MESA DE CAFÉ

Después de los comicios

POR REMO ERDOSAIN

Volvió el frío, pero hoy nadie parece preocuparse por la temperatura. El tema excluyente son las elecciones del domingo. Hasta Quito, el mozo, está interesado en el tema, él que ha prometido que hasta que Patti no sea candidato no va a votar por nadie.

—La gente votó, pero no conocemos los resultados -se queja Marcial.

—Ya se van a conocer -dice Abel- las diferencias son muy estrechas, no tengo memoria que alguna vez haya habido algo parecido.

—Veremos cómo se resuelve -admite Marcial- pero a mí no me gusta cómo se presentan las cosas, no me gusta que por segunda vez en menos de dos meses haya irregularidades inconcebibles en un proceso electoral y mucho más inconcebible cuando los hechos se repiten.

—La imputación por irregularidad corre por tu cuenta. En las elecciones del domingo, no hubo una sola denuncia -refuta Abel.

—Más o menos -interviene José- el mismo domingo de las elecciones en Tartagal hubo una denuncia sobre fiscales socialistas que se quisieron presentar como si fueran del PRO. Hubo denuncias de urnas rotas, de telegramas que no coinciden con las actas.

—Son casos minoritarios -responde Abel.

—No lo sé -insiste José- no sé si son tan minoritarios, son los casos que se denunciaron, pero eso no quiere decir que sean los únicos.

—Los socialistas podemos equivocarnos, cometer errores, pero no somos corruptos, no somos tramposos, ni practicamos el hábito del fraude del cual históricamente hemos sido víctimas; además, ni el opositor más empecinado contra los socialistas puede decir algo en contra de la honorabilidad de Lifschitz.

—No se trata de imputaciones subjetivas. Lifschitz es una excelente persona, pero también lo es Perotti y, aunque no les guste, lo es Del Sel. O sea que no nos vayamos por las ramas. Es la segunda vez que hay problemas en los comicios y yo ya estoy grande para chuparme el dedo.

—Yo lo que creo -digo- es que el gobernador va a ser Lifschitz. Lo que no sé si lo será porque tuvo más votos o porque fue el caballo del comisario.

—Es evidente que tuvo más votos -completa Abel.

—Eso estará por verse -replica José.

—La Justicia Electoral será independiente del gobierno -dice Marcial- pero no conozco un solo caso en que esa Justicia falle en contra del gobierno. Por lo que es muy probable que Lifschitz sea el nuevo gobernador.

—Lo cual no me parece mal -replica Abel- entre un político con experiencia como Lifschitz y la Tota, me quedo con el socialista.

—Otra vez vuelven a las agresiones -contesta Marcial-, se han lavado la boca con Del Sel, lo han atacado con todas las armas, lo acusan de payaso porque hizo humor en la televisión. ¿Cuál es el problema? ¿Alguien lo descalificaría a Woody Allen si fuera candidato?

—En primer lugar -digo-, Woody Allen no es candidato y, en segundo lugar, me parece totalmente desmesurado comparar a Del Sel con el director de Manhattan; sería como comparar al Potro Rodrigo con Luciano Pavarotti.

—En estas elecciones -se ufana José-, los únicos que hemos crecido en serio somos los peronistas que además llevamos a un excelente candidato, el mejor, según la opinión incluso de los que no son peronistas.

—El problema de Perotti no es él, sino sus amiguitos. Además -continúo- se las ingeniaron para llevar un candidato que por estilo, temperamento, historia, no tiene nada que ver con el kirchnerismo.

—No le busquen la quinta pata al gato: Perotti es kirchnerista, les guste o no.

—Te recuerdo -observa Marcial- que antes de ser kirchnerista fue menemista y que, ya que hablamos de irregularidades, en 1995, él y el Tigre Cavallero fueron los candidatos del menemismo, una fórmula que estuvo involucrada en un intento de fraude que Reutemann, entonces gobernador, alcanzó a desmontar.

—No nos vayamos tan atrás -digo- las elecciones concluyeron y ahora llegó la hora del escrutinio definitivo. Esperemos que todo salga bien.

—Vos sos demasiado optimista -ironiza Marcial.

—Nosotros -dice José- estamos dispuestos a aceptar lo que decida el Tribunal. Nos basta y nos alcanza con saber que el peronismo santafesino se puso de pie y que antes de lo que ustedes se lo imaginan volveremos a ser gobierno en la provincia.

—Dios me libre y me guarde -musita Marcial.

—Nosotros tenemos la tranquilidad -acota Abel- de saber que actuamos con limpieza y que llevamos al gobierno a los hombres y a la propuesta más sólida.

—¿Se va a acordar de sus aliados si llegan al gobierno o se acordaron de ellos cuando estaban asustados? -pregunta Marcial.

—Vamos a seguir gobernado con todos y si hubo errores se corregirán.

—Lo que a mí siempre me va quedar picando, es por qué se reiteran las irregularidades, por qué salieron a festejar cuando todavía no había concluido el escrutinio.

—Te la respondo sencillito: como partido tenemos derecho a festejar hasta si perdemos, nadie nos puede negar ese derecho.

—No se trata de un derecho. Se trata de un comportamiento acorde con las responsabilidades de un partido oficialista.

—Lo raro es que los problemas fueron en el orden provincial, porque en la ciudad de Santa Fe, por ejemplo, Corral ganó de punta a punta y a las diez de la noche sus rivales reconocían su triunfo Ese reconocimiento es el que le falta a Lifschitz.

—A Lifschitz le faltará por ahora eso, pero a Del Sel le falta algo más importante, le faltan cojones para asumir su condición de político. Y lo digo por sus recientes declaraciones, diciendo que si no gana se retira a su casa.

—Había sido flojo el hombre -sentencia José.

—Es que los personajes de la farándula juegan si ganan enseguida, pero al primer contratiempo se vuelven a la casa.

—Menos mal que las cosas fueron así -dice Abel-, porque no sé qué habría pasado si Del Sel hubiese sido gobernador y se le hubiera presentado un contratiempo importante: se pone a llorar como un chico y renuncia.

—No es así. Del Sel es un hombre de coraje, si no lo hubiera tenido no se habría metido en este berenjenal de la política -contesta Marcial.

—La gente se mete por diferentes razones a la política, sobre todo cuando tiene la expectativa de disputar los mayores cargos sin haber hecho méritos políticos para eso.

—Se cansaron de cuerearlo.

—Así es la política Marcial. Y vos deberías saberlo mejor que nadie. Además no lloren, porque ustedes tampoco son angelitos. Ustedes mismos motorizaron la imputación calumniosa de que los socialistas somos artífices del narcotráfico. Y por último, si los atacan aguántensela, como nos la aguantemos nosotros sin andar quejándonos cada rato.

—La que estuvo genial fue la compañera Cristina con la designación de Zannini como vicepresidente -dice José de repente.

—¿Lo designó Ella o fue cosa de Scioli? -pregunto

—De Ella -afirma Marcial-, Scioli es incapaz de tener una iniciativa propia, su vocación es la de felpudo, felpudo de la Señora.

—Yo lo que pienso es que todo lo sucedido fue demasiado previsible. ¿O a alguien le llama la atención que la Señora imponga a un comisario político como Zannini?

—Yo lo que les recuerdo -dice Abel- es que la Señora cada vez que eligió vicepresidente se equivocó y se equivocó fiero. Pensemos en Cobos y Boudou como para ir entreteniéndonos con el tema.

—El compañero Zannini es diferente.

—Sí, un poco más fanático, un poco más intrigante y un poco más incondicional con la Señora.

—No comparto -concluye José.

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