seguro que nunca y demuestra con holgura por qué está donde está. Su simpatía es arrolladora y se planta en la escena con una seguridad admirable. Su prodigiosa garganta no está sola porque Ariel otorga a sus personajes una carnadura de entrega sostenida durante toda la función.
Por supuesto, los cordobeses también dijeron presente y con todo su talento y toda su energía cosecharon largos aplausos. Es el caso del Negro Álvarez, que alegró la mañana inaugural en el bellísimo Mercado Norte de la capital para encantar con “¡Qué picante!”, un show lleno de gracia y de humor directo, caracterizado por la llegada directa al público, que celebra los relatos de Álvarez, un gran fabulador.
Después, todo el encanto, la gracia y la picardía de Doña Jovita “gambeteando pecados”, un personaje vital que llena el escenario con su gracia y su enorme capacidad de entrega. Jovita, el personaje, se ha modernizado y el celular es parte de su vida. Un delirio creativo enriquecido por las enormes dotes interpretativas de José Luis Serrano. Para destacar: ella es uno de los personajes más queridos del humor cordobés.
El Negro Álvarez alegró la mañana inaugural en el Mercado Norte de la capital con “¡Qué picante!”.
Cierre destacable
El plato fuerte de la noche del cierre del festival fue “Mi vida con Robert”, espectáculo del que es autor y director Alejandro Orlando. El actor desparrama sobre la escena una historia con matices humorísticos, pero sumamente desgarradora, cuando narra la historia de Robert Zander, “el único actor cordobés que se convirtió en una leyenda viviente de Hollywood” y que vuelve a su tierra para ofrecer su descarnada soledad.
El montaje permite disfrutar de un cálido tributo a figuras legendarias de la industria del cine, a partir de imágenes que cargadas de emotividad y de un blanco y negro que se agradece causan una pátina de alegría al corazón. Orlando es un enorme actor, con garra y con sólidos recursos que logra una entrega por muchas razones memorable.
La historia de este festival y su constante evolución es sin duda fantástica y tiene muy poco de lineal. Sus ejemplares nueve años de vida ponen de relieve la distancia entre el teatro que se ofrece en su intensa, variada y rica programación y el “otro” teatro. La historia del festival Pensar con Humor no sólo vive en su presente, sino que considera su pasado y mira a su futuro.