editorial

  • En promedio, el Hospital de Niños de Santa Fe recibió un chico maltratado cada dos días durante los últimos 15 años.

Niños víctimas de la violencia

El 4 de junio pasado se conmemoró el Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión, un fenómeno que no sólo se extiende por los rincones más violentos del planeta, sino que también repercute en la Argentina y en la ciudad de Santa Fe.

Según el último informe de Unicef relacionado con esta problemática, en la Argentina el 65,2 por ciento de los padres entrevistados reconoció haber agredido psicológicamente a sus hijos alguna vez. En Chile, el 71 por ciento de los niños, niñas y adolescentes manifiesta sufrir algún tipo de violencia por parte de sus padres. En tanto, en Paraguay, el 61 por ciento de la infancia ha sido víctima de algún tipo de maltrato por parte de familiares cercanos. Mientras que en Uruguay, el 79,8 por ciento de los adultos manifestó haber ejercido algún tipo de violencia contra al menos uno de los niños a su cuidado.

Un artículo publicado recientemente por El Litoral revela que, en los últimos 15 años, los profesionales del Hospital de Niños Orlando Alassia atendieron alrededor de 2.500 chicos con agresiones, maltratos y abusos sexuales. Esto significa un escalofriante promedio de 166 casos por año o, lo que es lo mismo, un caso cada dos días a lo largo de tres lustros.

El año pasado, un total de 65 chicos ingresó a este hospital víctima de armas de fuego. Un fenómeno que, afortunadamente, parece haberse reducido drásticamente durante 2015 gracias a una mayor presencia policial, los mayores recaudos adoptados por los adultos y, obviamente, los favores del azar.

Sin embargo, no es necesario llegar a tales niveles de violencia explícita. En realidad, lo más difícil de detectar y de erradicar parecen ser los casos de agresiones veladas como, por ejemplo, las psicológicas, que se producen mediante gritos, insultos o burlas frente a terceros, amenazas de golpes o, simplemente, no prestándole ningún tipo de atención al niño.

Unicef distingue también las agresiones físicas leves y las físicas graves. Las primeras se producen cuando las personas mayores abofetean a los niños, les tiran del pelo, les arrojan objetos o los zamarrean. Las segundas, a través de golpes de puño, patadas, quemaduras, golpes con objetos y hasta amenazas con armas.

Profesionales del Grupo de Trabajo por los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) le expresaron a este diario que, cuando un chico llega al hospital con signos de haber sido maltratado, es porque se trata de un caso de violencia reiterada que no pudo ser detectada a tiempo.

Por lo general, se producen consultas encubiertas. Los niños llegan para ser tratados por diferentes síntomas que, en realidad, surgen como reacción ante las agresiones que reciben de sus mayores. Por lo general, los chicos no están en condiciones de denunciar lo que están sufriendo, por lo que resulta clave la labor de los médicos, de los docentes y de los distintos servicios sociales para detectar estos casos.

Según el artículo 19 de la Convención sobre los Derechos del Niño, “es obligación del Estado proteger a los niños de todas las formas de malos tratos perpetrados por padres, madres o cualquier otra persona responsable de su cuidado, y establecer medidas preventivas y de tratamiento al respecto”.

Sin embargo, el Estado no siempre está en condiciones de detectar a tiempo estos casos, por lo que resulta fundamental el compromiso social para enfrentar este fenómeno.

El Estado no siempre está en condiciones de detectar a tiempo estos casos, por lo que resulta fundamental el compromiso social para enfrentar este fenómeno.