Más allá de los roles, las parejas crecen en la faz personal, familiar y profesional al apoyarse mutuamente en la crianza y educación de sus hijos

Más allá de los roles, las parejas crecen en la faz personal, familiar y profesional al apoyarse mutuamente en la crianza y educación de sus hijos
Un estilo diferente de paternidad
El próximo domingo vamos a festejar el Día del Padre con muchos mimos, besos y sorpresas. Esperamos que la fecha también nos sirva para reflexionar sobre la “nueva paternidad” que se advierte por estos días, donde hay un esfuerzo compartido y con división de tareas entre el papá y la mamá. ¿Cuál es el beneficio para los niños?: se sentirán más seguros y aprenderán a vivir en un ambiente donde se comparten derechos y obligaciones.
TEXTOS. REVISTA NOSOTROS.
El domingo 21 de junio es el Día del Padre y, por este motivo, el Dr. Raúl Nessier, médico pediatra santafesino, quiso compartir con nuestros lectores una reflexión sobre la “paternidad actual”, es decir, los cambios que se vienen dando en los últimos años respecto al nuevo rol de los papás en un hogar. En ese marco, colegas de nuestra redacción contaron sus experiencias con sus hijos pequeños.
Quienes tenemos unos años en el ejercicio de la profesión -comienza explicando el Dr. Nessier- , y sobre todo en la especialidad de Pediatría, hemos visto un cambio muy importante en el “rol del papá” en la crianza de sus hijos. Hace 30 años era muy raro que un padre pidiera turno al médico, menos aún que viniera a la consulta junto a su esposa, y aún más extraño que sea él solo quien concurriera a la cita con el pediatra.
Los cambios sociales han dado lugar al “nacimiento” de un nuevo tipo de padres, una generación que ya no respeta los roles tradicionales de la sociedad machista, en donde el padre trabajaba, imponía autoridad, orden y respeto, mientras que la madre brindaba comprensión, amor y cuidaba de la casa y de los niños.
El padre era el “proveedor” con una relación verticalista y -a veces- autoritaria (la palabra del padre no era cuestionada) o las reprimendas incluían el famoso: “Ya vas a ver cuando llegue tu padre”. La figura del padre permanecía distante afectivamente y había “temas tabúes” que no se hablaban entre padres e hijos.
El padre trabajaba afuera, mantenía la casa y poco o nada participaba en la crianza y educación de sus hijos. Al máximo, era sinónimo de disciplina y autoridad, no imagino a mi abuelo cambiando un pañal a sus hijos, ni a mi abuela solicitarle que lo haga. Ambos vivían sus roles cultural y socialmente establecidos y no sentían culpas por hacerlo de esa manera. Existía un “arreglo tácito” para educar a sus descendientes.
NUEVOS TIEMPOS
Hoy asistimos con agrado (y damos la bienvenida) a estos nuevos tiempos que traen aparejados cambios en los roles tradicionales y donde el papá se ha rebelado a tener las “limitaciones” que imponía su propio machismo, dando rienda suelta a una crianza activa y dichosa de sus hijos.
Hay para los papás nuevos retos y un estilo diferente de paternidad. Ahora participan en los quehaceres domésticos y muchas mujeres tienen un trabajo remunerado fuera de la casa; es decir, hay una “convergencia de roles”. En el caso del varón, ha comprendido la importancia mutua (para él y su hijo), de la “relación padre- hijo”.
Los especialistas aseguran que “este nuevo tipo de padres” propicia -como nunca antes- un clima de afecto que redunda en salud para los hijos. Por otra parte, desde la visión del niño, cuando éste crece viendo que sus padres se reparten las tareas de la casa y de su crianza de manera equitativa, son más felices a la vez que “incorporan este tipo de relación” como “lo normal”.
Hoy vemos al “papá” concurriendo al control de los embarazos de su mujer, participando activamente del parto de ella, apoyando a la madre en la lactancia, acunando al bebé, arrullándolo, haciéndolo dormir, bañándolo, cambiándolo, preparando la papilla, ofreciéndole las primeras comidas, llevándolo a la consulta médica, administrándole los medicamentos, llevándolo al dispensario a vacunar, sacándolo de paseo, llevándolo a la plaza, sosteniéndolo en sus “primeros pasos”.
Más tarde, llevándolo al pelotero, festejando su cumpleaños, yendo a las “fiestitas de la escuela” o la “reunión de padres”, luego yendo a practicar un deporte o llevándolo de pesca. También hacen los mandados y limpian la casa y, al hacerlo, se sienten orgullosos, seguros de mantener esta actitud de ternura, de amor, de sensibilidad, que en nada minimiza su virilidad sino que lo plenifica como padre.
SEGUIR LOS IMPULSOS
Ha entrado consciente y activamente a demostrar sus sentimientos por el hijo deseado y lo hace sin temores. Si bien cada papá tiene diferente carácter y personalidad, lo importante es que pueda seguir sus impulsos y se permita expresar libremente sus sentimientos hacia los hijos.
Y se sienten tan dichosos que lo proclaman a los cuatro vientos en las redes sociales, en especial “los primerizos”. Bienvenidos ¡NUEVOS PAPÁS!
También las leyes que regulan la “licencia por paternidad” se actualizan día a día. Hace unos pocos años pensar en esto parecía absurdo. Sin embargo, la madre se siente ayudada y apoyada en sus quehaceres y el padre no se pierde estos primeros días que resultan únicos e irrecuperables, mientras toda la familia se adapta a un nuevo orden de convivencia.
Estos nuevos roles y la carga de trabajo y la crianza no está exenta de cansancio y estrés, pero es el desafío de los tiempos modernos. El esfuerzo compartido y la división de tareas entre papá y mamá dan al niño mayor seguridad y aprende a vivir en un ambiente donde se comparten derechos y obligaciones.
Más allá de los roles, las parejas crecen en la faz personal, familiar y profesional al apoyarse mutuamente en la crianza y educación de sus hijos siendo ambos padres los que llevan adelante su hogar.
DÍA DEL PADRE / sociedad

Ser tiernos y demostrar ternura, amor y sensibilidad no minimiza la virilidad de los padres sino que lo plenifica como tales.

Si el niño crece viendo que sus padres se reparten las tareas de la casa y de su crianza de manera equitativa son más felices e incorporan este tipo de relación como “lo normal”.
Experiencias enriquecedoras
Nicolás Loyarte
“La verdad es que nunca imaginé otra realidad que la mía, en consonancia con lo que describe el doctor Nessier. Tengo 41 años y tres hijas de 11 y 8 años -mellizas-. Más allá de la realidad de tener una familia numerosa (para la época), jamás imaginé otra cosa que participar a la par de mi pareja de las actividades domésticas. Hoy es muy común ver a la gente sola o separada, y lo tienen que hacer de igual manera, como si tuviesen un matrimonio constituido. Las imágenes del hombre en su ‘comodidad’ son del tiempo en blanco y negro. Hoy, el reto es esforzarse por brindar una educación con valores como el respeto, solidaridad y amor. Pero para lograrlo hay que empezar con uno mismo. Aquí descansan nuestros grandes logros y fracasos”.
Juan Ignacio Novak
“Hay una película -como cinéfilo, siempre arranco por las películas al contar algo- que me marcó y se llama ‘Ladrón de bicicletas’. Es una obra maestra y habla de un montón de cosas, pero sobre todo de la relación padres-hijo. Y es, en este sentido, emotiva y franca. En alguna de las oportunidades en que vi el film pensé: ‘¡Que complicado es ser padre!’. Me permito una mirada retrospectiva y con tres años y medio de experiencia (como padre, no como ladrón de bicicletas) puedo decir que es una labor ardua, pero la más bella de todas.
La sensación es que ser padre hoy es mucho (muchísimo) más abarcativo que esa figura patriarcal de, pongamos, hace un siglo, de hombre serio y proveedor. Resulta necesario, en todos los flancos, reinventarse y asumir tareas que parecían (lo digo con todas las letras, injustamente) vedadas al territorio de la mujer en tanto madre. Ejemplos autorreferenciales: tratar de entender cómo se peina a una nena; aprender a cortar la fruta con todos los rituales previos para que la coma y le guste, ampliar el abanico de cuentos para no repetir los mismos todas las noches; verificar al pasar por el jardín que esté la muñeca, la campera, las medias de repuesto, el tupper, el regalito de la seño, la chequera con el sellito correcto, el cuaderno de comunicaciones, el guardapolvos, la servilleta, el vasito. Y la lista sigue...
Pero también significa vivir la paternidad desde un lugar de humildad, entender que un hijo (en mi caso se llama Constanza) tiene de todo para enseñar que cada momento juntos es un aprendizaje mutuo. Y una manera de enriquecerse. Creo que ser padre es una experiencia distinta, casi impensada en relación a lo que era en otro tiempo. Pero, contradiciendo la premisa de que todo tiempo pasado fue mejor, creo que es una experiencia única y necesaria”.
Juan Manuel Fernández
“Sigo siendo padre primerizo y me identifico plenamente con el análisis del Dr. Nessier sobre los efectos, en Ciro y en mí, de ejercer una paternidad lo más activa posible. Nunca me resultó en absoluto original ni ‘moderno’ cambiar un pañal o bañar al bebé, sino lo más natural del mundo. El resultado lógico del amor por ese miembro que vino, tan frágil, a plantar los cimientos de nuestra familia.
En los últimos tres años y medio he realizado casi todas las tareas que el pediatra enumera, desde acompañar a Mónica a los controles con el obstetra en los meses de gestación (y preguntar muchas veces más que ella) hasta asistir a las reuniones de padres en el jardín (y también levantar la mano con insistencia, curioso de saber cómo vive mi niño su tiempo de socialización).
Anécdotas me sobran. Pero, quizás por el ‘nivel de exposición’ acuden de inmediato a mi memoria aquellas de cuando comenzamos a ir juntos a comprar frutas y verduras a la feria de Las Cuatro Vías, costumbre que religiosamente seguimos practicando cada sábado por la mañana. Primero lo llevé colgado sobre mi pecho en una ‘wawita’ y fuimos el centro de todas las miradas. Luego me acompañó en su cochecito, que también servía para trasladar la compra. Y ahora es él quien tira del changuito, curioseando entre los puestos y recibiendo la fruta que los verduleros amigos le ofrecen de regalo cada semana.
Así, en todas las etapas y en cada actividad conjunta, el orgullo se mezcló con el placer del tiempo compartido y la reconfortante sensación de construir y consolidar una relación esencial, uno de los vínculos más importantes en la vida”.

nicolás con sus tres hijas.

juani con constanza.
Saludable
Por Mariana Rivera
Como mamá de una nena de casi tres años me gusta estar con ella cuando ve algunos dibujitos en la televisión para acompañarla y compartir ese lindo momento -para ambas- pero también para “usarlo” como una oportunidad más para enseñarle valores, principalmente, usando las situaciones que se muestran.
Una de sus preferidas es Doctora Juguetes (Doc McStuffins), una serie animada de televisión transmitida por Disney Junior, que cuenta la historia de “Doc”, una niña que tiene el poder de comunicarse con sus juguetes gracias a un estetoscopio mágico obsequiado por su madre, doctora de profesión. Cuando está en su casita de juegos (la “clínica” como ella la llama), sus juguetes cobran vida y juntos viven divertidas aventuras ayudando a quienes están rotos o en problemas.
Este dibujito -que se emite desde 2012- muestra un modelo “moderno” de familia, en donde es el padre el que hace los quehaceres domésticos ya que la mamá es una pediatra que está -casi siempre- trabajando fuera de su casa, en su consultorio (ejemplo que toma la protagonista de esta serie).
De esta manera, hasta los dibujitos de la tele se “aggiornan” a los nuevos tiempos, muestran estos notables -citando al Dr. Nessier- “cambios en los roles tradicionales y donde el papá se ha rebelado a tener las ‘limitaciones’ que imponía su propio machismo, dando rienda suelta a una crianza activa y dichosa de sus hijos”.
Es muy saludable y recomendable esta “convergencia de roles” para que nuestros hijos aprendan y disfruten del esfuerzo de a dos para llevar adelante el hogar, compartiendo derechos y obligaciones. Ellos crecerán más felices y podrán fortalecer su vínculo tanto con su mamá como con su papá.

juan manuel con ciro.